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El incierto futuro de la Estación Espacial Internacional pone en jaque a la ciencia
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su desorbitación estaba prevista para 2020

El incierto futuro de la Estación Espacial Internacional pone en jaque a la ciencia

Mientras los gobiernos deciden si alargar la vida útil de la EEI, ciertas investigaciones podrían quedar en un cajón para siempre por culpa de la incertidumbre

Foto: La Estación Espacial Internacional en 2010 (Foto: NASA)
La Estación Espacial Internacional en 2010 (Foto: NASA)

Situada a unos 400 kilómetros de la superficie terrestre, la Estación Espacial Internacional (EEI) se ha convertido en un recurso imprescindible para el avance de la ciencia. Actualmente, diez son las tripulaciones de astronautas que flotan entre sus 40 módulos, compartiendo tiempo y espacio con los experimentos que científicos de medio mundo han enviado al centro.

Entre ellos se encuentra el AMS-02, un detector de física de particulas que mide con mucha precisión la carga, la energía y la masa de los rayos cósmicos para tratar de descubrir antimateria primordial - la antimateria que se creó en los primeros instantes del Universo, después del Big Bang.

El detector aterrizó en la estación en 2011 y permanecerá en la misma hasta la desorbitación de la EEI, prevista para 2020. Podría suponer el fin de una recogida de datos que, sin embargo, no preocupa a los 600 investigadores e ingenieros que participan en el proyecto.

“Sabemos que todas las misiones espaciales tienen un tiempo finito”, explica a Teknautas Ramón García, investigador de del Instituto Astrofísico de Canarias y uno de los científicos involucrados en el AMS-02. “Siempre quieres alargarlas todo lo que puedas, pero todos somos conscientes de que cualquier experimento que hagamos tiene siempre un tiempo de vida finito”.

En el caso del detector de partículas, el tiempo, según García, resulta anecdótico. De acuerdo con el investigador, las partículas que componen los rayos cósmicos que analiza el AMS-02 viajan por el universo a una velocidad más baja que la de la luz. De ahí que, al final, las partículas que llegan a la superficie terrestre ofrezcan información sobre su lugar de origen millones de años atrás. Por eso pensar que la estación solo podrá permanecer en el espacio durante 10, 15 o 20 años más no resulta demasiado preocupante.

“Lo que sí es cierto es que cuanto más tiempo tengamos de observación en la estación, más estadística tendremos, y esta estadística nos permitirá entender mejor de donde vienen estos rayos cósmicos y el tipo de fenómenos físicos que provocó que tuviesen esa energía”, afirma.

Sin embargo, no todos los experimentos que tienen lugar en el centro espacial corren la misma suerte. Descubrir cómo se comportan los fluidos en condiciones de microgravedad - o gravedad cero -, la posibilidad de dar con nuevos materiales o probar robots que sirvan para la exploración espacial serían algunas de las oportunidades que se perderían si la desorbitación llegara a producirse.

El Gobierno de Barack Obama propuso alargar la vida de la Estación Espacial Internacional hasta 2024 para que los científicos pudieran seguir sus investigaciones

Para evitarlo, el año pasado, el Gobierno de Barack Obama propuso alargar la vida de la Estación Espacial Internacional hasta 2024, el tiempo suficiente para que los científicos de la NASA y del resto de agencias espaciales del mundo pudieran continuar con sus investigaciones. Canadá y Rusia ya han dado su visto bueno, pero aún habrá que esperar hasta 2016 para que la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA) y la Agencia Espacial Europea (ESA) se posicionen.

Bernardo Patti, director del área del Programa y Exploración de la Estación Espacial Internacional de la ESA, cree que tomar la decisión no será muy problemático. “La aprobación de la extensión de la Estación Espacial Internacional no es algo automático, pero hasta ahora, y especialmente desde el Consejo de Luxemburgo en 2014, ha habido un gran apoyo en el programa de la EEI”.

Retraso en los nuevos experimentos

La forma en la que la Agencia Espacial Europea decide si extender o no la vida del centro espacial no difiere demasiado de cualquier otro proyecto comunitario. La agencia envía a los ministros europeos la propuesta de un programa para la extensión de la EEI y las actividades que la agencia tiene previsto desarrollar en el centro durante ese periodo. Un programa que los Estados miembro pueden aprobar, modificar o rechazar.

Si llegado 2020 los países europeos no se han puesto de acuerdo, los experimentos europeos se paralizarían y los astronautas no podrían volar hacia la estación. “Pero creo firmemente que esto no va a pasar”, afirma Patti.

Un temor que, sin embargo, sí tienen otros científicos. Durante la última conferencia de Investigación y Desarrollo de la Estación Espacial Internacional celebrada este verano en Boston, investigadores y empresarios del sector mostraron su preocupación por el futuro a largo plazo del centro.

Según explicó John Shannon, vicepresidente de Boeing y director del programa Space Launch System, no saber cuándo podría finalizar la EEI “es un problema”. Durante la conferencia, Shannon afirmó que 2024 podría no ser la fecha real en la que dejara de funcionar la estación - en el caso de que todas las agencias espaciales hayan aprobado su extensión a esa fecha -, sino un par de años antes, cuando sus usuarios - los científicos - no tengan tiempo para presentar sus proyectos o incluso no se animen a hacerlo.

Nos lo confirma Ana Laverón, directora del Centro Español de Operación y Atención a Usuarios de la Estación Espacial Internacional (E-USOC). “Las convocatorias se tienen que hacer con unos años de antelación a que el experimento se pueda operar en la estación. Así, si en 2020 termina la estación para Europa, las convocatorias acabarían 3-4 años antes de 2020”.

En busca de una alternativa

La lentitud con la que se decide la extensión de la vida de la estación espacial no solo puede paralizar nuevos experimentos, sino también nuevas oportunidades de invertir en el espacio. Como nos cuenta Laverón, “las empresas estadounidenses quieren saber cuándo va a terminar la estación, cuál va a ser el final de su vida útil, porque lo necesitan para prever sus inversiones”.

La lentitud con la que se decide la extensión de la vida de la estación espacial no solo puede paralizar nuevos experimentos, también las inversiones en el espacio

Y esa fue la queja que las mismas expresaron durante el congreso. Jeff Manber, director de Nanoracks, una empresa usuaria de la estación, indicó que ya tenía clientes que se preguntaban por qué deberían invertir decenas de millones de dólares en la EEI si solo iba a durar hasta 2024. De ahí que muchas de ellas reclamaran, además, la necesidad de contar con una alternativa a la EEI si llegada esa fecha fuera a materializarse su desorbitación.

Algo en lo que coincide el investigador del Instituto Astrofísico de Canarias. “Hasta ahora, la estación está siendo un lugar de experimentación fantástico para muchísimas cosas”, asegura García, pero “antes de dejar de tenerla, habrá que reflexionar seriamente sobre qué queremos hacer y cuál puede ser su reemplazo”.

Situada a unos 400 kilómetros de la superficie terrestre, la Estación Espacial Internacional (EEI) se ha convertido en un recurso imprescindible para el avance de la ciencia. Actualmente, diez son las tripulaciones de astronautas que flotan entre sus 40 módulos, compartiendo tiempo y espacio con los experimentos que científicos de medio mundo han enviado al centro.

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