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Sin becas para ellas: por qué las investigadoras reciben menos financiación
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Sin becas para ellas: por qué las investigadoras reciben menos financiación

Un estudio publicado esta semana en 'PNAS' asegura que existe un sesgo que provoca que las mujeres reciban menos financiación que los hombres

Foto: Investigadoras de la Universidad de Stanford. (Reuters)
Investigadoras de la Universidad de Stanford. (Reuters)

La situación laboral de las investigadoras no es diferente a la de otros campos: mejor que hace unos años, pero todavía queda mucho trabajo para lograr la igualdad. Existe un techo de cristal en ciencia que impide a las mujeres llegar a los puestos más altos y también una brecha salarial. Un estudio publicado esta semana en la revista PNAS asegura que las científicas también reciben menos becas que los hombres, debido a que son consideradas menos competentes.

“Todavía hay una tendencia a asociar al científico de éxito con un carácter masculino, más agresivo. Es un estereotipo que todos, nosotras incluidas, tenemos metido en el fondo de la cabeza”. Así lo explica a Teknautas la investigadora del Centro de Regulación Genómica y presidenta del grupo de igualdad en el Consejo Europeo de Investigación (ERC, por sus siglas en inglés), Isabelle Vernos.

Este estereotipo ya fue protagonista de otro estudio publicado en la revista Science a comienzos de 2015, en el que se explicaba cómo podía perjudicar la carrera de las investigadoras, al estar infrarrepresentadas en campos que se asocian con el talento intelectual innato, como la física.

En el momento en el que hay menos mujeres en el primer escalón del sistema, las que no han entrado ya no tienen la oportunidad de seguir

La investigación que publica esta semana PNAS tuvo lugar en Países Bajos, que a priori podría parecer una nación más avanzada en temas de igualdad. Entre 2010 y 2012, 2.823 jóvenes científicos solicitaron becas a la Organización Neerlandesa para la Investigación Científica (NWO, por sus siglas en inglés). De todos ellos, casi la mitad (42,1%) fueron científicas. Las resoluciones, sin embargo, mostraron varios sesgos a favor de los hombres.

Los aspirantes a estas becas se enfrentan a varias etapas antes de que les concedan la financiación: tras la solicitud, algunos son preseleccionados; de ellos, otros pocos llegan a la fase de entrevista, y de aquí salen los pocos afortunados. Los resultados mostraron que sólo un16,5% de los solicitantes son seleccionados, aunque existen pequeñas diferencias entre ambos sexos.

Mientras que un 17,7% de los hombres fue seleccionado, sólo un 14,9% de las mujeres logró obtener la beca. La diferencia no es grande, pero es curioso que el porcentaje de investigadoras cayera progresivamente en cada etapa del proceso, mientras que el de científicos crecía. Incluso la utilización del lenguaje afectaba: las solicitudes con un lenguaje más masculino tenían ventajas respecto a las que incluían términos femeninos.

Vernos explica que la diferencia mostrada en todos estos aspectos no es enorme, "pero pueden ser pequeñas cosas que se acumulan para al final desfavorecer a las mujeres". En su opinión, el punto crítico reside en que a las mujeres se las valore peor como investigadoras aunque el resto de parámetros sean iguales a los de los hombres.

Esa es la parte más llamativa del estudio: las variaciones en la concesión de becas se produjeron a pesar de que la “calidad de la propuesta”, que evalúa lo innovador del proyecto, era idéntica en ambos sexos. En la “calidad investigadora”, que mide el valor del científico, los hombres eran mucho mejor considerados. El estereotipo de la mujer que vale menos en el laboratorio vuelve a la carga.

¿Cómo evitar este sesgo? La opción lógica parecería eliminar la referencia al sexo en las solicitudes, algo que Vernos considera difícil. “No se puede esconder si es hombre o mujer porque el evaluador tendrá que mirar las publicaciones que ha publicado y ahí es fácil de deducir”. Sí explica que en el ERC consideran reducir el peso de la "calidad investigadora" en la valoración final, aunque tampoco puede eliminarse porque no sólo se necesita un proyecto interesante, sino también un investigador competente. Todo debe tenerse en cuenta.

Cómo romper el techo de cristal

Sobre el éxito de un sistema que oculte el sexo del solicitante, los estudios parece contradictorios. Un famoso trabajo publicado también en PNAS mostró que un currículo con nombre de varón era mucho mejor valorado por hombres y mujeres, en comparación con uno idéntico pero firmado por una mujer. Por el contrario, un análisis similar de la EMBO (Organización Europea de Biología Molecular) en el que eliminaron la referencia al sexo no mostró diferencias apreciables.

La "calidad de la propuesta" fue idéntica para ambos sexos, pero en la "calidad investigadora" los hombres eran sistemáticamente mejor valorados

El problema de este sesgo, según Vernos, es que fomenta un techo de cristal que impide a las investigadoras alcanzar los puestos más altos: “En el momento en el que hay menos mujeres en el primer escalón, las que no han entrado ya no tienen la oportunidad de seguir hacia arriba”. La investigadora considera difícil que esto cambie de un día para otro, pero en su opinión la situación ha mejorado “un poco”.

“Veo que hay más mujeres entre los jóvenes que se presentan, hay que alimentarles para que al final llenen los escalafones superiores. Si tienes la oportunidad de ser valorada por lo que vales, te animas a seguir adelante. La gente joven tiene que sentir que va a ser juzgada por sus ganas y su valía”. Para conseguirlo, cerrar la brecha en la financiación, que impide la entrada de mujeres al sistema, es el primer paso. El objetivo es que a partir de ahí cada investigador pueda ascender según sus méritos.

La situación laboral de las investigadoras no es diferente a la de otros campos: mejor que hace unos años, pero todavía queda mucho trabajo para lograr la igualdad. Existe un techo de cristal en ciencia que impide a las mujeres llegar a los puestos más altos y también una brecha salarial. Un estudio publicado esta semana en la revista PNAS asegura que las científicas también reciben menos becas que los hombres, debido a que son consideradas menos competentes.

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