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Confirman la relación entre contaminación y aumento de riesgo de muerte
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Los no fumadores salen más perjudicados

Confirman la relación entre contaminación y aumento de riesgo de muerte

Un equipo de científicos estadounidenses ha determinado que cuando aumenta el nivel de partículas en suspensión en el aire, el riesgo de muerte es mayor. Los no fumadores se llevan la peor parte

Foto: Dos niños se tapan el rostro para protegerse de la contaminación en Nueva Delhi, India (Sanjeev Verma/Getty Images)
Dos niños se tapan el rostro para protegerse de la contaminación en Nueva Delhi, India (Sanjeev Verma/Getty Images)

Una investigación, considerada la más amplia y detallada de su tipo realizada hasta ahora en Estados Unidos, ha confirmado que algunas de las diminutas partículas de sustancias químicas que se encuentran en el aire que respiramos tienen una relación directa con el aumento del riesgo general de muerte. El estudio ha sido realizado por el Centro Médico Langone de la Universidad de Nueva York, y publicado en la revista Environmental Health Perspectives.

Los científicos han trabajado con un tipo de contaminación ambiental formada por partículas tan pequeñas que son invisibles al ojo humano (no mayores de 2,5 micrómetros de diámetro). Sus resultados concluyen que incluso un aumento minúsculo en la cantidad de estas partículas (por ejemplo, 10 microgramos por metro cúbico de aire) puede llevar asociado un aumento general del riesgo de muerte por cualquier causa no accidental de un 3%, y un aumento de aproximadamente el 10% en el riesgo por muerte debida a enfermedad cardiovascular. Para los no fumadores, el riesgo de muerte por enfermedad respiratoria aumenta en hasta un 27%.

Nuestros datos se suman a un conjunto de evidencias cada vez mayor de que estas partículas son muy peligrosas para la salud

"Nuestros datos se suman a un conjunto de evidencias cada vez mayor de que las partículas en suspensión son realmente peligrosas para nuestra salud, aumentando la mortalidad general, sobre todo la relacionada con enfermedades cardiovasculares, así como las muertes por enfermedades respiratorias en los no fumadores", explica el investigador jefe y epidemiólogo George Thurston, profesor de Salud de la población y mediciona medioambiental de la Universidad de Nueva York.

Tan pequeñas que atraviesan las barreras

Según Thurston, las diminutas partículas pueden contribuir al desarrollo de enfermedades cardiacas y pulmonares potencialmente letales porque son capaces de deslizarse a través de las defensas del cuerpo y ser absorbidas profundamente por los pulmones y el torrente sanguíneo. No se expulsan al toser o al estornudar, como sí ocurre con otras partículas naturales algo más grandes, como la arena o el polvo, y además, añade Thurston, suelen estar formadas por sustancias químicas nocivas, como el arsénico, el selenio o el mercurio, o transportar contaminantes gaseosos, incluidos óxidos de sulturo o de nitrógeno, hasta el interior de nuestros pulmones.

Para llevar a cabo su investigación, Thurston y sus colegas evaluaron datos de una detallada encuesta sobre salud llevada a cabo por los Institutos Nacionales de Salud y la Asociación Americana de Personas Retiradas. El estudio incluyó a más de 566.000 voluntarios, hombres y mujeres de entre 50 y 71 años de distintos estados de EEUU.

Analizando la información recogida sobre los participantes entre los años 2000 y 2009, los investigadores calcularon cuál era el riesgo de muerte por exposición a partículas en suspensión de las personas de cada distrito cruzando los datos con información sobre la cantidad y el tipo de partículas en el aire proporcionada por el Sistema de Calidad del Aire de la Agencia de Protección Medioambiental y otras bases de datos.

El equipo planea analizar qué componentes de esa contaminación son más dañinos y de dónde provienen

Después, descartaron otras variables estadísticas que tuviesen impacto sobre la salud y la longevidad, como la edad, la raza, el nivel educativo, el estado civil, la masa corporal, el consumo de alcohol, si fumaban o no y otros factores socioeconómicos, como la media de ingresos de su distrito o cuánta gente de su vecindario no llegaba a terminar el instituto.

En los resultados no encontraron diferencias significativas en el efecto de la exposición a estas partículas entre los distintos sexos o grupos de edad. También se dieron cuenta de que limitando el estudio al estado de California, que tiene los controles de contaminación ambiental más rigurosos, no había una diferencia general sobre el nivel de riesgo, sino que había la misma asociación entre el aumento de partículas en el aire y el aumento en el riesgo de muerte por causas no accidentales y por enfermedad cardiovascular.

A partir de aquí, el equipo planea analizar qué componentes de esa contaminación son más dañinos, y si provienen de las emisiones de los coches, de plantas químicas o de centrales de quema de carbón.

Una investigación, considerada la más amplia y detallada de su tipo realizada hasta ahora en Estados Unidos, ha confirmado que algunas de las diminutas partículas de sustancias químicas que se encuentran en el aire que respiramos tienen una relación directa con el aumento del riesgo general de muerte. El estudio ha sido realizado por el Centro Médico Langone de la Universidad de Nueva York, y publicado en la revista Environmental Health Perspectives.

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