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El dinero no nos salvará: los países ricos sufrirán más con las inundaciones
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el gasto en infraestructuras será insostenible

El dinero no nos salvará: los países ricos sufrirán más con las inundaciones

Las naciones más desarrolladas pueden invertir más en protegerse de desbordamientos. Un estudio que analiza las variables climáticas y económicas pone en duda que esta situación se mantenga

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No todos los países se enfrentan en igualdad de condiciones a las inundaciones. Ante la amenaza de desbordamiento, las naciones más ricas pueden invertir en infraestructuras para al menos paliar las consecuencias de estos desastres naturales. Pero en el futuro esto podría cambiar si se analizan las variables climáticas y económicas: el incremento de los costes no hará factible la mitigación a largo plazo.

Son las principales conclusiones de un estudio que se publica hoy en la revista Science, en el que investigadores de varias universidades estadounidenses han analizado los 48 principales deltas fluviales. La población total que vive en las cercanías de estos accidentes geográficos (y que podría verse afectada en caso de inundación) roza los 350 millones de personas.

“Los países más ricos son muy efectivos a la hora de limitar los riesgos de un desbordamiento gracias a sus inversiones en infraestructuras de protección”, asegura a Teknautas el investigador de la Universidad de Nueva York y autor principal del estudio, Zachary Tessler. Pero esto podría cambiar pronto.

Las soluciones de ingeniería protegen durante años y décadas, pero a la larga aumentan el riesgo de inundaciones

Los deltas son accidentes geográficos que se forman en la desembocadura de los ríos por los sedimentos que allí se depositan. Son, además, extremadamente sensibles a las actividades humanas locales derivadas, por ejemplo, de la gestión del agua. También se ven muy afectados por el aumento global de los niveles de los océanos y por los cambios climáticos. Todos estos factores se traducen, a la larga, en un riesgo de inundación que afecta al ecosistema y a las poblaciones colindantes.

Según Tessler, el coste de estas infraestructuras se incrementará durante este siglo hasta que deje de ser sostenible. Así, deltas como el del Mississippi (EEUU), Rin (Países Bajos), Yangtze (China) y Chao Phraya (Tailandia) tendrían el mayor incremento en cuanto a su vulnerabilidad, equiparable al de los países en vías de desarrollo.

En otro artículo de la revista Science, el investigador de la Universidad de Antwerp (Bélgica), Stijn Temmerman, remarca cómo las soluciones de ingeniería se volverán cada vez más caras e insostenibles. No sólo eso: “Protegen efectivamente durante años y décadas, pero afectan a los procesos naturales del delta, por lo que a la larga aumenta el riesgo de inundaciones”.

Para Temmerman, la solución pasa por emplear infraestructuras respetuosas con los ecosistemas, que por desgracia todavía son demasiado recientes como para evaluar correctamente sus éxito a largo plazo. Es el caso del delta del Mississippi, donde se planea devolver agua de forma natural al río para reforzar así los sedimentos de la desembocadura. Una ambiciosa propuesta que salvaría más de 500.000 hectáreas, reduciría las inundaciones y sus pérdidas económicas asociadas.

El Mediterráneo protege el delta del Ebro

El delta del Ebro también ha sido tenido en cuenta en el estudio, pero afortunadamente la preocupación no es tan alta como con los anteriormente mencionados. “Tiene la ventaja de estar en el Mar Mediterráneo, por lo que el riesgo es menor”, asegura Tessler. El investigador explica que aunque la zona se enfrenta en ocasiones a tormentas importantes que provocan un aumento en el caudal del río, no existen ciclones tropicales como en el Mississippi, lo cual juega a su favor, por mucho que esto no elimine el peligro ni haya que dejar de preocuparse por su situación.

Las consecuencias del aumento de las inundaciones no afectarían solo a estas zonas. Ciudades como Londres y Nueva York se encuentran sobre enormes deltas y son especialmente vulnerables. Y resulta imposible olvidar desastres como el Katrina y el Sandy, fenómenos naturales que incrementan el riesgo de inundación.

A pesar de todo, este panorama a largo plazo no es, en palabras del investigador, inevitable. Tessler explica que el paso más importante sería incrementar el aporte de sedimentos a estas costas, permitiendo que estos se depositen en el delta. En otras palabras, serán necesarias nuevas inversiones para mitigar la degradación de estas zonas para poder preservar los ecosistemas y evitar inundaciones.

No todos los países se enfrentan en igualdad de condiciones a las inundaciones. Ante la amenaza de desbordamiento, las naciones más ricas pueden invertir en infraestructuras para al menos paliar las consecuencias de estos desastres naturales. Pero en el futuro esto podría cambiar si se analizan las variables climáticas y económicas: el incremento de los costes no hará factible la mitigación a largo plazo.

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