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"En el futuro veremos lo ridículo que era prohibir los transgénicos"
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los agricultores, en contra de prohibir los OGM

"En el futuro veremos lo ridículo que era prohibir los transgénicos"

Los agricultores son parte del debate, aunque raramente se les escucha. Los consultados por Teknautas denuncian que las prohibiciones les restan poder de decisión y competitividad

Foto: India ha pasado de importar a exportar algodón a todo el mundo gracias a la introducción de OGM
India ha pasado de importar a exportar algodón a todo el mundo gracias a la introducción de OGM

En el acalorado debate sobre los transgénicos, no todas las voces se escuchan al mismo volumen. Los grupos ecologistas y su postura anti OGM suelen ser los más oídos, y los científicos les siguen, si bien a distancia, en parte por el gran poder difusor de la divulgación científica que han adquirido las redes sociales. Las asociaciones de consumidores tienen una participación discreta, alineada normalmente con las opiniones ecologistas. Pero si hay una voz que es muy, muy difícil oír, es la de los agricultores.

Según datos del Ministerio de Sanidad, en el año 2014 había en España 131.537 hectáreas dedicadas a cultivos OGM. Puesto que son uno de los principales puntos de la cadena en que se generan los productos que contienen transgénicos, su punto de vista es fundamental en el debate.

Según datos del Ministerio de Sanidad, en el año 2014 había en España 131.537 hectáreas dedicadas a cultivos OGM

Sin embargo, es difícil oírles directamente, y eso que se les menciona a menudo. Uno de los principales argumentos de los que se oponen a los cultivos antitransgénicos es que con su uso los agricultores quedan sometidos a un esquema de negocio controlado por las multinacionales que venden sus semillas, perdiendo la capacidad de elegir libremente lo que siembran y viéndose obligados a volver a pagar cada año por esas semillas, sin la libertad de conservarlas de un año para el siguiente.

"No necesitamos que nadie nos defienda"

“Esa idea está equivocada, porque no es algo relacionado solo con las variedades transgénicas. Pasa también con los híbridos", explica José Luis Romeo, presidente de la asociación ProBIO. Todos los agricultores que siembran maíz, siembran variedades híbridas, sean transgénicas o no, y todos deben comprar las semillas cada año. "Si nos quedásemos con parte de las semillas para cultivarlas al año siguiente, la cosecha sería menos productiva".

Ante la misma cuestión, Francisco Javier Fernández, de la Asociación de Pequeños Agricultores de Andalucía, muestra cierto enfado. "Quienes usan ese argumento están siendo muy demagogos. Los agricultores no necesitamos que los ecologistas nos defiendan contra esas malvadas empresas, lo que necesitamos es libertad para tomar las decisiones que sean mejores para nuestros negocios".

Además, señala, parecen olvidar que no solo las multinacionales agrícolas desarrollan variedades transgénicas que pueden ser interesantes para su cultivo. Pone como ejemplo el trigo sin gluten desarrollado por el Instituto para la Agricultura Sostenible de Córdoba. Además de un gran avance científico, se trata de una oportunidad de negocio innegable, teniendo en cuenta el gran mercado de productos aptos para celíacos que existe actualmente en todo el mundo. "Sin embargo, a este paso no podrán comercializarlo aquí, venderán la patente a una empresa de Estados Unidos y se beneficiarán del negocio los agricultores de allí. Y nosotros tenemos que importarlo".

Una herramienta más para los agricultores

Según su punto de vista, que también comparte Romeo, la biotecnología, y dentro de ella los OGM, es una herramienta más, "una forma nueva, eficaz y segura de resolver viejos problemas" tales como los parásitos, las malas hierbas o las sequías, por ejemplo. "Se han hecho estudios y se ha concluido que son seguros. En otros países se están cultivando, ¿por qué aquí no? Esto es como cuando surgió el tren y se decía que no era bueno viajar en él porque iba muy rápido. En el futuro veremos el ridículo que estamos haciendo al prohibir los transgénicos".

Romeo aventura incluso que el futuro está en una combinación de los cultivos transgénicos con la agricultura ecológica. "Si utilizando OGM yo necesito menos pesticidas y menos herbicidas, porque mis plantaciones van a ser más resistentes a esas amenazas, ¿no es eso más beneficioso para el medio ambiente? ¿No es eso menos agresivo y más natural?". Es una idea que también ha analizado la investigadora vasca Mertxe de Renobales en su estudio Alimentos más sostenibles: Las semillas transgénicas en la agricultura ecológica, por el que fue premiada por la Asocición Española de Bioética.

Una pérdida de competitividad

Se trata también de no minar la competitividad de los agricultores españoles y europeos respecto a los del resto del mundo, ya que en regiones como Estados Unidos, Lationamérica o Asia hay muchas menos restricciones para el cultivo de variedades transgénicas de productos tan utilizados como la soja, el maíz o el algodón. Productos, por cierto, que luego sí se importan a Europa y contra los que los agricultores locales no pueden competir.

'Es pura hipocresía. Si son buenos, ¿por qué no los podemos cultivar? Y si son malos, ¿por qué se importan a toneladas?'

"Es pura hipocresía. En qué quedamos: ¿son buenos o son malos? Si son buenos, ¿por qué no los podemos cultivar? Y si son malos, ¿por qué se importan a toneladas?". Fernández, que se dedica al cultivo del algodón, denuncia que su sector se ha hundido por la imposibilidad de competir con los agricultores indios de algodón transgénico, que producen con muchos menos costes porque tienen muchos menos problemas de plagas y sus cosechas se han incrementado en diez años hasta el punto de pasar de ser importadores a ser exportadores de algodón. "Y mientras aquí nos mantenemos con ayudas".

El problema de base, denuncia, es que se ha legislado en base a la ideología en vez de a la ciencia. Fernández asegura ser optimista, y espera que la legislación se vaya abriendo poco a poco, igualando la situación de los agricultores europeos a la que tienen en otros países. "Espero que en el futuro podamos decidir".

En el acalorado debate sobre los transgénicos, no todas las voces se escuchan al mismo volumen. Los grupos ecologistas y su postura anti OGM suelen ser los más oídos, y los científicos les siguen, si bien a distancia, en parte por el gran poder difusor de la divulgación científica que han adquirido las redes sociales. Las asociaciones de consumidores tienen una participación discreta, alineada normalmente con las opiniones ecologistas. Pero si hay una voz que es muy, muy difícil oír, es la de los agricultores.

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