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Este Apple Watch chino cuesta 36 euros... aunque no sirve de mucho
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probamos el d Watch

Este Apple Watch chino cuesta 36 euros... aunque no sirve de mucho

La batería del D Watch dura 180 horas, pero no sirve para mucho si quitamos la alarma, el contador de pasos y el altavoz. Además, ni siquiera es compatible con el iPhone

Foto: El D Watch es similar por fuera al reloj de Apple (Foto: Zigor Aldama)
El D Watch es similar por fuera al reloj de Apple (Foto: Zigor Aldama)

Nos ha picado la curiosidad. Después de haber contado en multitud de ocasiones cómo los chinos se adelantan a los lanzamientos de Apple con productos similares a una fracción de su precio, hemos querido ver si los shanzai, como se conoce en China a estas copias fabricadas por empresas completamente desconocidas, merecen la pena y son una alternativa real a los aparatos originales. Y para ello hemos probado el último ejemplo que ha llegado al mercado.

Se trata de D Watch, un wearable que copia la estética de la versión sport del reloj inteligente de Apple, y sus creadores aseguran que las prestaciones superan a las del original, del cual toman prestadas algunas fotografías para ilustrar el producto. Semejante proeza tecnológica, que fue mostrada incluso en el CES, se puede adquirir por el módico precio de 238 yuanes (36 euros), envío a domicilio incluido.

Es sencillo y funciona, pero sus funciones parecen reducidas a ejercer de control remoto para el teléfono, algo con una utilidad más que cuestionable

Comprado en Taobao, el portal C2C del gigante del comercio electrónico Alibaba, el reloj tarda sólo dos días en recorrer los 1.500 kilómetros que separan Shanghái de la provincia manufacturera de Guangdong, donde se fabrica la mayor parte de la electrónica china, y llega diez días antes de que comience a comercializarse el Apple Watch. No obstante, los datos impresos con multitud de errores ortográficos en la sencilla caja del D Watch avanzan que las características de este fashion smart bracelet (brazalete inteligente de moda) no están a la altura de las originales.

Incorpora una pantalla monocroma -no táctil- de 0,95 pulgadas con una increíble resolución de 96x64 píxeles, está equipado con una memoria interna de “32 + 32” -se entiende que megabytes aunque no se especifica-, funciona gracias a un chip Mediatek 6260A y al sistema Android. Eso sí, su batería de 160 mAh. puede durar hasta 180 horas, diez veces más que la de Apple.

Apagado y a cierta distancia, no se puede negar que da el pego. Los colores y el diseño de la correa de plástico son una copia exacta de los de Apple, y los acabados resultan de una calidad más que aceptable. Como sucede con el Apple Watch, la versión pirata china incluye un botón redondo y otro rectangular en el lateral derecho, pero el primero no gira y el segundo sólo sirve para desplazarse hacia abajo en los rústicos menús de la pantalla.

La parte posterior de la caja del reloj incluye también algo parecido al sistema de carga del que tan orgullosa está la multinacional estadounidense pero, aunque los conectores imitan los cuatro puntos que dibujan los sensores de Apple, el aparato necesita de una extraña pinza para ser conectado a la red en un proceso acrobático que suscita muchas dudas sobre su seguridad.

Claro que nada de esto importa si cumple sus funciones. Y el responsable de la empresa asegura a Teknautas que el D Watch puede leer mensajes, realizar llamadas, reproducir música, tomar fotografías, contar los pasos que damos, e incluso determinar si dormimos bien. Para ello primero hay que seleccionar el idioma del menú -incluye el español, aunque sólo para algunas funciones-, descargar en el móvil una aplicación del fabricante y conectar ambos aparatos por Bluetooth. Es sencillo y, efectivamente, funciona. No obstante, las funciones del reloj parecen reducidas a ejercer de control remoto para el teléfono, algo con una utilidad más que cuestionable.

No permite hablar a través de él, sólo elegir el contacto al que se va a llamar y enviar al móvil la orden para realizar esa llamada. Tampoco se puede responder a los mensajes, que además resultan difíciles de leer en una pantalla tan pequeña, y la opción de tomar fotos es un mero disparador a distancia para el móvil que resulta complicado utilizar porque la imagen que recoge la cámara y que se proyecta en el reloj es una mancha oscura.

Salvo que se pretenda únicamente lucir en la muñeca algo similar a un Apple Watch sin encenderlo jamás, el producto tiene un atractivo muy escaso

Sólo resultan realmente satisfactorios la alarma, el contador de pasos, que funciona correctamente, y el altavoz por el que se puede escuchar la música del smartphone. Claro que, teniendo en cuenta que el radio de acción es de 10 metros, esa última función tampoco parece excesivamente útil. En cuanto al escáner del sueño, es imposible decidir si se trata de un timo o si realmente funciona. La batería, eso sí, continúa funcionando tres días después de haber sido cargada.

Lógicamente, sin chip NFC, el dispositivo no sirve para efectuar pagos. Tampoco permite conectarse con otros relojes para enviarles el ritmo cardíaco del usuario, una función aparentemente vital para sobrevivir en el ecosistema de Apple. Pero no importa, porque una de las principales características del D Watch es que no funciona con el iPhone. “En realidad, nuestro aparato simplemente es un artículo para quienes quieren lucir un reloj con un diseño moderno”, reconoce el responsable de la empresa, que rechaza dar su nombre por las acciones legales que podrían emprenderse contra él.

La muerte de los 'shanzai'

A pesar de la asombrosa rapidez con la que los creadores del D Watch han sido capaces de copiar el exterior del Apple Watch -cuyo logotipo no utilizan para evitar la guerra contra las falsificaciones que han lazando empresas de comercio electrónico como Alibaba-, lo que consigue este aparato es certificar la muerte, anunciada ya hace años, de los productos shanzai.

Porque, objetivamente, y salvo que se pretenda únicamente lucir en la muñeca algo similar a un Apple Watch sin encenderlo jamás, el producto tiene un atractivo muy escaso. Aunque cueste sólo 36 euros. De hecho, con el auge de nuevas marcas de tecnología lowcost, con Xiaomi y Meizu en cabeza, por un poco más se pueden encontrar alternativas de una calidad muy superior.

Así, poco a poco, los fabricantes de tecnología básica que nacieron en Guangdong para proporcionar alternativas económicas a los entonces prohibitivos Nokia de gama alta van desapareciendo. La transferencia tecnológica de la que se han beneficiado empresas con buen olfato y el rápido aumento de la capacidad adquisitiva de la población china hacen que el gigante asiático haya dejado de ser la fábrica del todo a cien para convertirse en un mercado competitivo en el que las marcas optan por la innovación como fórmula para asegurar su supervivencia. Sin duda el D Watch capa titulares en todo el mundo, pero lo cierto es que se le ha pasado la hora.

Nos ha picado la curiosidad. Después de haber contado en multitud de ocasiones cómo los chinos se adelantan a los lanzamientos de Apple con productos similares a una fracción de su precio, hemos querido ver si los shanzai, como se conoce en China a estas copias fabricadas por empresas completamente desconocidas, merecen la pena y son una alternativa real a los aparatos originales. Y para ello hemos probado el último ejemplo que ha llegado al mercado.

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