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El estallido de la burbuja se cierne sobre las 'startups' españolas
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la situación recuerda a la de 2000

El estallido de la burbuja se cierne sobre las 'startups' españolas

La preocupación en EEUU se transfiere a nuestro país, y algunos expertos ya advierten del problema, que lleva a valoraciones disparatadas de empresas que aún no generan beneficios

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El mes de marzo del año 2000 es una fecha grabada a fuego en la mente de muchos inversores de empresas tecnológicas y startups. Fue la culminación de un frenesí en el sector tecnológico que desembocó en desplome, y eso que el estallido de la burbuja puntocom no había hecho más que comenzar. Ahora, tres lustros después, la amenaza sobre un nuevo pinchazo se cierne sobre el ecosistema startup.

En Estados Unidos, la preocupación se ha intensificado en los últimos meses. El Nasdaq, índice bursátil de las compañías tecnológicas, se ha elevado hasta rozar el techo de aquel fatídico primer semestre de 2000. El número de startups con valoraciones anteriores a su salida en bolsa que superan los 1.000 millones de dólares se ha multiplicado.

Además, el nivel de inyección de los fondos de capital riesgo se mantiene en cotas muy altas. Algunos inversores han alertado, salvando las distancias, de que se está a las puertas de una burbuja de riesgo con compañías no cotizadas –y, por tanto, menos escrutadas en sus cifras- que hoy valen decenas de miles de millones de dólares.

Otros, como Marc Andreessen, pretenden diferenciar ambas etapas, aunque señalan el efecto perverso de los excesos en el mercado. Concretamente la desmesurada velocidad a la que se quema dinero por parte de los emprendedores en startups.

¿Hay burbuja en las startups españolas?

Es la pregunta que se repite durante los últimos años. “En España sí hay burbuja en proyectos de internet”. Así de contundente se muestra Luis Martín Cabiedes, inversor del fondo Cabiedes & Partners, uno de los más activos de España y protagonista de las mayores ventas de compañías patrias.

¿Por qué? Según él, se cumplen las tres condiciones indispensables. La primera es una subida generalizada de precios. Las altas valoraciones de estas compañías, tanto en las etapas iniciales como en las más consolidadas, son la prueba. “Se están cerrando inversiones de 3 y 4 millones de euros en España cuando el producto está poco maduro”, recuerda.

Hay algo en lo que coinciden todos: la abundancia de capital dispuesto a invertir en 'startups' en España

La segunda de esas condiciones es la retroalimentación de los procesos. ¿Cómo se da? “Hay business angels e inversores que han visto rentabilidades en startups y quieren participar… Hay gente reinvirtiendo y llamando a otros para que lo hagan”, explica. Esa circunstancia se suma a la tercera: los mecanismos artificiales de creación de oferta. Y lo ejemplifica con las incubadoras, que crean empresas para satisfacer una demanda de inversión.

François Derbaix, business angel y fundador de varias startups, coincide con Cabiedes en esta visión, aunque él va más allá calificando la burbuja como “estructural”. La industria del capital riesgo para startups cuenta, según explica, con una rentabilidad media negativa del 7%. “Es decir, en cinco años te has gastado el 50% de tu fondo”, precisa. Y con una industria donde la media pierde dinero en sus apuestas por proyectos empresariales, los inversores hinchan los precios y las valoraciones.

Pero al igual que sucede en Estados Unidos, hay profesionales que rechazan la existencia de esa burbuja. Iñaki Arrola, fundador del fondo Vitamina K y de coches.com, es uno de ellos. Reconoce que hay un incremento en el lado del capital, pero no entiende que ese exceso pueda llevar a una situación de burbuja. Descarta las altas valoraciones como un termómetro para medirlo y recuerda que operaciones concretas como la de La Nevera Roja, con una extraordinaria proporción entre ventas y precio final, son “puntuales”.

Más dinero

Hay algo en lo que coinciden todos: la abundancia de capital dispuesto a invertir en startups en España. “Hay exceso de dinero disponible queriendo invertir y eso lleva a valoraciones disparatadas con múltiplos no sostenidos por el razonamiento y que muy difícilmente se podrán recuperar en el futuro”, advierte Derbaix.

Pese a esa creencia, las cifras corroboran que no todo el capital llega a ser depositado en proyectos. Y, sobre todo, que las inversiones de fondos profesionales en la actualidad están aún alejadas de los niveles del año 2000. Según las cifras de la Asociación de Capital Riesgo y Webcapitalriesgo, en aquel momento la inversión de fondos, sin contar con aportaciones públicas y con business angels, se alcanzaron los 288 millones de euros. Si se imputa el incremento de precios en estos tres lustros, de acuerdo con el INE, se superó la barrera de los 400 millones de euros.

'No hay día en que no perciba cierta obsesión por la financiación. Muchos emprendedores buscan dinero cuando no lo necesitan, creyendo que es el objetivo'

El último dato disponible de Webcapitalriesgo es el correspondiente a 2013, donde la inversión global rozó los 300 millones de euros. Venture Watch, otra consultora del sector, señala que el año 2014 se cerró con un desembolso total de más de 320 millones de euros.

Aunque sobre el papel se mantenga por debajo de la cantidad que se alcanzó a principios de este siglo, las exigencias de capital por parte de los emprendedores preocupan aún más a algunos inversores. Cabiedes señala que más allá de las valoraciones es alarmante el hecho de que “se pierda respeto al capital”. Es exactamente la misma preocupación que han mostrado en las últimas semanas algunos inversores norteamericanos como Fred Wilson.

“No hay día en que no perciba cierta obsesión por la financiación. Muchos emprendedores buscan dinero cuando no lo necesitan, creyendo que es el objetivo”, afirma Derbaix, quien insiste en que los mejores ejemplos de startups han sido los que han consumido pocos recursos económicos para llegar a construir un negocio rentable.

Efecto arrastre desde Estados Unidos

Aún con una preocupación creciente en España, ésta no es la única en un mercado tecnológico global. Lo que ocurre al otro lado del Atlántico puede influir en el mercado nacional. Al contrario de lo sucedido en el año 2000, hoy las compañías valen miles de millones de dólares sin aún haber pisado el parqué. Los llamados unicornios, compañías que valen más de 1.000 millones de dólares, ya no son excepcionales. ¿Y si ese río se desbordara? ¿Cómo influiría en España?

Cabiedes reconoce que se están asumiendo riesgos “irracionales” y, por tanto, se va a perder “muchísimo dinero de gente que se lo puede permitir y de gente que no”. En ese contexto, el diferente perfil de las inversiones puede reducir el impacto. Siendo empresas privadas y no cotizadas puede que la explosión “no sea tan violenta”, pues la inversión es más profesional. “No es lo mismo que explote Terra, que afecte a muchos inversores de a pie, a que me explote a mí una compañía”, reitera.

Al margen de la desconfianza que cundiría en ese escenario, François Derbaix hace hincapié en la dificultad añadida que tiene esa burbuja en empresas sin cotizar. “No hay ninguna liquidez; el inversor que esté dentro de una startup se va a quedar atrapado sin hacer líquida su inversión”, recuerda.

Iñaki Arrola, de Vitamina K, augura “años planos en inversión” en España en caso de explosión. “Nos influiría pero de segundas”, reconoce el inversor. Con un pinchazo de esa parte superior del ecosistema startup, señala como clave el mantenimiento de tres pilares: el dinero público, que no desaparecerá del mercado; el nivel de los emprendedores, y los fondos de inversión que cuentan con capital recaudado y lo seguirán teniendo.

Los efectos de un posible pinchazo son aún desconocidos. Ninguno de los inversores profesionales se atreve a augurar una fecha en la que sucederá, ni qué mercado dejará la tormenta en España. Sea como sea, la alargada sombra sigue cerniéndose sobre el sector.

El mes de marzo del año 2000 es una fecha grabada a fuego en la mente de muchos inversores de empresas tecnológicas y startups. Fue la culminación de un frenesí en el sector tecnológico que desembocó en desplome, y eso que el estallido de la burbuja puntocom no había hecho más que comenzar. Ahora, tres lustros después, la amenaza sobre un nuevo pinchazo se cierne sobre el ecosistema startup.

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