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El timo de los 'wearables'
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un estudio demuestra que no hacen más que un 'smartphone'

El timo de los 'wearables'

Es uno de los dispositivos tecnológicos más demandados pero lo cierto es que no aporta más que un 'smartphone'. Por si esto fuera poco, muchos acaban en el fondo un cajón: son los 'wearables'

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Resulta irresistible. Un dispositivo que registra nuestros movimientos y que ofrece al usuario todo tipo de información sobre su actividad es demasiado tentador. Los amantes de los gadgets no pueden eludir los cantos de sirena de unas pulseras o pinzas que nos acompañan y se conectan con el ordenador o móvil para volcar los datos. “¡Mira! Hoy he caminado 8 kilómetros”, porque tampoco podemos evitar presumir. Como si aquella pulsera fuera nuestra gran creación. Y sin embargo, los llamados wearables cuentan con una cara B que no todo el mundo conoce: un tercio de los mismos acaba en el cajón acumulando polvo.

Muñecos rotos que ya nadie quiere y un dinero que, lógicamente, nunca recuperaremos. Sin embargo, este dato, aun siendo demoledor, no es el más trágico para los que se animaron a pasar por caja: un estudio publicado por el Journal of American Medical Association ha demostrado que un smartphone hace las mismas funciones que las pulseras, e incluso mejor.

Es decir, que los wearables, son además useless.

Los móviles modernos cuentan con todo un despliegue de sensores en los que se registra con todo lujo de detalle la actividad de sus dueños: pasos dados, pisos subidos, calidad del sueño… la precisión es asombrosa. Pero además, estos dispositivos cuentan con una ventaja adicional: todo el mundo los lleva encima.Se estima que un 65% de los adultos estadounidenses lleva siempre el móvil consigo, una cifra que, en realidad, nos parece escasa, pero otorga el valor de la conveniencia.

Los 'wearables' juegan en desventaja al tener que ponérselos aparte y lo que es más importante, preocuparse de cargarlos

Por el contrario, los wearables juegan en desventaja al tener que ponérselos aparte y lo que es más importante, preocuparse de cargarlos. Así las cosas, no sorprende que pronto acaben en el fondo del cajón y el subidón de sus propietarios convertido en un mal sueño. Sabiendo esto,¿por qué la gente sigue comprando dispositivos de forma irracional? Somos víctimas de las estrategias de marketing, que luego nos llevan a un fenómeno menos conocido: el remordimiento de compra.

La excusa de la salud

En el caso de los medidores de actividad físicaestá además el aspecto de la salud en juego.¿Quién no quiere estar guapo, o al menos sano? Poco menos de 100 euros nos separan de un artilugio que, según sus fabricantes, permite conocer al detalle la actividad de su usuario y así marcarse metas.

La idea, sobre el papel, es excelente. Si uno es realmente disciplinado y se propone llevar una vida más activa, un sistema que mida nuestra actividad es la herramienta perfecta. El problema es que no necesitamos pagar por ello porque el móvil nos da esta información de forma gratuita o pagando sólo por una app.

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Un grupo de investigadores se dispuso de esta manera a averiguar si las famosas pulseras eran realmente necesarias o una hábil estratagema de marketing. Para ello, realizó el citado estudio midiendo la actividad de un grupo de usuarios que disfrutaban, en ejercicios similares, tanto de pulseras y demás medidores de actividadcomo de las principales aplicaciones a este efecto para el móvil.

Los resultados son concluyentes: las aplicaciones son al menos “tan precisas como los wearables para medir la actividad”, e incluso más exactas en algunos casos. Dicho de otra manera, los usuarios pueden optar por pagar 90 dólares por un dispositivo o bien un dólar por una aplicación que hace exactamente lo mismo. ¿Burbuja? IDC estima que sus ventas crecerán un 500% de cara a 2018, aunque lo cierto es que en estas estadísticas se incluyen desde las famosas pulseras, hasta las funestas Google Glass ylos relojes inteligentes.

Parece claro que hay mercado, aunque en realidad y en lo ceñido exclusivamente a la actividad deportiva, no haya una causa real que lo justifique si lo que uno únicamente quiere es medir sus movimientos. Sin embargo, los dispositivos han encontrado un hueco entre los usuarios por la facilidad con la que se miden los registros, pero también por las funciones adicionales que proporcionan, como medir la calidad del sueño. Una opcióndisponible tambiéna través de app, pero desde el punto de vista del usuario… no es lo mismo.

Resulta irresistible. Un dispositivo que registra nuestros movimientos y que ofrece al usuario todo tipo de información sobre su actividad es demasiado tentador. Los amantes de los gadgets no pueden eludir los cantos de sirena de unas pulseras o pinzas que nos acompañan y se conectan con el ordenador o móvil para volcar los datos. “¡Mira! Hoy he caminado 8 kilómetros”, porque tampoco podemos evitar presumir. Como si aquella pulsera fuera nuestra gran creación. Y sin embargo, los llamados wearables cuentan con una cara B que no todo el mundo conoce: un tercio de los mismos acaba en el cajón acumulando polvo.

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