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Sin PowerPoint y sin distracciones: así eran las reuniones con Steve Jobs
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el exjefe de apple apostaba por la sencillez

Sin PowerPoint y sin distracciones: así eran las reuniones con Steve Jobs

"El que usa Power Point no sabe de lo que está hablando" y "vete, no te necesitamos en esta reunión" eran dos frases habituales del cofundador de Apple

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Como un elefante en una cacharrería. Steve Jobs entró en la sala de reuniones puntual y comenzó a explicar su visión sobre cómo evolucionar el iMac, cuando de repente, sus ojos se clavaron en algo que no cuadraba en la sala. La nota desafinada era una tal Lorrie, del departamento de marketing de Apple, a quien algún superior había indicado que asistiera a la reunión con el jefazo.

“¿Tú quién eres?”, espetó con mirada penetrante Jobs. Silencio sepulcral en la sala. La joven balbuceó como pudo lo sucedido, y el cofundador de la firma, sin dejar de mirar fijamente a Lorrie, concluyó: “no te necesitamos en esta reunión, gracias”. La empleada recogió todo rápidamente y enfiló la puerta de salida sin perder un solo segundo. Este episodio fue rescatado por Ken Segall, el que fue estrecho colaborador del californiano durante años, en su libro Insanely Simple, en el que analiza la obsesión por la sencillez en todos los aspectos de la firma, incluyendo, por supuesto, las reuniones.

Para el fallecido genio, la línea más corta entre dos puntos era siempre la recta, y todo lo que le hiciera desviarse de esa trayectoria era una burda pérdida de tiempo. Jobs detestaba todo aquello que no rayara con la excelencia, y esta obsesión por la perfección le llevó a aplicar un estilo de reuniones tremendamente efectivo en el que no se perdía un sólo segundo.

La pobre Lorrie pagó el pato en algo que por desgracia vemos habitualmente en muchas empresas: asistentes a reuniones que permanecen callados o que están mirando el móvil como si la cosa no fuera con ellos. En Apple, el que no fuera imprescindible para el desarrollo de la reunión sobraba y hacía perder el tiempo. Una ineficiencia inaceptable que el líder no dudaba en cortar por lo sano. Larry Page también detestaba los silentes mirones, y decretó que en Google, quien no tuviera nada que aportar en una reunión, mejor se quedaba en su mesa.

Prohibido parapetarse tras el PowerPoint

El objetivo básico que perseguía Jobs en las reuniones era trabajar siempre con equipos pequeños, mucho más dinámicos y con más posibilidades de iniciar un debate. Esto también lo aplica con rigor otro de los grandes del sector, Jeff Bezos, que defiende que una reunión en la que dos pizzas no son alimento suficiente para los asistentes, es excesiva, y se acuñó la célebre “regla de las dos pizzas”.

Pero al californiano también le producían sarpullidos las intervenciones de sus empleados parapetados tras un extenso Power Point: era defensor de las intervenciones en caliente, el cara a cara, y la improvisación como generadores activos de creatividad, tal y como explica Business Insider. El paso interminable de las slides no sólo atontaba a los asistentes, sino que servía de refugio para el orador, que no se salía del guión.

La célebre aplicación de Microsoft está precisamente en el disparadero en muchas empresas por este mismo motivo, llegando a prohibirse su uso en determinadas reuniones para que el orador dé lo mejor de sí. “La gente que usa Power Point en realidad no sabe de lo que está hablando”, llegó a confesar.

Jobs era amante del rabioso directo y así los encuentros casuales con empleados de la firma eran temidos. Giros en el último tramo del pasillo para no subir en el mismo ascensor, o bien dejar la visita al servicio para más tarde eran habituales en la casa. Y con una causa justificada: el cofundador de Apple podía clavar sus ojos de manera desprevenida sobre el empleado y preguntarle a bocajarro sobre cualquier asunto en sus dominios.

Y ya se sabe: o la respuesta era acertada o se podía estar ante el comienzo de un serio problema. Segall quedó marcado por los años compartidos con el creador del Mac, en especial en lo relativo a las reuniones, y ahora se dedica a dar conferencias sobre lo que aprendió en su paso por Apple. En lo que toca a la organización de reuniones en el trabajo, además de lo defendido por su mentor, el exdirectivo incorpora un ingrediente extra con el que muchos se echarán las manos a la cabeza: “si la reunión dura más de media hora, recoge y vete”. Simple al extremo.

Como un elefante en una cacharrería. Steve Jobs entró en la sala de reuniones puntual y comenzó a explicar su visión sobre cómo evolucionar el iMac, cuando de repente, sus ojos se clavaron en algo que no cuadraba en la sala. La nota desafinada era una tal Lorrie, del departamento de marketing de Apple, a quien algún superior había indicado que asistiera a la reunión con el jefazo.

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