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La peor forma de comunicarse es el 'email'
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un estudio recomienda usarlo con cautela

La peor forma de comunicarse es el 'email'

Un estudio asegura que el email es el peor medio de comunicación que existe. Una palabra o no contestar a veces puede desencadenar una auténtica tormenta

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Una coma de más, la falta de una respuesta o una broma mal entendida. Todos hemos vivido de una u otra manera las consecuencias de un correo electrónico en el que el mensaje es, por uno u otro motivo, mal interpretado. En realidad, tampoco es necesario que el malentendido sea generado por un texto en el que no se haya transmitido bien lo que se quería decir, sino que una falta de contestación, o bien que ésta sea lacónica, puede desencadenar una tormenta.

Con estos problemas de comunicación derivados del email se han roto matrimonios, cabreado a amigos y perdido muchos clientes. Pero..., ¿sabemos científicamente lo que está sucediendo? Parece que por primera vez alguien le ha puesto el cascabel al gato y gracias a un estudio llevado a cabo por la Universidad de California (UCLA) se ha llegado a una explicación científica cuya derivada es cuando menos inquietante: el email es el peor medio de comunicación existente y por ello, debemos usarlo con cautela.

En el estudio se ha demostrado que en la comunicación verbal, los interlocutores hacen de espejo uno de otro y se tienen en consideración muchos más elementos que el propio contenido de la conversación. De hecho, lo verbalmente expresado es a lo que menos presta atención nuestro cerebro, sino que lo que más le interesa son los gestos, el tono de la voz y en definitiva, la comunicación no verbal.

De alguna manera, buscamos en primer lugar la emoción que se está transmitiendo que luego, entonces sí, es unida al mensaje en sí que nos quieren transmitir.

Ante esta evidencia queda patente que un “vete a la porra” dicho cara a cara y acompañado de una sonrisa tiene un impacto muy diferente a verlo escrito en un correo electrónico que nos acaba de llegar, y que puede dar lugar a un conflicto de consecuencias insospechadas. El estudio ha sido llevado a cabo por el neurólogo Giacomo Rizzolatti y su equipo, y desvela facetas del cerebro humano que desatan una serie de situaciones que convierten el uso del correo electrónico, aunque sea para comunicar el dato más trivial, en una auténtica bomba de protones.

Mejor cara a cara o por teléfono

¿Qué está sucediendo? El profesor de la universidad de Nueva York Justin Kruger descubrió en otro estudio que este evidente desencuentro entre lo que queremos transmitir y lo que realmente llega al receptor de un correo electrónico es motivado a un exceso de confianza en uno mismo. El ego ataca de nuevo.

No se trata tanto de considerar al receptor como alguien inferior a nosotros, sino de una certeza absoluta de que la persona que leerá nuestro mail captará sin titubear el sarcasmo, ironía o sentido del humor escondido entre las letras escritas en el teclado.

Sin embargo, no podemos permitirnos el lujo de sacrificar el uso del correo electrónico para evitar situaciones embarazosas, así que los expertos recomiendan cuidar una serie de aspectos para evitar posteriores disgustos.

Cómo evitar más de un disgusto por email

El principal es ir al grano y no adornarse con giros extraños que lo único que harán es despertar suspicacias y una lectura entre líneas por parte del receptor que no conviene a nadie: un mensaje directo, sin posibilidad de interpretaciones y una despedida manteniendo las formas y en la cercanía que merezca la relación serán suficientes para evitar cabreos innecesarios.

Es importante también lo que denominan “cerrar el ciclo”: si uno felicita a un conocido por su cumpleaños por email y no recibe respuesta¿qué va a pasar por su cabeza? “Este tío es un desagradecido”, “Otro año no le saludo”…, cuando en realidad lo que puede haber sucedido es que el destinatario lo haya leído, se haya sentido halagado por la felicitación pero se haya olvidado precisamente de eso, de cerrar el ciclo enviando un “muchas gracias”.

Claro que aquellos eran otros tiempos y ni se intuía que el correo electrónico se convertiría en un fenómeno de masas con el paso del tiempo.

La conclusión que sacamos de todo esto es que siempre es mejor comunicar verbalmente los mensajes, en especial si éstos llevan alguna carga emocional (puede valer hacer una llamada o mejor una videollamada) y si no nos queda otra que escribirlo, ceñirnos al contenido de una forma aséptica, directa y cuidando las formas. Un simple “OK” como respuesta a un correo de dos párrafos puede resultar irritante hasta el espíritu más templado que lo haya redactado…

Una coma de más, la falta de una respuesta o una broma mal entendida. Todos hemos vivido de una u otra manera las consecuencias de un correo electrónico en el que el mensaje es, por uno u otro motivo, mal interpretado. En realidad, tampoco es necesario que el malentendido sea generado por un texto en el que no se haya transmitido bien lo que se quería decir, sino que una falta de contestación, o bien que ésta sea lacónica, puede desencadenar una tormenta.

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