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Tecnología para convertir un barco de regata en un estudio de televisión
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cámaras, micros y un centro de emisión a bordo

Tecnología para convertir un barco de regata en un estudio de televisión

Una carrera que dura nueve meses y que da la vuelta al mundo. ¿Cómo involucrar al público? Cámaras y una conexión por satélite para contar el día a día

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Imagina pasar nueve meses navegando, en un viaje que te va a llevar a través de todos los grandes océanos del planeta. Imagina pasar semanas sin ver tierra, sin hablar con nadie que no sean los demás miembros de tu tripulación, y sin saber prácticamente nada de lo que pasa más allá del horizonte. No hablamos de los marineros de siglos pasados. Hoy en día hay quien se lanza a una experiencia así por puro espíritu de aventura y superación.

En el mes de octubre, la Volvo Ocean Race partirá del puerto de Alicante, y durante nueve meses, los siete equipos participantes recorrerán en total 38.793 millas náuticas (unos 71.850 kilómetros) haciendo escala en Sudáfrica, Abu Dhabi, China, Nueva Zelanda, Brasil, Estados Unidos, Portugal y Francia entre otros.

Pero además de una aventura para los participantes, la carrera pretende ser un espectáculo para el público que la quiera seguir en todo el mundo. Sus organizadores hacen hincapié en las historias humanas que se viven a bordo. “Esto es como un reality show, pero mucho más real”, cuenta Knut Frostad, CEO de Volvo Ocean Race. El problema es que la acción transcurre muy lejos del público, millas mar adentro y sin posibilidad de que un equipo de televisión retransmita para la audiencia. ¿Qué tecnología interviene en la ecuación?

Barcos diseñados como estudios de televisión

El secreto está en el propio barco. En ediciones anteriores de esta carrera, que lleva celebrándose cada tres años desde 1973, cada equipo diseñaba su propio barco. En un deporte de alta precisión, esto hacía que las opciones de victoria dependiesen mucho de las posibilidades económicas de cada equipo, es decir, de sus patrocinadores. En la edición de este año, la organización se ha encargado del diseño y construcción de los barcos. La victoria depende más que nunca del factor humano.

Con el diseño en manos de la organización, se ha puesto especial cuidado en hacerlos seguros, competitivos… y aptos para el espectáculo. “Se han diseñado como estudios de televisión”, asegura Jordi Neves, CTO de Volve Ocean Race. En total, cinco cámaras grabarán todo lo que ocurra a bordo, y varios micrófonos, situados en puntos estratégicos para protegerlos del agua y de las fuertes rachas de viento, captarán las conversaciones entre los tripulantes.

Bajo la cubierta han situado un punto de montaje y edición de vídeo del que se encargará el reportero a bordo. Esta es otra novedad: cada barco llevará a un reportero cuyas funciones son únicamente documentar la travesía “y hacer la comida, igual que los demás", bromea Neves. Él no recibe órdenes ni participa en la navegación. “Cuando comenzamos a grabar las pruebas nos dimos cuenta de que ninguno de los tripulantes quería hacerse cargo de ello. Es normal, ellos quieren ganar. Así que incluimos una persona, de la organización, que se dedica a ello exclusivamente”, cuenta Frostrad.

El reportero graba, monta, edita y envía. Los barcos están equipados con una tarjeta SIM que aprovechará las redes móviles cuando las encuentre (en las zonas cercanas a tierra). En este caso las provee la operadora Truphone, que elimina el roaming al incluir varios números en cada tarjeta, de distintos países, de forma que siempre actúa como si estuviese en su red natal.

Los datos se envían, pero no se reciben

Pero teniendo en cuenta que el barco pasará más tiempo en alta mar, donde no podrá captar redes móviles de ningún tipo, la mayor parte de las transmisiones se harán vía satélite. “Por eso se monta y se edita a bordo y no se envían los vídeos en bruto. Las transmisiones por satélite son más caras, hay que enviar solo lo importante”, explica Neves.

Pero no es solo el reportero el que envía datos. El propio barco está equipado con sensores que miden hasta un centenar de parámetros que incluyen la velocidad y posición del barco, así como las condiciones climáticas a las que se enfrenta en cada momento. Envían datos al centro de control continuamente, para seguir el estado de la competición.

“No podemos seguirles con un helicóptero, ni con otros barcos, sino que lo hacemos recibiendo datos y geolocalizando a cada participante”. Los miembros de cada equipo, sin embargo, no saben nada de todos los demás. La recepción de información desde el exterior está prohibida. “Todas sus comunicaciones pasan por nosotros, incluidas las familiares. Cuando están compitiendo, están solos”.

Esto es así para evitar ventajas y la copia de estrategias. “Si recibiesen los parámetros de otro barco sería fácil para ellos determinar un algoritmo para conocer su estrategia”, asegura Neves. Mantenerles en la inopia de lo que ocurre con los demás participantes aumenta la emoción de la competición.

Pero en el centro de control sí que saben en todo momento dónde están y cómo les va a los participantes, y desde ahí se cuenta al mundo entero a través de internet. “Hace años la única forma de seguir la carrera era pidiendo información vía fax, y la mayoría era inventada porque la verdad era que no había forma de seguirla. La tecnología ha evolucionado y hoy puedes sentir que vas en uno de los barcos, o casi”.

Imagina pasar nueve meses navegando, en un viaje que te va a llevar a través de todos los grandes océanos del planeta. Imagina pasar semanas sin ver tierra, sin hablar con nadie que no sean los demás miembros de tu tripulación, y sin saber prácticamente nada de lo que pasa más allá del horizonte. No hablamos de los marineros de siglos pasados. Hoy en día hay quien se lanza a una experiencia así por puro espíritu de aventura y superación.

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