Solo el 11% de los jóvenes lo lee: ¿tiene futuro el correo electrónico?
Es un sistema que siempre ha funcionado, pero comienza a dar síntomas a agotamiento. Slack propone una versión más en sintonía con los tiempos
15 de junio de 2010. Una resuelta Sheryl Sandberg salta al estrado del Nielsen Consumer 360, donde una ávida audiencia espera ansiosa para ver qué tiene que decir esta joven menuda de pelo oscuro. A fin de cuentas, no es cualquiera: Sandberg cuenta en sus espaldas con una meteórica carrera, de la que más interesa a los presentes es su posición actual como responsable de operaciones ni más ni menos que de Facebook. Vamos, el ojito derecho del mismísimo Mark Zuckerberg. Decidida, comienza su intervención y pronto regala a los medios un titular imborrable, de aquellos que uno no olvidará por su puntería o su batacazo: "el e-mail probablemente desaparecerá".
Silencio en la sala. A ver quién rebate el dato a una ejecutiva de ese calibre con la información, que no es poca, dicho sea de paso. "Apenas un 11% de los adolescentes consulta el correo a diario", anuncia haciendo públicos estudios de la red social. Y el dato no sorprende: los más jóvenes saltan de WhatsApp a Snapchat o Instagram para contactar con sus amigos. ¿El correo? Eso es para los más carrozas.
Slack se asemeja mucho a las salas de chat a las que uno accede en función de su interés
Atacado por los más jóvenes y poco a poco asediado también en el mundo corporativo: el e-mail está en el ojo del huracán debido a la saturación y mal uso de este canal de comunicación tan crítico, hasta el punto que son ya varias las corporaciones que lo han relegado a un segundo plano, o eliminado directamente de su organización, como es el caso de Atos.
¿Por qué? Podríamos escribir ríos de tinta sobre todos los problemas que afectan de lleno al correo electrónico, como el spam, virus, cadenas, etc. pero lo cierto que la sentencia de muerte definitiva le llega por no haber sido capaz de responder a una nueva forma de comunicación más directa, dinámica e integradora. Adiós a las epístolas interminables en las que el remitente parece que nunca va al grano, o a los confusos adjuntos que muchas veces el sistema no descarga al confundirlo con virus o son tan grandes que se atascan por el camino...
“La bancarrota del e-mail”
¿Cuál es la comunicación que realmente funciona? Aquella dirigida a los exclusivamente interesados en el asunto y transmitida de una forma escueta y telegráfica. Esto lo vio pronto y de una forma diáfana el emprendedor canadiense y cofundador de Flickr, Stewart Butterfield. La idea que se le pasó por la cabeza era tan simple como efectiva: emular el éxito de la comunicación telegráfica de las redes sociales y las aplicaciones de chat, al tiempo que se eliminaban los inconvenientes del correo electrónico.
Bajo estas premisas nació Slack, un peculiar servicio de comunicación para el ámbito corporativo que está causando furor en las primeras empresas que lo están probando y que ha encandilado a los inversores. El principio de este servicio es reconocer que la funcionalidad que ha catapultado a la hegemonía en su día al e-mail sigue vigente, o dicho de otra manera, que la necesidad de canalizar las comunicaciones de forma escrita en una empresa es más real que nunca.
AOL, Paypal o Quora ya utilizan el servicio premium a nivel corporativo
Sin embargo, Slack la enfoca de una manera muy diferente: el servicio crea un punto de encuentro en el que se intercambian mensajes ya sea de forma directa, por departamentos o equipos de trabajo. La idea es que los usuarios del servicio trabajen de una forma coordinada con la misma información, ya sea en equipos de trabajo organizados en torno a un proyecto puntual, o bien por departamentos. Si lo quiere ver de esta manera, Slack se asemeja mucho a las salas de chat a las que uno accede en función de su interés. Todos los mensajes son compartidos en tiempo real, se puede adjuntar documentos y lo que resulta más interesante, el nuevo producto de Butterfield sigue la filosofía de Gmail: un gran repositorio de información sin carpetas y se accede a los datos mediante un potente buscador que analiza cada letra que se escribe. Al tratarse de un sistema interno, no está afectado por el correo no deseado y las comunicaciones comerciales que han acabado saturando el e-mail hasta convertirlo en inservible.
La apuesta, como apuntamos, ha sido recibida con los brazos abiertos por el mercado y las empresas han recibido aliviadas una alternativa viable a lo que el canadiense describe como "la bancarrota del e-mail". Y no son palabras huecas: el servicio fue lanzada el pasado mes de febrero y cuenta ya con 70.000 usuarios de los que 18.000 son de pago, reportando a las arcas de esta jovencísima empresa un millón de dólares en los 60 escasos días de vida de la misma. ¿El modelo de negocio? Freemium: una parte gratuita con el grueso de las ventajas, y tan pronto como se alcance un volumen de datos consumidos, se pasa a un plan de pago que muchas firmas están asumiendo encantadas. No son firmas de tercer nivel, sino que entre sus clientes se encuentran marcas de prestigio como AOL, Paypal o Quora. Un arranque prometedor de un producto del que sospechamos sabremos más. Y en poco tiempo.
15 de junio de 2010. Una resuelta Sheryl Sandberg salta al estrado del Nielsen Consumer 360, donde una ávida audiencia espera ansiosa para ver qué tiene que decir esta joven menuda de pelo oscuro. A fin de cuentas, no es cualquiera: Sandberg cuenta en sus espaldas con una meteórica carrera, de la que más interesa a los presentes es su posición actual como responsable de operaciones ni más ni menos que de Facebook. Vamos, el ojito derecho del mismísimo Mark Zuckerberg. Decidida, comienza su intervención y pronto regala a los medios un titular imborrable, de aquellos que uno no olvidará por su puntería o su batacazo: "el e-mail probablemente desaparecerá".
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