El Galaxy S5 ya tiene un incómodo 'gemelo'... y a precio de saldo

Uno lo piensa bien y no deja de ser una ironía. Los grandes fabricantes de móviles se dejan cantidades indecentes en costosas campañas de marketing o en abogados que mantienen la llama viva de los constantes litigios por las patentes, y de repente, llega un don nadie y les roba la tostada...

Bien, estamos de acuerdo que la industria de los imitadores lleva ya mucho tiempo en el sector y que se trata de un mal menor para Apples, Samsungs y demás, siempre y cuando se mantengan en un nivel residual de ventas y atendiendo a un mercado marginal de compradores que sólo quiere poder lucir un móvil premium de atrezzo. Pero... ¿qué sucede cuando esta industria de wannabes se hace mayor y comienza a ofrecer alternativas sólidas a los grandes?

Con una legislación mucho más laxa en lo que toca a patentes y derechos de imagen (o casi podríamos decir que inexistente), China se ha convertido en un hervidero de imitadores que ofrecen una serie de alternativas a precio de chollo a las primeras marcas. Diríamos que son los Louis Vuitton con piel de lagarto pero aplicable a la telefonía.

Asistíamos divertidos a este espectáculo de clones: fotocopias grotescas de móviles de acabados chuscos y de forma que podíamos hacernos por un HDC One o un yPhone por menos de 100 dólares. Algunos de estos terminales tenían unas prestaciones de risa pero con el paso del tiempo, los costes de los componentes fueron abaratándose y los imitadores comenzaron una carrera en la que además de la desvergüenza a la hora de inspirarse en el diseño, fueron incorporando prestaciones de cierto calado. Buena parte de los que se divertían socarrones con estas burdas copias, se quedaron con la sonrisa congelada porque aquello sí podía ser una alternativa.

Copian hasta el fondo de pantalla

Y vaya que sí lo era. Al calor de este mercado firmas como Xiaomi se han hecho fuertes en China y ahora aspiran no sólo a invadir el resto del globo, sino incluso a entrar en el selecto club del Fortune 500.

Pero cuando creíamos haberlo visto todo en este mundillo, a Samsung se le ha quedado cara de póquer al comprobar que Goophone, uno de los clonadores con más callo, acaba de anunciar el S5, ya a la venta, con unas prestaciones que cortan el hipo, y por menos de 300 dólares. Los coreanos todavía se están cacheando la americana buscando el billetero, pero los chinos ya han comenzado a aceptar pedidos, y hasta han colgado un inquietante sold out en la web del producto.

¿Qué ha sucedido aquí exactamente? La historia se repite y es más vieja que la pana: unos trabajan duro, invierten en un formidable equipo de ingenieros, se dejan un dineral en la promoción en una presentación a bombo y platillo en el Mobile World Congress, y otros desde el otro punto del globo aprovechan todo lo invertido para llegar primero y sacar una buena tajada al asunto.

El Goophone S5 es, sobre el papel, un buen smartphone: pantalla de 5 pulgadas Full HD, procesador de ocho núcleos, cámara de 13 megapixels, SIM dual, Jelly Bean y una generosa batería. Y lo mejor del asunto es que se pone a la venta por apenas 300 dólares con envíos a todo el mundo.

En este brindis a lo grotesco, el terminal chino ha calcado hasta el salvapantallas que presentó Samsung en la pantalla del equipo, y como apuntamos, aunque aceptan pedidos, misteriosamente no hay existencias. Una hábil maniobra (o tosca, según se mire) en la que el comprador no sabe si es debido al éxito o a que simplemente todavía no han fabricado un solo tornillo del smartphone.

El Goophone S5 no cuenta con el flamante sensor de huella del Galaxy S5, pero no parece que al potencial comprador del equipo le preocupe esta prestación. Por otro lado, y ahora que mencionamos la soga en casa del ahorcado, muchos lectores de blogs comentan divertidos que a los coreanos les están pagando con la misma moneda, en cara alusión a las acusaciones de plagio y seguidismo de Samsung con Apple. ¿Un chollo o una vergüenza? La respuesta la tiene el comprador. Y a un clic de distancia.