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Los 'glassholes', un fenómeno fuera de control provocado por las gafas de Google
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"comportamientos socialmente inadmisibles"

Los 'glassholes', un fenómeno fuera de control provocado por las gafas de Google

Tras el lanzamiento de Google Glass, este arquetipo social comenzó a proliferar en todo tipo de actos públicos. Para Google son "socialmente inadmisibles"

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Un enemigo inesperado donde los haya. Ser pionero en un mercado supone asumir ciertos riesgos, pero se ve que Google no calibró (o de hecho, ni siquiera consideró) otros que ahora se han convertido en realmente incómodos. Como se sabe, la firma de Mountain View arremetió con todo al presentar las famosas Google Glass. Fue una llegada un tanto atropellada puesto que el producto no estaba realmente disponible para el gran público, pero en realidad daba lo mismo: la idea de llevar unas gafas futuristas con las que sacar fotos, leer el correo o conectarse a internet era en sí tan transgresora que no pudieron esperar.

En abril de 2012 Sergey Brin saltó al escenario en el marco del Google I/O con el célebre par de gafas y aquello fue el acabose. Sin embargo, no fue hasta un año más tarde cuando las Explorer comenzaron a ser vendidas a un reducido número de usuarios de postín: figuras relevantes del sector que más ruidoiban a hacer y mayor número de incidencias reportar sobre este producto tan innovador.

Fue el pistoletazo de salida para el equipo que fue tomando nota de todas las mejoras a llevar a cabo en un prototipo con el horizonte de comercializarlo de forma oficial este mismo año. Que si la duración de la batería, que si mareos o dolores de cabeza... En Mountain View afilaron el lápiz y fueron tomando nota de estas asperezas (algunas menores, otras, no tanto), pero parece que nadie otorgó demasiado peso a algo menor, que ahora se les ha hecho bola y que Google quiere atajar cuanto antes: los glassholes.

Los 'capullos' de las gafas

¿Recuerdan los primeros meses de vida de los teléfonos móviles? Nada que ver con los de ahora, lógicamente. Aquellos toscos artefactos suponían un cambio tan radical en el día a día de los usuarios que hubo quien incluso vaticinó que no triunfarían. En aquel entonces, el móvil era tan poco habitual que sus poseedores se repartían en dos tipos: los tímidos, y los notas. Los primeros palidecían cuando de su americana salía un extraño pitido que hacía girar la cabeza a la gente que le rodeaba.

Pero los segundos... amigo, aquello era otro cantar. Estaban deseando que les sonara el móvil en todo momento, y cuanta más gente les rodeara, mejor. Aquello era un circo. Conversaciones a vida o muerte con grandes aspavientos y mirando de reojo la cara de estupefacción de los presentes. Rutilante estrella del pop durante los escasos minutos de la llamada. En aquel entonces tener móvil era una especie de don al alcance de unos pocos pioneros adinerados que lo justificaban por la importancia de sus trabajos.

Pues bien, aquellos eran los glassholesque hoy mira con auténtica preocupación Google. El término no deja de ser divertido: es una mezcla de las palabras asshole(que podríamos traducir como capullo) y glass, en referencia a las gafas. ¿Cómo se acuñó esta expresión? Pues replicando de alguna manera la escena descrita con los primeros fanfarrones con un StarTac en la mano.

Los glassholescomenzaron a aparecer en restaurantes, fiestas y actos sociales con sus llamativas gafas y en actitudes que ahora Google define como "socialmente inadmisibles". ¿A qué se refiere la firma exactamente? Es aquí donde uno tiende a pensar que se trata de un efecto colateral no calibrado correctamente. Los primeros usuarios de las gafas hacían uso de las mismas de una forma natural, pero tal vez excesivamente natural.

Ser poseedor de las célebres gafas, al igual que sucedía con los primeros móviles, impregnaba al usuario de cierto halo vanguardista, una especie de 'elegidos para la gloria' pero en versión gadget, y ya se sabe... la vanidad. Tal y como sucedió con los albores de la telefonía móvil, comenzaron a darse casos de usuarios que, posiblemente en muchos casos sin desearlo, daban indefectiblemente la nota. Si sumamos a esto una buena dosis de desconocimiento sobre qué hace y qué no el dispositivo, comenzaron las suspicacias: broncas en restaurantes y primeras multas por conducir con las gafas puestas, que además se enfrentaban a un incierto vacío legal en la materia.

Cómo no ser un 'glasshole'

Por otro lado y para qué negarlo, las Google Glass eran una sofisticación escasa en manos de unos privilegiados, lo que despertó ciertas antipatías que ocultaban sin duda mucha envidia. La gota que colmó el vaso fue sin duda la estampa del incontenible Robert Scoble dándose una ducha con las gafas puestas.

Aquello diola vuelta al mundo y fue el primer síntoma de que el asunto se estaba yendo de las manos. Google ha asistido imperturbable a todo este proceso, pero parece que ha llegado el momento de intervenir puesto que corrían el riesgo de que el fenómeno glassholetuviera un impacto en las ventas a meses de su lanzamiento oficial. A ver quién es el guapo que se pone eso en la cabeza para que lo insulten. Y la intervención no ha sido cómoda: ¿cómo contener ciertas actitudes de uso de un producto que permite llevarlas a cabo?

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Una guía. La firma de Brin y Page ha atajado publicando un listado, lo más políticamente correcto posible para evitar herir sensibilidades sobre qué actitudes evitar con el uso de las gafas y así esquivar el temido calificativo. Lo cierto es que la guía llega con una lista de funciones que se pueden llevar a cabo con las gafas (los pros), pero en realidad no son sino un poco de grasa para que las contras entren con mayor facilidad.

Por primera vez, un fabricante se ha decidido a poner puertas al campo auto limitando las funciones de las gafas para evitar males mayores. De todos los puntos, en realidad el que más preocupa a Google es el relativo a la cámara, y de hecho, mencionan la temida palabra glasshole: prohibido dedicarse a fotografiar a escondidas a la gente. Vamos, un 'no me avergoncéis' pero con guante blanco.

Un enemigo inesperado donde los haya. Ser pionero en un mercado supone asumir ciertos riesgos, pero se ve que Google no calibró (o de hecho, ni siquiera consideró) otros que ahora se han convertido en realmente incómodos. Como se sabe, la firma de Mountain View arremetió con todo al presentar las famosas Google Glass. Fue una llegada un tanto atropellada puesto que el producto no estaba realmente disponible para el gran público, pero en realidad daba lo mismo: la idea de llevar unas gafas futuristas con las que sacar fotos, leer el correo o conectarse a internet era en sí tan transgresora que no pudieron esperar.

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