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El astrónomo de 98 años Pepe Zarragrande, "el niño de la estrella", escribe sus memorias
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CONSTRUYÓ UN OBSERVATORIO EN GALICIA

El astrónomo de 98 años Pepe Zarragrande, "el niño de la estrella", escribe sus memorias

A sus 98 años, este astrónomo aficionado que construyó en su pueblo natal, en Galicia, un auténtico observatorio, busca un editor para su autobiografía

Foto: El astrónomo aficionado José María López Pérez (EFE/Ana Martínez)
El astrónomo aficionado José María López Pérez (EFE/Ana Martínez)

José María López Pérez, o Pepe, el astrónomo aficionado más entusiasta de Galicia, está aquejado a sus 98 años de algún problema de memoria, pero "el niño de la estrella", como se le conoce en su tierra, sueña hoy con la publicación de sus memorias y con la pervivencia de su legado, un observatorio en el coto de Zarragrande.

Lo construyó en el lugar en el que él reside, en Vila de Cruces (Pontevedra), ya jubilado, para enseñar al mundo una ciencia que es una "incógnita" porque, cercano al siglo, este autodidacta sigue creyendo que "hay más vida en el cosmos" y "esto no cabe ponerlo en duda".

La construcción ocupa una colina de 585 metros de altitud.El recinto se cerró con un muro de piedra y, en su interior, son dos las estancias, una dotada de cúpula para los aparatos ópticos, y la otra, una sala de reuniones. Su compañera de fatigas,María Campos López, se casó con José María hace 69 años:"Es una mujer muy buena. Sigo muy enamorado de ella", cuenta el astrónomo en una entrevista, sentado con la que llama "su chica", a quien le dedica una tierna mirada.

María, con buen humor, dice que su marido disfrutó "muchísimo" del observatorio desde que encargó "aquel telescopio a Estados Unidos", pero ella "no tanto", bromea, "porque no había teléfonos móviles y él se iba después de comer y a lo mejor no volvía hasta las tres o cuatro de la madrugada".A José, o Pepe el de Zarragrande, que lee sin gafas, le apasiona Júpiter;y a María, Saturno, "porque es como un sombrero".

Toda una vida observando el cielo

Los dos coinciden en que las noches de estío son "cómodas y agradables" para el que siente la astronomía, aunque las "heladas noches de invierno" son las que ponen a prueba al verdadero observador.Cualquiera que tenga interés puede dedicarse a la exploración de los astros, apunta José, que en marzo de 1986 vio el cometa Halley, -en el campo "estrella del rabo"-, desde las montañas orientales de Benidorm.

Pepe, que presentó su primer libro en 2009 bajo el títuloDivagaciones astronómicas y algo más, ahoraha escrito sus memorias:Vivencias de un trotamundos, que en principio iban a versar sobre la historia de un campesino.De momento, están manuscritas en el salón de casa.

placeholder El astrónomo junto a su esposa

Lo que no ha alterado es la declaración de intenciones: "Juro por mi honor que en esta historia de mi vida diré la verdad y nada más que la verdad. Se empieza con un poema de amor dedicado a mi esposa: 'Lloran mis ojos por verte, mi corazón por amarte, mis labios por darte un beso y mis brazos por abrazarte'. Si alguien descubre que digo mentira, se le ruega y se le agradece, lo comuniquen presto".

Sin embargo, la última vez que subió al observatorio fue hace tres años.Su hijo, José Antonio López Campos, se hará cargo cuando cese su actividad laboral. El astrónomo considera que han sido lospolíticos quienes han relegado algo tan valioso al "olvido"."No creo que tenga que ver con que yo sea comunista. Las estrellas no sonde izquierdas ni de derechas. Son de todos"

El niño de la estrella

El origen del sobrenombre por el que se le conoce en Galicia se remonta a un tiempo en queJosé caminaba con su abuelo por las inhóspitas cumbres de Rebordaos y, en un arcano amanecer, apareció en los claros cielos matutinos una impresionante estrella que semejaba un misterioso ojo que estuviese vigilando los pasos de la peregrina pareja.

¿Qué es esa luminaria?, preguntó el pequeño. "El lucero del alba", obtuvo por respuesta.Más tarde, con la ayuda de un profesor, Manuel Constenla Fariña, sabría que era Venus, "el planeta que después de Mercurio está más cercano al Sol y que puede ser tanto lucero matutino como vespertino", subraya.

El astrónomo profesional Ramón María Aller Ulloa, nacido en 1878 en Lalín, muy cerca de José María, fue otro de sus referentes. En ese sentido,Pepe es un filósofo de la vida que lo mismo habla de la guarnición de la empanada gallega que de las galaxias del futuro.Fue labrador, albañil, carpintero, vigilante en las minas de wolframio y practicante sanitario embarcado en los transatlánticos que iban a Sudamérica.

Pero siempre tuvo un anhelo que llevó a cabo porque la edad, para él, no es más que "el vigor de las personas para enfrentarse a las circunstancias de la vida".Por ello, uno siempre "puede seguir haciendo cosas útiles y, si puede ser, trascendentales, si hay capacidad para ello. Y sin perder el ánimo".

José María López Pérez, o Pepe, el astrónomo aficionado más entusiasta de Galicia, está aquejado a sus 98 años de algún problema de memoria, pero "el niño de la estrella", como se le conoce en su tierra, sueña hoy con la publicación de sus memorias y con la pervivencia de su legado, un observatorio en el coto de Zarragrande.

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