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Las esponjas hermafroditas o cómo hacer reír con la ciencia
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divulgación y humor con 'the big van theory'

Las esponjas hermafroditas o cómo hacer reír con la ciencia

Cuando sus estudios se lo permiten, los miembros de The Big Van Theory cuelgan la bata blanca y se suben al escenario para entretener al público con ciencia

Foto: Eduardo Sáenz de Cabezón, miembro de 'The Big Van Teory' y ganador de Famelab
Eduardo Sáenz de Cabezón, miembro de 'The Big Van Teory' y ganador de Famelab

Durante un rato unas cuantas tardes al mes, cuando sus empleos y agendas se lo permiten, se quitan la bata blanca y salen del laboratorio para encontrarse en un teatro, coger un micrófono y subirse a un escenario. Y quien dice teatro dice feria o bar con espectáculo. El objetivo: contar la ciencia y hacer reír al público, todo en la misma operación.

Se llaman The Big Van Theory (no, no es una errata, se trata de un juego de palabras, van significa furgoneta en inglés), y son un grupo de doce científicos que se conocieron en el certamen de monólogos Famelab, organizado el año pasado por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). La experiencia les gustó tanto que formaron esta peculiar troupe de monologuistas científicos.

¿Encajan el humor y la ciencia? Desde luego que sí. Los integrantes del grupo aseguran que el público disfruta de lo lindo en cada una de sus actuaciones. “Hemos tenido mucho más éxito del que nos esperábamos”, reconoce Helena González, “el público reacciona muy bien y cada vez nos llaman de más sitios para actuar”.

De hermafroditismo y el diluvio universal

En Teknautas hemos tenido ocasión de asistir a una de sus actuaciones en el Teatro del Arte de Madrid, y solo podemos confirmar las palabras de González. Aunque comienzan con una breve introducción en la que, mofándose de sí mismos, piden al público que siga la corriente a los monologuistas y se ría aunque no sean graciosos porque “somos científicos, no tenemos muchas habilidades sociales”, el público se reía conganas.

Fue el caso de la actuación de la propia González. Esta licenciada en biología, que está a punto de presentar su tesis (“en enero”, señala satisfecha), levantó aplausos y carcajadas con la desdichada historia de dos esponjas marinas enamoradas a las que su hermafroditismo secuencial juega una mala pasada tras otra, haciendo imposible su amor.

Pero no todo son risas. Hay actuaciones que no tiran tanto del humor, sino que cuentan una historia, estilo cuentacuentos, que atrapa al oyente. La de Daniel García fue una de ellas. Este sismólogo, que trabaja desde Barcelona para el Servicio Geológico de Estados Unidos, desgranó ante la audiencia las catástrofes naturales que pudieron darorigen al mito del diluvio universal, que comparten culturas antiguas separadas por miles de kilómetros.

Entre esponjas marinas y diluvios universales, el público disfruta mientras descubre cómo conseguir electricidad a partir de aguas residuales, incluyendo una divertida llamada a TeleBacteria por parte de Alberto Vivó, biotecnólogo; qué son los rayos cósmicos y de dónde vienen (“no tenemos ni puta idea”, reconocía Irene Puerto, la astrofísica del grupo); la diferencia entre una conjetura y un teorema, y cómo estos, según Eduardo Sáenz de Cabezón, matemático (y ganador de la primera edición de Famelab en España), sí que son para siempre y no los diamantes; o por qué la bacteria de la peste negra se parece al ejército nazi, a ojos de Oriol Marimon, biólogo molecular.

La función termina con una rueda de preguntas que el público hace a los científicos sobre los temas de los monólogos, o sobre cualquier otra cosa. En esta ocasión, se plantearon dudas, entre otras cosas, sobre las normas de entrega de los Nobel y por qué no existe un premio Nobel de matemáticas.

"La ciencia no es aburrida, y queremos que se sepa"

No siempre actúan los doce, ya que tienen que compaginar los monólogos con sus trabajos de investigación, y porque viven cada uno en un sitio distinto, pero cuando pueden se organizan para juntarse y dar el espectáculo. Se lo toman como un hobby, pero también como una tarea de divulgación: “a veces los científicos estamos en nuestra torre de marfil y es normal que lo que hacemos parezca incomprensible y aburrido. Pero no lo es, y queremos que eso se sepa”, explica Daniel García.

¿Y qué se les ha perdido a doce investigadores en un escenario, haciendo monólogos? Cada uno tiene su historia, pero todas confluyen en Famelab, el certamen internacional de monólogos científicos que el año pasado por primera vez contó con una edición en España, y que ya tiene abierta la fase de inscripción para su segunda edición.

placeholder Alberto Vivó, Daniel García, Irene Puerto, Helena González, Eduardo Sáenz de Cabezón y Oriol Marimon

“Yo siempre he hecho teatro, y cuando se abrió el concurso tuve una avalancha de mensajes de mis amigos y conocidos para que me presentase. Para mí fue algo bastante natural, porque era juntar mi trabajo con una de mis aficiones”, cuenta González. Pero no para todos fue tan fácil; García asegura que el escenario aún le da bastante respeto. “Yo había hecho divulgación en congresos y universidades, pero nunca ante el público general. En la primera fase del concurso había que grabarse en vídeo, y no caí en que luego tendríamos que actuar ante la gente”, dice entre risas.

Se buscan monologuistas científicos

Miedo escénico aparte, fue una gran experiencia y animan a otros científicos a intentarlo, igual que hace José Ignacio Fernández Vera, director de la FECYT, que como decimos ya ha puesto en marcha la segunda edición de Famelab. La fase de inscripción durará hasta el 16 de enero, por lo que hay tiempo para preparar un guion de un par de minutos, grabarlo (con la cámara del móvil mismamente) y enviarlo al concurso.

No hace falta ser gracioso. Si sabes contar historias de cualquier manera, hacerte con el público con un mensaje que enganche, entonces tienes que participar

Tras varias fases de selección, el ganador participará en la edición internacional del concurso que se celebra en Chentelham, Inglaterra, en la que participan representantes de más de 20 países de Europa, Asia y América.Fernández Vera invita a cualquiera con don de palabra a probar suerte. “No hace falta ser gracioso. Si sabes contar historias de cualquier manera, hacerte con el público con un mensaje que enganche, entonces tienes que participar”.

La FECYT organiza este concurso en colaboración con el British Council, con el objetivo de llevar la ciencia a una esfera que no intimide al público: la del ocio. Fernández Vera asegura que la idea ha tenido mucho éxito, ya que todas las eliminatorias de la anterior edición colgaron el cartel de “no hay entradas”. Y eso que, asegura, la ciencia es polémica. “La ciencia te obliga a pensar, a posicionarte, y a veces simplemente preferimos no pensar”.

Durante un rato unas cuantas tardes al mes, cuando sus empleos y agendas se lo permiten, se quitan la bata blanca y salen del laboratorio para encontrarse en un teatro, coger un micrófono y subirse a un escenario. Y quien dice teatro dice feria o bar con espectáculo. El objetivo: contar la ciencia y hacer reír al público, todo en la misma operación.

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