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Una implicación casi temeraria: inventores que no sobrevivieron a sus creaciones
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Una implicación casi temeraria: inventores que no sobrevivieron a sus creaciones

La de inventor es una vida muy sacrificada. Cuando la desgracia o la inconsciencia se ponen por delante, los desafíos técnicos se convierten en un asunto vital

Foto: El AVE Mizar, de cuyo accidente se cumplieron cuarenta años este verano
El AVE Mizar, de cuyo accidente se cumplieron cuarenta años este verano

El proceso de inventar algo rara vez es un camino de rosas. No solamente están los desafíos técnicos que hay que superar y que suponen una prueba al ingenio, sino que asuntos tan mundanos como las patentes, las inversiones o la comercialización se pueden convertir en undolor de cabeza para el creador, alejando la llegada de su idea a las manos de la gente que podría beneficiarse de ella.

Pero en otras ocasiones los obstáculos son mucho más tangibles y de tal magnitud que los inventores se dejan por el camino su propia vida. En algunos casos sufrieron desafortunados accidentes, mientras que en otros la temeridad les jugó una mala pasada. Muchos de ellos están relacionados con la búsqueda de nuevas formas de transporte, y con razón: lanzarse desde las alturas o desplazarse a gran velocidad son experiencias fascinantes pero aún peligrosas hoy en día.

Otto Lilienthal, en busca del vuelo sin motor

La relación entre el hombre y su sueño de volar es la responsable de muchas de las muertes de inventores que se han producido en la historia. Es lógico: la idea es tentadora, perovencer a la gravedad no es fácily las consecuencias de intentarlo pueden ser catastróficas.

Otto Lilienthal lo vivió en propia piel. Este ingeniero civil alemán trabajó durante años junto a su hermano para diseñar un sistema de vuelo unipersonal sin motor. Construyó cerca de Berlín una pequeña colina que empleaba para lanzarse en sus pruebas y realizó más de 2.000 vuelos cortos con sus prototipos, gracias a los que perfeccionó sus diseños. Escribió varias obras con sus observaciones, y algunas fueron clave para el éxito posterior de los hermanos Wright.

Su habilidad como ingeniero y trabajo incansable leconvirtieron en uno de los expertos en esta área durante su época, y la publicación de fotografías en varias revistas norteamericanas, en las que aparecía equipado con alguno de sus diseños y saltando desde lo alto, le dieron cierta fama.

Sin embargo, una de sus pruebas terminó en tragedia en agosto de 1896, cuando el equipo de vuelo falló y Lilienthal se estrelló desde 17 metros de altura. La caída le provocó graves heridas, entre ellas la rotura de la columna vertebral, que le causaron la muerte al día siguiente.

Franz Reichelt y Karel Soucek, sus trajes no les salvaron de la caída

Continuando con el sueño de volar, tanto Franz Reichelt como Karel Soucek fueron víctimas de un exceso de confianza en sus propios inventos a la hora de vencer la gravedad. Ambos inventores nacieron en lo que hoy es la República Checa, aunque en dos momentos distintos: Reichelt a finales del siglo XIX y Soucek a mediados del XX, pero los dos tuvieron una muerte similar.

Franz Reichelt fue un sastre nacionalizado francés que ejerció en París durante el cambio de siglo. Allí, supuestamente siguiendo los diseños de Da Vinci, ideó un traje que funcionaría de forma similar a un paracaídas: llevándolo puesto, un hombre podría saltar desde las alturas y bajar despacio hasta posarse en el suelo. En 1912 probó su invento desde lo alto de la Torre Eiffel lanzando un muñeco vestido con su traje. Se estrellaron contra el suelo, pero Reichelt estaba convencido de que su diseño era correcto y el fallo estaba en que el muñeco no podía abrir los brazos.

Decidió probarlo él, y se tiró desde el mismo lugar. El traje, de nuevo, no funcionó, y Reichelt falleció al chocar contra el suelo.Varios policías, algunos curiosos y un equipo de cámaras se encontraban reunidos para ver el fallido experimento, por lo que han quedado grabaciones para la posteridad del fatídico salto de Reichelt.

Karel Soucek, por su parte, fue un aventurero nacionalizado canadiense, famoso por lanzarse en 1984desde lo alto de las Cataratas del Niágara en el interior de un barril acolchado diseñado por él mismo. Había realizado varias pruebas previamente y el salto fue un éxito. Se hizo famoso en televisión y se preparó para repetir la azaña al año siguiente desde lo alto del estadio Astrodome de Houston.

Pero en esta ocasión algo salió mal, el barril se desequilibró y la trayectoria no fue la prevista: en vez de caer en medio del tanque de agua situado en el suelo del estadio, se golpeó contra el borde. Soucek fue rescatado con vida, pero falleció pocos minutos después a causa del impacto, delante de 35.000 espectadores.

William Bullock, atrapado por su propio invento

William Bullock es un ejemplo de otro tipo de muerte por parte de un inventor, el del accidente desafortunado. En este caso, no hubo temeridad ni desafío a las leyes de la física, solo un momento de mala suerte.

William Bullock era inventor, además de un empresario dedicado al sector de la prensa. Desde joven se interesó por la mecánica, y desarrolló una máquina cortadora de tejas, una prensa de algodón y una sembradora de grano, con la que ganó un premio del Instituto Franklin en 1849.

Desde de su entrada en el equipo de edición de un periódico local de Filadelfia, comenzó a trabajar en una imprenta más eficiente que las que existían en la época. A partir del diseño de la rotativa ideado por Richard March Hoe en 1843, creó una versión mejorada. En su invento, los grandes rollos de papel entraban automáticamente en la máquina, eliminando la necesidad de introducirlos de forma manual constantemente. Además, imprimía por las dos caras, doblaba el papel y cortaba las hojas por el lugar indicado con precisión.

En abril de 1867, Bullock se encontraba ajustando la máquina en el taller de impresión del Philadelphia Public Ledger y, al intentar colocar una correa dándole un golpe con el pie, su pierna quedó aprisionada en la rotativa, aplastándosela. Consiguieron liberarle, pero la herida que sufrió en el accidente se infectó y termino engangrenándose. Bullock murió varios días después, mientras era sometido a una operación para amputarle la pierna.

Aleksandr Bogdánov, pionero de las transfusiones de sangre

Al igual que el caso de Bullock, la muerte del rusoBogdánov puede considerarse efecto de la mala suerte, aunque él si se había expuesto a cierto riesgo al realizar uno de sus experimentos sobre sí mismo.

AlexanderBogdánov fue un filósofo, médico y teórico económico que vivió los últimos años del Imperio Ruso y participó activamente de la revolución bolchevique. Fue detenido en varias ocasiones, y llegó a rivalizar en influencia con el propio Lenin. Poco a poco tomó un papel más secundario en la esfera política.

Alexander Bogdánov (izda.) juega al ajedrez con LeninUna de sus áreas de estudio se centró en la práctica de transfusiones de sangre, que empezó a investigar en 1924. Con este procedimientoesperaba no solo restablecer la salud de los enfermos, sino recuperar cierta juventud. Según sus apuntes, tras someterse a once transfusiones pudo comprobar que su vista mejoraba.

Sin embargo, este mismo procedimiento le causó la muerte poco después: en 1928 se sometió a una transfusión sanguínea que podríahaber estado contaminada con malaria o tuberculosis. Otras voces apuntan a que sufrió un caso de incompatibilidad sanguínea, ya que la diferencia entre grupos no estaba estudiada al detalle por entonces.

Thomas Midgley, atrapado por el sistema que diseñó para ayudarse

Thomas Midgley es otro inventor que decidió ser de los primeros en probar su propio ingenio. Su muerte, sin embargo, no se debe a nada más que a una funesta mala suerte.

Migdley fue un ingeniero y químico norteamericano que vivió entre finales del siglo XIX y principios del XX. Entre el centenar de patentes registradas con su nombre se encuentran algunos aditivos para la gasolina muy utilizados en su época así como algunos de los primeros CFCs. Fue muy reconocido en su época, pero el fuerte impacto ambiental de sus desarrollos ha oscurecido su legado años después de su muerte.

Sin embargo, el invento que causó su muerte no tenía nada que ver con la química y pocos podrían haber encontrado en él nada reprochable. En 1940, a los 51 años, Migdley contrajo la polio, lo que le causó una grave discapacidad física que le impedía moverse de forma autónoma.

Para solucionar en parte su problema y el de otros en su misma situación, ideó una cama con un sistema de cuerdas y poleas que le ayudasen a incorporarse sin ayuda. Este sistema fue la causa de su muerte un tiempo después, al quedarse enganchado en las cuerdas mientras dormía, lo que le provocó la muerte por asfixia.

Donald Campbell, récord de velocidad sobre el agua

Igual que lanzarse desde las alturas ha provocado más de un accidente, la velocidad es otro factor involucrado en la muerte de algunos inventores. Fue el caso de Donald Campbell, un deportista británico de principios del siglo XX que se hizo famoso por batir en varias ocasiones el récord de velocidad tanto en tierra como sobre el agua. De hecho, es la única persona que ha logrado superar ambas marcas en el mismo año.

El padre de Campbell fue también conocido por superar los récords establecidos de velocidad en una serie de vehículos que bautizó como Bluebirds, con los que se referíatanto a coches como a barcos. Campbellheredó esa afición por ir más rápido de lo imaginable en su época, y aplicó una serie de mejoras sobre los diseños de su padre. Uno de ellos, el Bluebird K7, era el vehículo acuático con el que quiso batir su propio récord en 1967.

La prueba se llevó a cabo en Coniston Water, en Inglaterra. El sistema de alimentación de la máquina había dado algunos problemas en los meses de antes, impidiendo que alcanzase su velocidad máxima, pero Campbell confiaba en haber arreglado el fallo.

Sobre las aguas del lago, Bluebird comenzó a ganar velocidad poco a poco, pero al alcanzar su pico de velocidad, cercano a los 500 kilómetros por hora, el vehículo perdió la estabilidad y se levantó hasta situarse en vertical. En seguida dio una voltereta sobresí mismo y se estrelló contra el agua. Campbell falleció en el acto, y su cuerpo no fue rescatado hasta mayo de 2001.

Henry Smolinski, inventor del primer coche volador

La idea de un coche híbrido capaz de circular por carretera y de volar por el aire ha capturado la imaginación colectiva desde hace décadas, y aún hoy hay intentos de conseguir un modelo comercializable. En los años 70, Henry Smolinski decidióponerse manos a la obra y probar suerte.

Smolinski fundó la empresa Advance Vehicles Engineers en 1971 con el objetivo de diseñar un coche volador. El único modelo que llegó a producir fue el AVE Mizar y era, casi literalmente, un Ford Pinto pegado a una avioneta Cessnar Skymaster. Su propósito no era que el coche despegase en cualquier momento para evitar un atasco, sino más bien que pudiese volar de un aeropuerto a otro y, una vez aterrizado, circular con normalidad. Los controles del coche estaban adaptados para conducir o pilotar según el momento.

En agosto de 1973 realizaron la primera prueba de vuelo, a cargo de un piloto de pruebas experimentado. El soporte del ala derecha falló poco después del despegue, pero el piloto consiguió aterrizar en una explanada cercana y volvió conduciendo el vehículo hasta el aeropuerto. En septiembre del mismo año, la suerte no acompañó al piloto, que en esta ocasión era el propio Smolinski, acompañado por su socio, Hal Blake. De nuevo, el soporte del ala derecha falló y se desprendió cuando Smolinski intentó girar para volver a la pista.

El Mizar se estrelló aparatosamente contra el suelo y ambos murieron en el acto. Esto frenó la producción en masa del vehículo, que estaba previsto que comenzase el año siguiente. La empresa pensaba venderlos por entre 18.000 y 29.000 dólares.

Michael Dacre, padre del primer 'aero-taxi'

Continuando en la estela de los amantes de la aviación, el británico Michael Dacre es uno de los últimos inventores en entrar en esta triste lista. Fue el creador del primer taxi volador, bautizado como Jetpod,diseñado para despegar en 125 metros y aterrizar en 300;espacios relativamente pequeños, lo que le habría permitido, junto con una baja tasa de emisiones,operar cómodamente en el centro de las ciudades.

La idea de este empresario era crear rutas aéreas que sobrevolasen los puntos más concurridos de las ciudades, llevando clientes de unos puntos a otros evitando las incomodidades del tráfico terrestre.

Dacre esperaba que su invento llegase al mercado en 2010, pero un año antes, en agosto de 2009, todo se truncó al estrellarse el vehículo, con su creador al volante, mientras realizaba pruebas en Malasia.

Los testigos del accidente contaron que el aparato intentó elevarse varias veces antes de ganar por fin altura, pero que transcurridos unos 200 metros, el piloto pareció perder el control antes de chocar contra el suelo. Dacre falleció en el acto a causa del impacto.

El proceso de inventar algo rara vez es un camino de rosas. No solamente están los desafíos técnicos que hay que superar y que suponen una prueba al ingenio, sino que asuntos tan mundanos como las patentes, las inversiones o la comercialización se pueden convertir en undolor de cabeza para el creador, alejando la llegada de su idea a las manos de la gente que podría beneficiarse de ella.

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