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Un grupo de estudiantes 'hackea' un yate con un GPS casero
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CONSIGUEN DESVIAR SU RUMBO SIN SER DETECTADOS

Un grupo de estudiantes 'hackea' un yate con un GPS casero

El año pasado, un grupo de la Universidad de Texas consiguió engañar a un dron. Ahora, han demostrado que es fácil hacerse con el control de un barco

Foto: The White Rose of the Dratch
The White Rose of the Dratch

Con una caja azul del tamaño de un maletín, dos estudiantes de la Universidad de Texas han conseguido engañar a los sistemas de navegación de un yate de más de 80 millones de dólares, convenciéndole de que se desviase poco a poco de su ruta sin que ninguno de los dispositivos a bordo consiguiese darse cuenta. Si cambiamos a los dos estudiantes estadounidenses por un británico en smoking, podríamos estar hablando de una escena de una película de James Bond cualquiera.

Pero no es el caso. Los dos estudiantes se llaman Jahshan Bhatti y Ken Pesyna, y forman parte un grupo dirigido por el profesor Todd Humpreys, del departamento de Ingeniería Espacial e Ingeniería Mecánica de la Universidad de Texas. Un grupo que el año pasado ya consiguió hacer lo mismo con un dron: confundir a su receptor de GPS con un dispositivo casero y manejarlo, algo que supone una grave brecha en la seguridad de estos vehículos.

El objetivo del experimento en esta ocasión era averiguar la dificultad de llevar a cabo un ataque de este tipo (llamado spoofing) en alta mar y si los equipos con los que cuenta el barco podrían identificar la intromisión de las señales falsas.

¿Es fácil confundir a un barco?

“El 90% de las mercancías en todo el mundo se mueven por el mar, y gran parte del transporte de viajeros se realiza por aire. Por eso necesitamos entender mejor qué implica un ataque por spoofing”, ha explicado Humpheys. Según el profesor, el experimento demuestra que confundir a un buque es muy fácil, y que éste se dé cuenta, muy difícil.

Para llevar a cabo la prueba, los estudiantes fueron invitados a bordo del yate, llamado The Rose of Drachts, en una travesía por el mar Mediterráneo desde Marruecos hasta Rodas, en Grecia. La acción tuvo lugar en aguas internacionales frente a la costa de Italia.

Situados en la cubierta superior con su dispositivo, Bhatti y Pesyna comenzaron a emitir una seire de débiles señales de GPS hacia las dos antenas del barco. El objetivo era desplazar poco a poco, sin que el sistema detectase ninguna anomalía, a las señales auténticas. Al poco rato, el barco recibía únicamente la señal trucada, sin despertar ninguna sospecha y sin que los navegadores del barco hubieran visto interrumpida la recepción.

Una vez que controlaban la navegación, la estrategia del equipo fue forzar al barco a tomar un nuevo rumbo con maniobras sutiles, desviándole solo unos cuantos grados cada vez. Para hacerlo, hacían que el sistemainformasede una supuesta ligera desviación del rumbo inicial, a lo que la tripulación respondía corrigiendo el rumbo. En realidad, loque desviaba al barco era cada una de las correcciones de la tripulación, ya que no existía ninguna desviación.

En dirección paralela pero a cientos de metros de distancia

Como resultado del proceso, los dispositivos que consultaba el capitán en la sala de mando mostraban que el yate seguía un rumbo en línea prácticamente recta, pero lo cierto es que el barco estaba realizando una curva da vez más pronunciada. Después de varias maniobras de este tipo, el barco había sido desplazado a una ruta paralela a la original, pero a cientos de metros de distancia.

El equipo había conseguido su propósito: hackear los sistemas de un súper yate con un dispositivo casero, del tamaño de un maletín y fabricado por estudiantes. “Este experimento es aplicable a otros medios de transporte semiautomáticos, como por ejemplo los aviones, que funcionan en parte con pilotos automáticos”, explica Humphreys, y demuestra, según él, lo fácil que resultaría hacerse con el control de una nave manejada por estos sistemas. “Tenemos que empezar a pensar cómo hacer frente a esta amenaza”.

Con una caja azul del tamaño de un maletín, dos estudiantes de la Universidad de Texas han conseguido engañar a los sistemas de navegación de un yate de más de 80 millones de dólares, convenciéndole de que se desviase poco a poco de su ruta sin que ninguno de los dispositivos a bordo consiguiese darse cuenta. Si cambiamos a los dos estudiantes estadounidenses por un británico en smoking, podríamos estar hablando de una escena de una película de James Bond cualquiera.

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