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La lista de la vergüenza de los ‘ladrillazos científicos’
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La lista de la vergüenza de los ‘ladrillazos científicos’

La economía española está acosada por los recortes, pero antes de la crisis estaba lastrada por el despilfarro. La ciencia, que desde luego no es inmune

Foto: La lista de la vergüenza de los ‘ladrillazos científicos’
La lista de la vergüenza de los ‘ladrillazos científicos’

La economía española está acosada por los recortes, pero antes de la crisis estaba lastrada por el despilfarro. La ciencia, que desde luego no es inmune a lo primero, tampoco fue ajena a lo segundo. Grandes infraestructuras infrautilizadas, iniciativas millonarias que nunca se pusieron en marcha, grandilocuentes investigaciones sin sentido.

El dinero mal invertido termina siendo un lastre porque por la burbuja especulativa y los intereses partidistas de los políticos terminan, siempre, pasando factura. Y lamentablemente, las facturas no las pagan los responsables de esas decisiones, sino los investigadores (especialmente, los más jóvenes) y las pymes innovadoras.

El Gobierno acababa el viernes, acertadamente, con una idea impulsada por la ex vicepresidenta Fernández de la Vega para rellenar espacios vacíos en la expo de Zaragoza: un centro de I+D para el cambio climático, en el que se han invertido más de 3,5 millones de euros, tiene una directora que cobra 60.000 euros al año “más incentivos” y que nunca se ha abierto.

Uno de los ejemplos más vergonzosos de burbuja científica es el del IMMPA. Impulsado por el ex presidente del CSIC y ex secretario de Estado Carlos Martínez, el Instituto de Medicina Molecular Príncipe de Asturias fue diseñado como el “referente europeo en el ámbito de la investigación de excelencia para la comprensión de las enfermedades inmunológicas”. Costó 40 millones de euros. Iba a tener casi mil empleados. El edificio fue construido en una parcela de 50.000 metros cuadrados. Nunca llegó a abrir.

Y qué decir de las ICTS, instalaciones científicas singulares, algunas de ellas totalmente faraónicas y cuyos directores cobraban más de 100.000 euros al año. En ese agujero negro de las burbujas inmobiliarias que es la Comunidad Valenciana, hay dos ejemplos: el CIMET, una “mega instalación” de 60 millones de euros de inversión que aún no se ha construido, y el Instituto de Física Médica, prácticamente en la misma situación.

En tiempos de bonanzas también fue muy recurrida esa tendencia, inútil en la práctica pero repleta de réditos políticos, de poner un centro de I+D en cada pueblo de España. Un ejemplo es el centro de cultivos energéticos que planteó el INIA en Teruel y que se cerró después de que la constructora suspendiera pagos y dejara una deuda de 700.000 euros.

La lista sigue hasta completar más de una decenas de ladrillazos científicos. Lo malo de que la política de I+D sea solo un vistoso pin que los políticos se ponen y quitan según les conviene es que anuncian inversiones y recortes con la misma facilidad. El problema es que, diga lo que diga Mariano Rajoy, la ciencia nunca ha sido  "una pieza clave" para la competitividad de este país.

La economía española está acosada por los recortes, pero antes de la crisis estaba lastrada por el despilfarro. La ciencia, que desde luego no es inmune a lo primero, tampoco fue ajena a lo segundo. Grandes infraestructuras infrautilizadas, iniciativas millonarias que nunca se pusieron en marcha, grandilocuentes investigaciones sin sentido.