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España es el principal proveedor de la gran biblioteca digital europea
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EUROPEANA AÚNA 26 MILLONES DE DOCUMENTOS

España es el principal proveedor de la gran biblioteca digital europea

Imagina poder leer un ejemplar original de Philosophiae Naturalis Principia Mathematica, el libro en el que Isaac Newton consignó las leyes de la gravedad, o la

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España es el principal proveedor de la gran biblioteca digital europea

Imagina poder leer un ejemplar original de Philosophiae Naturalis Principia Mathematica, el libro en el que Isaac Newton consignó las leyes de la gravedad, o la primera constitución que se aprobó en Europa, en plena Revolución Francesa. Imagina poder hacerlo a través de internet, sin necesidad de solicitar ningún permiso y sin ponerte unos guantes de látex para que el papel no se te desintegre entre los dedos. E imagina que puedes encontrar estos documentos, y miles más, desde un solo buscador.

Ésta es la idea tras el proyecto Europeana. Puesto en marcha por la Unión Europea en el año 2008, Europeana es el mayor registro digital de patrimonio histórico intelectual, que aúna catálogos de bibliotecas, museos y archivos de 37 países. El objetivo es recopilar, preservar y facilitar el acceso a documentos que son parte de la historia y la cultura del continente.

Actualmente, más de 2.000 instituciones tienen sus archivos accesibles desde Europeana, entre ellas la British Library de Londres, el Rijksmuseum de Ámsterdam, la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes o el Museo Galileo - Istituto e Museo di Storia della Scienza. En total, ponen a disposición del usuario alrededor de 26 millones de objetos: textos, fotografías, vídeos y archivos de audio, dibujando con ellos un panorama de lo que somos y hemos sido.

En medio de este tesoro cultural, España es uno de los miembros que más patrimonio aporta. De hecho, es el principal proveedor de textos de esta gigantesca biblioteca virtual: en total, más de dos millones de manuscritos, incunables, obras literarias y documentos históricos. Teniendo en cuenta el total de registros, España se sitúa en el tercer lugar, con 2.015.904 entradas.

Manejar esta ingente cantidad de información presenta un reto importante: hay que recopilarla de forma adecuada para que su recuperación por el usuario sea sencilla y rápida. No sirve de nada poner todos estos documentos a su alcance si le va a resultar imposible encontrar los que le interesan. Europeana impone para ello unos estándares que todos los proveedores deben cumplir para formar parte de este gran catálogo.

La mayor parte de la contribución española se realiza a través de Hispana, un directorio y recuperador de contenidos digitales gestionado por el Ministerio de Cultura. Este catálogo recoge documentos de casi 200 instituciones. La Biblioteca Virtual de Prensa Histórica, el Fondo Documental Histórico de las Cortes de Aragón o el Archivo de la Imagen de Castilla-La Mancha son algunos de los fondos documentales que se pueden consultar desde Hispana.

Digibís es la empresa española autora del software que utiliza este catálogo. Una de sus consultoras, que pide que su nombre no aparezca, explica que los estándares en los que se basa el sistema están arraigados en la Open Archives Initiative, un protocolo surgido en el ambiente académico y científico a finales de los 90 que tenía como objetivo favorecer la difusión de contenidos.

“A finales de los 90, en el ámbito académico internacional se planteó este problema: internet está lleno de artículos científicos dispersos, ¿cómo puedo saber qué artículos hay? Ese fue el origen del protocolo Open Archives Initiative, una forma de recoger esa información y centralizarla. Las bibliotecas tenían sus catálogos en la web desde hace tiempo, pero tenías que conocer la dirección del catálogo de cada biblioteca e ir buscando de una en una”, explica a Teknautas.

Ahora se utiliza una evolución de ese protocolo en los fondos de bibliotecas y museos, de forma que puedan ser accesibles desde catálogos como Hispana o Europeana. Dicen que no son la única empresa que aplica estos estándares, que son públicos y pueden ser consultados y empleados por cualquiera, pero cuentan con la ventaja de trabajar con ellos desde sus comienzos y conocerlos en profundidad.

El mayor desafío está en mantenerse siempre al día de los cambios en estos estándares, señala Tachi H. de Larramendi, directora de Digibís. Hispana, y con él todos sus proveedores, deben aplicar las normativas que implemente Europeana o sus contenidos no podrán ser adecuadamente catalogados.

Cuando se puso en marcha en 2008, el protocolo de Europeana era relativamente sencillo: cuanto más fácil fuese de utilizar, más gente lo emplearía. Por entonces, se consignaban datos externos del documento: título, autor, año, etc. Pero desde entonces, de forma progresiva, se ha hecho necesario proporcionar más información para ofrecer búsquedas más completas e interrelacionadas.

Así, se implantó el modelo ESE (Europeana Semantic Elements), un protocolo para aportar información adicional sobre el contenido interno de un documento; y posteriormente una mejora conocida como EDM (Europeana Data Model), una estructura que permite la vinculación de recursos digitales que están relacionados.

El futuro avanza precisamente en esta dirección. Dentro de unos años será posible lanzar búsquedas que devuelvan resultados por el contenido del texto, la imagen o el vídeo. Aunque este estándar ya se está implementando, hará falta tiempo para que todos los contenidos se adapten y respondan a estas búsquedas.

Imagina poder leer un ejemplar original de Philosophiae Naturalis Principia Mathematica, el libro en el que Isaac Newton consignó las leyes de la gravedad, o la primera constitución que se aprobó en Europa, en plena Revolución Francesa. Imagina poder hacerlo a través de internet, sin necesidad de solicitar ningún permiso y sin ponerte unos guantes de látex para que el papel no se te desintegre entre los dedos. E imagina que puedes encontrar estos documentos, y miles más, desde un solo buscador.