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Waze, los locos israelíes que se hicieron de oro a cuenta del GPS
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GOOGLE LA HA COMPRADO POR 1.300 MILLONES

Waze, los locos israelíes que se hicieron de oro a cuenta del GPS

No hace tanto tiempo tirábamos de mapas en papel para encontrar nuestro ansiado retiro vacacional. La guantera escondía aquel arrugado mapa anillado con el que recorríamos

Foto: Waze, los locos israelíes que se hicieron de oro a cuenta del GPS
Waze, los locos israelíes que se hicieron de oro a cuenta del GPS

No hace tanto tiempo tirábamos de mapas en papel para encontrar nuestro ansiado retiro vacacional. La guantera escondía aquel arrugado mapa anillado con el que recorríamos de punta a punta la geografía de nuestro país. Pero el papel murió y dio paso a los GPS que nos indicaban diligentemente y sobre la marcha qué giro debíamos efectuar y a cuántos metros debíamos hacerlo, e incluso avanzaba con bastante precisión la hora de llegada. 

Aquellos primeros equipos eran dedicados (los conocidos como PND) y se pegaban al parabrisas, pero la irrupción de los smartphone arrasó esta realidad: los móviles siempre estaban en nuestros bolsillos y al estar permanentemente conectados a internet podían recibir información en tiempo real e indicar al conductor sobre incidencias en la ruta o recalcular la misma en función de la densidad del tráfico. En aquel esplendoroso horizonte, marcas como Tomtom reinaron prácticamente en solitario haciendo caja en venta de licencias y suscripciones, pero un buen día llegó Google y decidió que aquel goloso servicio debía ser gratuito para todos los usuarios. Y el mercado entró en declive.

El conocido fabricante holandés se revuelve intentando reinventarse con nuevos productos para no entrar en la peligrosa espiral del olvido, pero sigue sin poder evitar el declive: su facturación ha caído un 17% en apenas un solo año. Los de Mountain View y su temido dedo del gratis total fulminaron sin titubeos un rentable negocio, y los mapas pasaron a ser un activo muy valorado por los usuarios, pero ahora ya gratuito.


Apple lo vio rápido, pero su tumultuosa entrada con los fatídicos Apple Maps fue un rotundo fracaso, uno de los pocos que se les conoce a los de la manzana y que fue el detonante del fulminante despido de Scott Forstall, una de las vacas sagradas de la compañía. El segmento de los GPS parecía un caladero agotado, pero un grupo de emprendedores israelí mantuvo firme el timón en una aventura paralela con la fe ciega de saber que ahí todavía había dinero. Y mucho. En 2008 nació Waze, una aplicación GPS para el móvil que servía como navegador GPS, pero con dos principios fundamentales: ser gratuita y basar su información en lo aportado por los usuarios.

Este modelo de navegación por crowdsourcing parecía una locura en sus inicios, pero Waze comenzó a acumular usuarios por millones. Los usuarios del servicio conocen bien lo eficaz de la rabiosa actualidad al volante: que si un accidente en 500 metros, que si un control policial... Una patrulla millonaria de usuarios iba nutriendo el servicio de forma frenética en un sistema que además resultaba adictivo: el usuario iba acumulando puntos y galones. 

La joven firma israelí abandonó poco a poco el anonimato y entró en el radar de los grandes: se rumoreó que tanto Apple, como Facebook y finalmente Google, se habían sentado con estos irreverentes emprendedores que negaban la lógica del negocio, y finalmente los del buscador extendieron un cheque con muchísimos ceros cerrando una de las adquisiciones más voluminosas de los últimos meses: más de mil millones de dólares por una app GPS que ofrece un servicio que ellos mismos proporcionan de forma gratuita. ¿Alguien lo entiende?

Pero Waze esconde muchos secretos que escapan al análisis inicial. No se trata en sí de una firma que proporciona servicios de navegación GPS sin más: es una empresa que recopila información, y éste es el activo por el que realmente Google ha tirado de caja. Los usuarios del servicio envían todo tipo de datos de forma anónima que luego pueden ser explotados con múltiples fines. 

Hay que imaginar a un ejército de 50 millones de usuarios en constante movimiento que informan en tiempo real sobre la densidad del tráfico, los incidentes, pero también sobre la calidad de la red móvil (cobertura, velocidad de datos...). Sabiendo esto cuesta menos entender el valor de esta joven firma que ha saltado en cuestión de meses al estrellato. Y la maniobra de Google es hábil: en un segmento tan apretado y estratégico como el de la telefonía móvil, estar bien posicionado en uno de sus mayores activos, la navegación GPS, es clave.  

Este contundente movimiento en el mercado ha hecho tambalear el status quo de los contendientes que se reparten en tres modelos de negocio: Tomtom sigue anclado en el pago por uso ofreciendo un producto de calidad, pero en una estrategia que tiene los días contados, mientras Google y Apple apuestan por ofrecer este servicio de valor añadido de forma totalmente gratuita y por fin Waze, que hasta la fecha ofrecía un producto de calidad a coste cero para los usuarios, a los que como contrapartida exigía información de forma totalmente anónima. Y parece que va a seguir siendo así: “a efectos prácticos, nada va a cambiar por aquí", afirma Noam Bardin, CEO de la firma.

No hace tanto tiempo tirábamos de mapas en papel para encontrar nuestro ansiado retiro vacacional. La guantera escondía aquel arrugado mapa anillado con el que recorríamos de punta a punta la geografía de nuestro país. Pero el papel murió y dio paso a los GPS que nos indicaban diligentemente y sobre la marcha qué giro debíamos efectuar y a cuántos metros debíamos hacerlo, e incluso avanzaba con bastante precisión la hora de llegada.