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Cliodinámica o el arte de predecir el futuro con base matemática
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ANALIZAN DOCUMENTOS 'ONLINE' PARA LEER LA HISTORIA

Cliodinámica o el arte de predecir el futuro con base matemática

En la saga Fundación, Isaac Asimov instituyó la psicohistoria, una ciencia inventada por un místico personaje de nombre Hari Seldon. A través de ella, el ser humano

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Cliodinámica o el arte de predecir el futuro con base matemática

En la saga Fundación, Isaac Asimov instituyó la psicohistoria, una ciencia inventada por un místico personaje de nombre Hari Seldon. A través de ella, el ser humano podía conocer el futuro analizando el pasado. En la ciencia ficción, se predecía el ocaso del Imperio Galáctico. Ahora, la realidad tiene también su propia psicohistoria. Se llama cliodinámica y Peter Turchin, un profesor de la Universidad de Connecticut, es su profeta. Según sus previsiones, también se avecina tormenta.

Igual que en las novelas de Asimov, los investigadores de este campo científico alternativo analizan los hechos históricos pretéritos trazando patrones y modelos susceptibles de repetirse en el futuro. Sus objetivos son similares a los que se plantean los historiadores en sus investigaciones: responden preguntas. Por ejemplo: ¿cuáles fueron las causas de la caída del Imperio Romano? Pero sus métodos son distintos. Usan las matemáticas.

Los escépticos de la cliodinámica sostienen que se trata de técnicas estadísticas conocidas que en el pasado ya se usaron para profetizar la Historia y, en la mayoría de ocasiones, fallaron.

“En los 60, Khrushchev, en un discurso apoyado por todas la estadísticas soviéticas, predijo que en los 80 el comunismo estaría total y fuertemente implantado en la URSS. Y lo que pasó fue que cayó el Muro de Berlín”, explica a Teknautas el filósofo Gustavo Bueno. Lo que no tenía el líder comunista era internet.

La cliodinámica no nació ayer. Turchin la fundó en los 90, pero el campo científico se había mantenido en estado larvario porque los investigadores no disponían de datos suficientes que analizar. 

Gracias a internet, que está permitiendo la digitilización en la nube de millones de documentos históricos de todas las épocas, desde periódicos a registros públicos, es ahora cuando están obteniendo resultados. Por primera vez están capacitados para hacer predicciones basadas en volúmenes de información suficientes.

Por eso la clave de la cliodinámica no son los algoritmos, sino la información que analizan. Los métodos matemáticos utilizados por los científicos no son complejos. Se trata, en general, de técnicas estadísticas comunes, como el análisis espectral. Tampoco usan herramientas procendentes del big data. A Turchin y sus discípulos les basta con distintos tipos de software estadístico.

Su trabajo consiste en construir modelos matemáticos nuevos en función de un conjunto de datos. A continuación, comparan los resultados con los patrones históricos conocidos, tratando de encontrar similitudes. Así se predice el futuro.

“Las propias predicciones de Milton Friedman sobre las crisis se basaron en estudios estadísticos. Como experimento está bien, pero una predicción por las buenas no tiene sentido. Hay que incorporar al modelo multitud de variables sociales, demográficas…  La Historia no es un sistema cerrado, como el sistema solar, donde puedes saber con exactitud la posición de un planeta”, argumenta Gustavo Bueno.

El último descubrimiento de la cliodinámica es un patrón histórico constante de inestabilidad social que se repite en todas las civilizaciones, desde de la antigua Roma, pasando por la China dinástica y la Inglaterra medieval, hasta los estados recientes. 

En los modelos analizados, las distintas sociedades atraviesan ciclos continuos de 100 años de inestabilidad, que una vez superados se completan con un nuevo período de 50 años donde impera la violencia política más extrema.

Según Turchin, los ciclos de un siglo están marcados por tendencias demográficas alcistas, siempre por encima de la capacidad productiva de las naciones. Este desorden sería el causante del desplome de los salarios, el aumento del déficit público, la preeminencia en la sociedad de poblaciones jóvenes, el aumento del paro y, en los casos más graves, la generalización de hambrunas.

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Además, el investigador de la Universidad de Connecticut ha encontrado otro factor que se repite a lo largo de estos 100 años: la proliferación de las élites y su búsqueda constante de posiciones de poder, por ejemplo en la política.

En cuanto a los ciclos de violencia de medio siglo, la cliodinámica dice que significan un punto de ruptura frente al crecimiento de las desigualdades sociales. No obstante, Turchin matiza que los estallidos sociales pueden aplacarse mediante las acciones gubernamentales adecuadas, como ocurrió en Estados Unidos con las medidas progresistas de los años 20, que calmaron un estado pre-revolucionario latente, arrastrado desde la década anterior.

En ese sentido, las últimas predicciones apuntan al advenimiento de una ola de violencia revolucionaria en 2020, con un estallido global de graves disturbios y un aumento del terrorismo a gran escala.

“Eso son tonterías. Son predicciones como las que hacían los gnósticos. Entiendo que estos investigadores lo que hacen es tratar de prestigiar sus estudios”, afirma Gustavo Bueno, rotundo.

En el comienzo de la saga Fundación, Hari Seldon y los creyentes de la psicohistoria son empujados por el Imperio al planeta más lejano de la galaxia, donde la civilización se reinicia de acuerdo a sus principios científicos, que terminan mutando en religión. Aquí, de momento, como no hay naves espaciales, escépticos y crédulos tendrán que convivir en concordia estadística.

En la saga Fundación, Isaac Asimov instituyó la psicohistoria, una ciencia inventada por un místico personaje de nombre Hari Seldon. A través de ella, el ser humano podía conocer el futuro analizando el pasado. En la ciencia ficción, se predecía el ocaso del Imperio Galáctico. Ahora, la realidad tiene también su propia psicohistoria. Se llama cliodinámica y Peter Turchin, un profesor de la Universidad de Connecticut, es su profeta. Según sus previsiones, también se avecina tormenta.