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Procesiones, torrijas y pseudociencia
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Procesiones, torrijas y pseudociencia

Ocurre todos los años, invariablemente, durante esta santa semana: entre playas, procesiones y torrijas, siempre se cuela alguna noticia que trata de darle una pátina sociológica

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Procesiones, torrijas y pseudociencia

Ocurre todos los años, invariablemente, durante esta santa semana: entre playas, procesiones y torrijas, siempre se cuela alguna noticia que trata de darle una pátina sociológica a las creencias religiosas o de analizar, “a través de nuevas evidencias científicas”, un evento que, presuntamente, ocurrió hace dos mil años.

El año pasado fue el hallazgo de los supuestos clavos con los que fue crucificado Cristo. El periodista canadiense Simcha Jacobovici presentó ante los medios un par de clavos oxidados, y aseguró que los había encontrado en 1990, en la supuesta tumba de Caifás.

Casualmente, Jacobovici estaba intentando promocionar un documental, Los clavos de la cruz, exactamente en la misma época (la Semana Santa) en que en años anteriores había intentado vender otras dos películas muy criticadas por la comunidad científica: El éxodo descifrado, donde se presentaba la salida de los judíos de Egipto guiados por Mosiés como un hecho histórico, y La tumba perdida de Jesús, donde sostenía que había encontrado reliquias pertenecientes a la familia de Jesucristo. Todos los documentales fueron vendidos a diferentes televisiones, en una época en que las televisiones solo parecen querer emitir películas con sabor bíblico.

Este año, un investigador la Universidad de Padua ha publicado la enésima especulación sobre la Sábana Santa de Turín, que sugiere que “data de la época de Jesús”, negando así la última datación realizada con carbono 14, que mostró que fue creada en la Edad Media. Más de 40 medios se han hecho eco de la nota de prensa que intenta vender un nuevo libro, Il Mistero della Sindone. El nuevo estudio no se ha publicado en ninguna revista científica.

En cualquier caso, el premio de la no-noticia de la Semana Santa se lo ha llevado la iglesia católica de Inglaterra. Según una información que publicaba la edición inglesa del Huffington Post, cuatro de cada cinco adultos ingleses “creen en el poder de la oración”. De haber leído la encuesta en la que se basaba la presunta noticia, el reportero de la web habría sabido de inmediato que ese nunca habría podido ser el titular. La pregunta que había realizado la iglesia, a 2.000 personas y a través de internet, fue: “Independientemente de que usted rece o no, si tuviera que rezar por algo en estos momentos, ¿por qué causa lo haría?”.

Si usted tiene curiosidad en saber qué respondieron los encuestados, puede consultar los resultados aquí, pero lo relevante de esta historia es que la pregunta realizada nunca podría llevar a la conclusión que destacaba el Huffington Post, y que salía directamente de una nota de prensa de la iglesia. Desconocemos qué porcentaje de británicos realmente habrían respondido a la encuesta si se hubiera eliminado esa primera frase que invita a fabular sobre cualquier cosa que a uno se le ocurra, independientemente o no de que uno crea “en el poder de la oración”.

“La Semana Santa y la Pascua constituyen el periodo más importante del cristianismo”, destaca la iglesia de Inglaterra en esa misma nota, y como tal debe ser respetada. El problema es cuando se trata de captar la atención de los hipersaturados -y habitualmente poco píos- medios de comunicación con noticias que tratan de disfrazar de conocimiento científico o sociológico lo que simplemente es una cuestión de fe. 

Ocurre todos los años, invariablemente, durante esta santa semana: entre playas, procesiones y torrijas, siempre se cuela alguna noticia que trata de darle una pátina sociológica a las creencias religiosas o de analizar, “a través de nuevas evidencias científicas”, un evento que, presuntamente, ocurrió hace dos mil años.