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Pensando Europa... ¿Divorcio en ciernes?
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Pensando Europa... ¿Divorcio en ciernes?

Está pasando. Lo vemos venir... Esto del divorcio inglés de Europa es cada vez más probable. Con o sin referéndum inglés al respecto, se palpa a

Está pasando. Lo vemos venir... Esto del divorcio inglés de Europa es cada vez más probable. Con o sin referéndum inglés al respecto, se palpa a la vuelta de la esquina.  Las aspiraciones europeas de mayor integración económica y  política, con su unión bancaria y su unión fiscal, sencillamente no son asumibles por nuestros vecinos insulares. No va más: la visión inglesa para Europa, exclusivamente mercantil con su unión aduanera, y peros y diretes y retrasos a todo lo demás, se queda pero que muy corta para acomodar la integración que el resto de socios están construyendo.  "Fog in the Channel, the Continent is isolated! ",  que decía algún inglés . 

Caretas fuera. Mr Brown preparaba para esta semana en Amsterdam un discurso europeo de naturaleza realmente esquizofrénica –suspendido oficialmente por la crisis de Argelia- con el que pretendía conciliar lo irreconciliable. De un lado, mimar las inclinaciones separatistas del sector más antieuropeo de su partido conservador y, de otro, definir una postura minimalista con respecto a la nueva Europa que auspicia horizontes más federalistas, una Europa que arrastra 2 años de crisis cruda y cruel, con sacrificios y penurias tanto en deudores como en acreedores.

Si han notado un cierto punto de acritud y acidez pasado de vueltas, una falta de constructivismo en todo el seguimiento de la crisis del euro por parte de los ingleses. Quizá no se confundan. Quizá haya importantes intereses creados. Ya se les ha venido avisando: eso de que todo el mundo acuerde acomodar un mejor gobierno económico e integración (Pacto de Estabilidad dentro del euro, etc) y ellos pretendan calibrar reculando su participación en el proyecto ("una Europa a la carta"), no funcionará...

En el trasfondo, todas las incongruencias y anacronismos con el signo de los tiempos marcado por la perenne necesidad de superar soberanías nacionales.  Es la reminiscencia del Imperio más reciente, la Commonwealth, una cámara alta de lores con miembros vitalicios, un país donde el 90% de la propiedad inmobiliaria corresponde a un 3% del personal... y una devoción irrenunciable a la soberanía e identidad nacional y al God save the Queen. En conjunto un punto rancio, si me permiten la observación.

Y la historia del desentendimiento entre Europa y Gran Bretaña es larga y encontrada: desde el veto inicial de De Gaulle a lo que consideraba un auténtico caballo de Troya, hasta las reticencias y excepcionalidades de la época Thatcher, pasando por el desplante de Blair a la postura continental tratando de evitar la invasión de Iraq (cuando nosotros jugábamos a mayores).

Pero aún en el caso improbabilísimo de tragarse ese orgullo insular, la suerte parece estar fraguándose. Y es que el tema tiene mucho más calado que unos símbolos identitarios con más o menos lustro. La diferencia insalvable reside en los sistemas legales que conforman los ordenamientos jurídicos en Gran Bretaña y en el Continente, y  el posicionamiento filosófico que los apoya. De un lado, una tradición de derecho jurisprudencial (el common law), donde la última palabra la tienen los tribunales (los señores de la peluca), de otra el Derecho Civil y la codificación, donde la última instancia es la ley escrita y solo en casos extraordinarios y de vacío legal se recurre al criterio jurisprudencial.

La diferencia sutil entre ordenamientos - y ambos participan del Estado de Derecho, la democracia, y el libre mercado-, es crítica  a la hora de explicar la funcionalidad que puede tener cada uno para abordar una realidad económica y social marcada por la complejidad y el dinamismo del estado actual de la globalización.

En castellano puro y duro, esto quiere decir que todas las aristas e incongruencias del sistema donde el mercado, el interés privado y su exponente más representativo, la empresa multinacional, van bien por delante de la capacidad regulatoria y jurisdiccional de un marco basado en soberanías nacionales: las deficiencias en la imposición internacional, el shadow banking, los mecanismos globales inexistentes de resolución bancaria, el medioambiente, etc… lenta, pero inexorablemente pasarán a dirimirse desde  instancias casuísticas -es decir el mamoneo y trapicheo de arbitraje entre multinacionales y bancos, y el regulador de turno, a instancias normativas- donde desde una espacio jurisdiccional supranacional -con la EU y USA en el epicentro-  se reconduzca, regenere y fortalezca la globalización.

Horror... ¿los comunistas? Noooo... maduremos... Rigor en la definición y aplicación de la ley y, dentro de la misma, todo el elenco institucional liberal y con prioridad a la libre competencia- pero de verdad... como un bien público, no como un particularismo determinado dispuesto depredar el vacio jurisdiccional de turno... La experiencia repetida hasta la saciedad en la crisis: "ganar, gano yo; perder, perdemos todos". Todo esto con posible espíritu francés y sobre todo, garantía alemana.

Y es que esto del empirismo y el pragmatismo, muy propio de la tradición anglosajona, ha venido que ni de perlas para la explosiva industrialización y globalización del último siglo, sin duda -"shoot first ask questions later"-. Pero en estos momentos, cuando el sistema ya se desborda sus límites tanto físicos (¿les suena la sostenibilidad medioambiental?) y  de principios (¿les suena la crisis global de deuda y el parcheo de soluciones sistemático, el mamoneo?), el racionalismo y la tradición jurídica Continental son muchísimo más afines para garantizar la supervivencia. Esa diferencia viene  a fundamentar el relevo silencioso, velado, pero inexorable en la gobierno de la globalización desde un sesgo anglosajón a uno continental que argumentábamos aquí .

Efecto colateral inmediato -digamos, próximos 5 años-, es la inevitable migración del hub financiero de la Citi londinense a Frankfurt-Paris, que ya ha venido avisado por el ministro francés. ¿Tendría mucho sentido tener localizados los mayores volúmenes de transacción en euros en una plaza que ni es miembro de la eurozona ni manifiesta una postura favorable?

¿Y qué queda en Londres además de fantásticos  long weekends para shopping y amenidades histórico-arquitectónicas, o un sector inmobiliario inflado por dinero ruso y árabe, y un petróleo del Mar de Norte que se acaba?  Tiene pinta de que  posicionamiento competitivo en la economía global -todo ese credo merkeliano del  ajuste y la reforma estructural - sin el hub financiero, rien de rien, nada de nada.  Y por si fuera poco, a nivel de política exterior, ya  han advertido los amigos americanos de lo que se viene si declinan formar parte de la nueva Europa.

Pero recordemos: en un divorcio civilizado y amigable lo más importante es dar valor perenne a la experiencia común por encima del enfrentamiento inevitable de intereses. O sea, el papel indispensable que ha tenido la isla en la modernidad,  su proclividad innata a la tolerancia, el debate y el espíritu crítico, la sociedad abierta... En fin, "handle with care".

 Ah, y por favor, de este lado, no tengan reparos en imaginar lo que significa pertenecer a ese nuevo club con carné reforzado del euro y una Europa en movimiento. Tanto esfuerzo, ajuste y sufrimiento aquí  con la idea de preservar la integridad de la moneda,  tendrán que servir para mirar a algo, digo yo.

Está pasando. Lo vemos venir... Esto del divorcio inglés de Europa es cada vez más probable. Con o sin referéndum inglés al respecto, se palpa a la vuelta de la esquina.  Las aspiraciones europeas de mayor integración económica y  política, con su unión bancaria y su unión fiscal, sencillamente no son asumibles por nuestros vecinos insulares. No va más: la visión inglesa para Europa, exclusivamente mercantil con su unión aduanera, y peros y diretes y retrasos a todo lo demás, se queda pero que muy corta para acomodar la integración que el resto de socios están construyendo.  "Fog in the Channel, the Continent is isolated! ",  que decía algún inglés .