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Los diez mandamientos de Apple
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Los diez mandamientos de Apple

Caprichoso, pero con las ideas muy claras, Steve Jobs ha dejado por escrito -según parece, de su propio puño y letra- una serie de normas que

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Los diez mandamientos de Apple

Caprichoso, pero con las ideas muy claras, Steve Jobs ha dejado por escrito -según parece, de su propio puño y letra- una serie de normas que regularán el funcionamiento de la App Store, la tienda de aplicaciones de Apple. Con cerca de 250.000 aplicaciones a disposición del usuario, Apple ha querido dictar un decálogo de normas que los desarrolladores deberán seguir a pies juntillas si desean que su programa supere el filtro censor de la casa. El asunto no le sonará a nuevo; recuerde cómo el carismático líder espetó aquel célebre “si quieres porno, compra Android”, dejando claro que en la App Store no tendrá cabida el contenido que pueda perjudicar la moral de los usuarios, y en especial de los más pequeños, y aprovechando para transmitir un recado al creciente Android.

 

Como sucede con todo lo que llega de la sede sita en Cupertino, las fobias y pasiones no han tardado en surgir. Así, Gawker no duda en calificar las normas como “arbitrarias, despóticas y rozando lo cómico”. Mientras, CNET las compara con las de sus competidores, y principalmente, con Android. El sistema operativo de Google parece mucho más laxo en este aspecto, o al menos, deja la puerta abierta a las interpretaciones de los desarrolladores, salvo en aspectos como la pornografía, que, frente a lo que apuntaba Jobs, es lo suficientemente taxativo. El decálogo, como decimos, está despertando iras y pasiones a partes iguales, y no tanto en lo referente al contenido sino también a las expresiones e intenciones que se muestran en algunos de sus puntos.

 

Uno de ellos alude directamente a "fart apps", que hace referencia al estilo de aplicaciones vacuas y de contenido zafio. La mención viene a colación de una célebre aplicación conocida como iFart, (que podríamos traducir como ‘iPedo’), y cuya funcionalidad podrá suponer el lector. Este sencillo programa que se vendía por menos de un dólar lideró la lista de aplicaciones más vendidas, reportando a sus desarrolladores la friolera de 10.000 dólares diarios, hasta que fue fulminantemente retirada por Apple. Los de Cupertino no quieren más aplicaciones vacías y que no aporten una utilidad o entretenimiento. Su inmaculada imagen podría peligrar por sólo unos céntimos de dólar.

 

Por descontado, no habrá resquicio para la pornografía, citando literalmente al polémico Chatroulette y recordando que “muchas de las aplicaciones serán descargadas por niños sin el conocimiento de sus padres”. Pero, posiblemente, el punto que más ha incomodado, en especial a los medios, es el primero de la lista y que pone en evidencia la compleja relación de Apple con la prensa: “Si su aplicación ha sido rechazada, disponemos de una comisión para revisar esta decisión, pero acudir a la prensa no ayuda”. Blanco y en botella, el desarrollador que ose pregonar que Apple apunta maneras censoras mejor que vaya buscando otra plataforma. Un consejo antipático que sabe a amenaza y que demuestra el poder del líder absoluto en venta de aplicaciones móviles.

 

Y ahora que hablamos de poder, el séptimo punto echa un poco más de gasolina al incendio: “Rechazaremos aplicaciones cuyo contenido consideremos que rebasen la línea”, para continuar, “¿y cuál es la línea? Como dijo una vez el Tribunal Supremo: ‘La conoceremos cuando la veamos’”. Sin duda, un recurso de última hora para todo aquel desarrollador que eventualmente se las apañe para superar la maraña de filtros establecida en el decálogo de Apple, o bien, la puerta abierta para el libre albedrío, como opinan otros.

 

Sospechábamos que el temido reglamento era obra y gracia del mismísimo Steve Jobs, quien lo ha creado en persona gracias al entusiasmo por su empresa y a una buena dosis de hiperactividad. Este barrunto cobra más fuerza en el punto décimo y último de la normativa, que lleva el marchamo inequívoco del de Palo Alto: con un contundente “Se sensacional”, se espolea a los programadores a ir un poco más allá de sus posibilidades para ofrecer un producto de calidad superior, acorde a los cánones de la casa. Obsesionado por los detalles, Jobs no quiere dejar un sólo cabo suelto, aunque el precio sea inflamar aún más las antipatías de los Apple haters.

Caprichoso, pero con las ideas muy claras, Steve Jobs ha dejado por escrito -según parece, de su propio puño y letra- una serie de normas que regularán el funcionamiento de la App Store, la tienda de aplicaciones de Apple. Con cerca de 250.000 aplicaciones a disposición del usuario, Apple ha querido dictar un decálogo de normas que los desarrolladores deberán seguir a pies juntillas si desean que su programa supere el filtro censor de la casa. El asunto no le sonará a nuevo; recuerde cómo el carismático líder espetó aquel célebre “si quieres porno, compra Android”, dejando claro que en la App Store no tendrá cabida el contenido que pueda perjudicar la moral de los usuarios, y en especial de los más pequeños, y aprovechando para transmitir un recado al creciente Android.

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