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Ahorre en telecomunicaciones en plena economía de guerra
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Ahorre en telecomunicaciones en plena economía de guerra

Con la crisis azotando nuestros bolsillos, los bancos recortando créditos, los restaurantes vacíos... a uno le entran ganas de comenzar a apretarse el cinturón, aunque sólo

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Ahorre en telecomunicaciones en plena economía de guerra

Con la crisis azotando nuestros bolsillos, los bancos recortando créditos, los restaurantes vacíos... a uno le entran ganas de comenzar a apretarse el cinturón, aunque sólo sea por un criterio de prudencia. Los recortes comenzarán en aquello que no sea estrictamente imprescindible y claro, entramos en el farragoso terreno de decidir qué es fundamental y qué no en esta economía de ricos a la que nos hemos acostumbrado en épocas de bonanza.

Sin duda, uno de los principales paganos será el gasto en comunicaciones y a buen seguro muchos acabarán con las alegrías en el móvil, las descargas, tonos, etc. En definitiva, habrá un serio recorte en los gastos superfluos que habíamos asumido como convencionales hasta la fecha. No obstante, sepa que que este recorte en las telecomunicaciones tampoco tiene por qué condenarnos al ostracismo ni convertirnos en eremitas en plena era tecnológica.

VoIP al rescate

Lejos de ello, existen una serie de herramientas con las que verá reducirse ostensiblemente el gasto mensual en telefonía. Lo primero que hay que tener en cuenta la situación profesional y personal de cada uno. Si usted pasa 9 horas delante de una pantalla de ordenador y con conexión a Internet tiene que comenzar a pensar en explotar un poco más Skype, esa herramienta de la que todo el mundo ha oído hablar pero que no tanta gente obtiene pleno rendimiento. Las conversaciones entre usuarios de este servicio son totalmente gratuitas, ilimitadas y con una calidad de audio y vídeo sorprendentes, dadas las estrecheces de la banda ancha en España.

Aunque todavía no puede usarse Skype como operador único en España al no haber comenzado a comercializar números de teléfono, sí que puede usarlo para llamar a diestro y siniestro sin temer a que llegue fin de mes. Skype cuenta con una serie de tarifas planas, con las que podrá llamar a cualquier fijo en España por poco más de 3€ al mes, y a cualquier país europeo por poco más de 4€ cada mes, y comercializa una amplia gama de teléfonos que no le aten por obligación al ordenador.

Más al mes, menos al año

El segundo consejo se limita a la telefonía móvil, y consiste en derivar en lo posible las llamadas telefónicas a mensajes escritos, gastando un fijo más al mes que recuperará al cabo del año. Para nuestra desgracia no existen tarifas planas de voz, pero sí de acceso a Internet en el móvil, y en este sentido una buena opción consistiría en contratar el servicio BlackBerry entre los miembros de una misma familia (Vodafone cuenta con un plan de apenas 6€ al mes) y podrán disfrutar de la mensajería instantánea y gratuita del fabricante. En definitiva, que en lugar de hacer una llamada para dar un recado, basta con enviar un mensaje instantáneo.

Si no quiere restringirse a usar una BlackBerry, Movistar le ofrece una tarifa plana para cualquier tipo de móvil por poco más de 10€, y en este caso se trataría de sustituir las llamadas por correos electrónicos que podría consultar y enviar de forma gratuita dentro de esa tarifa plana. El plan propuesto es asegurarse una reducción considerable en el gasto mensual sin volverse loco con las promociones y tarifas de los operadores.

El recorte puede ser considerable y es que según el Observatorio Nacional de Telecomunicaciones, nos gastamos una media de 37€ al mes sólo en el móvil, cifra que aumenta a un ritmo de 1,5€ cada año, y como ha podido ver, hay margen para el recorte sin necesidad de guardar el móvil en el cajón o dejar de mantener nuestra intensa vida social telemática.

Con la crisis azotando nuestros bolsillos, los bancos recortando créditos, los restaurantes vacíos... a uno le entran ganas de comenzar a apretarse el cinturón, aunque sólo sea por un criterio de prudencia. Los recortes comenzarán en aquello que no sea estrictamente imprescindible y claro, entramos en el farragoso terreno de decidir qué es fundamental y qué no en esta economía de ricos a la que nos hemos acostumbrado en épocas de bonanza.