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¿Qué le pasó a Manuela Chavero? Las claves del crimen de Monesterio (Badajoz)
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¿Qué le pasó a Manuela Chavero? Las claves del crimen de Monesterio (Badajoz)

Un preso con quien comparte prisión el presunto asesino asegura saber detalles del asesinato contados por el propio Eugenio y se ofrece voluntario para colaborar con el juez

Foto: Homenaje a Manuela Chavero, en 2018. (EFE)
Homenaje a Manuela Chavero, en 2018. (EFE)

El nombre de Manuela Chavero resulta ahora más familiar que nunca. Aunque su caso fue eclipsado por el asesinato de Diana Quer en el verano de 2016, Chavero desapareció en Monesterio (Badajoz) y permaneció durante mucho tiempo en la lista de las desapariciones consideradas de alto riesgo, según el Ministerio del Interior; es decir, personas víctimas de una desaparición forzosa (por asesinato o secuestro). No fue hasta el año pasado, al cumplirse el cuarto aniversario de su desaparición, cuando la Guardia Civil dio con el culpable. Con todo, el caso parece tener muchos cabos sueltos: al cuerpo de la víctima le faltan dos huesos, apareció sin ropa y la versión del sospechoso no parece ser creíble.

Aunque en un principio las desapariciones parecían seguir un mismo patrón, el caso de Chavero guardaba bastantes diferencias con el de Quer. Chavero era una mujer de 44 años, delgada y medía 1,60. Además, era madre de dos hijos a los que adoraba y que, en el momento de los hechos, se encontraban en Sevilla con su exmarido.

Lo último que se sabe sobre la investigación vuelve a señalar, aún más, al hombre que lleva en prisión preventiva desde hace un año. Un preso del centro penitenciario de Badajoz que ha compartido más de una charla con el detenido por el crimen de Chavero escribió una carta al juzgado que lleva el caso en la que, según sus palabras, aparece una confesión detallada de cómo llevó a cabo el asesinato. En la propia miziva, el reo se "ofrece voluntario" para declarar ante el juez para, según él, "que se haga justicia".

La calurosa noche de la desaparición

Chavero, conocida cariñosamente como Manoli, desapareció en la madrugada del 4 al 5 de julio de 2016 en el municipio extremeño de Monesterio (Badajoz). Esa tarde había quedado con una amiga para tomar algo y, en cuanto regresó a su casa, llamó a sus hijos por teléfono. Un tiempo después, volvió a coger el coche y se marchó. En esa ocasión, no volvió.

Lo único que los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil pudieron averiguar sobre qué pasó desde que entró en casa hasta que volvió a salir por última vez fue que realizó esa llamada, estuvo hablando por WhatsApp y vio la televisión. ¿Por qué? Esas fueron las únicas pistas que dejó antes de desaparecer: un móvil abandonado, una última conexión y las luces y la televisión aún encendidas.

placeholder El domicilio de Chavero, en Monesterio, donde estuvo por última vez. (Google Maps/EFE)
El domicilio de Chavero, en Monesterio, donde estuvo por última vez. (Google Maps/EFE)

Cuando la Benemérita se presentó en la vivienda de Chavero, lo primero que comprobaron es si alguien había accedido al inmueble; pero la puerta principal estaba cerrada y no había signos de que hubiera sido forzada. Además, no parecía tratarse de una desaparición voluntaria porque, tal y como comprobaron más tarde los agentes, la mujer jamás habría abandonado a sus hijos y al día siguiente Manoli había quedado con su hermana. Pese a las conjeturas iniciales, a los investigadores se les hizo muy difícil dar con alguna evidencia de que en aquella casa había ocurrido algo malo.

Aún así, y a pesar de la ausencia de pistas, la Guardia Civil sostuvo que quizá alguien podría haberse llevado a Chavero, aunque a lo mejor se trataba de alguien conocido o que le había engañado para que lo acompañara.

El "jajaja" que llevó al primer sospechoso

Esa línea de investigación es la que los llevó a pensar en la lista de posibles sospechosos. El primero de ellos apareció en la mente de los agentes cuando registraron el móvil de Chavero. Según comprobaron, la noche de la desaparición había estado intercambiando mensajes con un joven de 21 años del mismo pueblo con quien, como supieron más tarde, había mantenido alguna "relación esporádica". Lo último que escribió la mujer fue un "jajaja" dirigido al chico.

Esta conversación abrió dos hipótesis en la investigación. En primer lugar, que la hora en la que envió el último mensaje —a las 1:55— podría haber sido el momento en el que se marchó de casa para no volver (o no) y, en segundo lugar, que el joven al otro lado de la pantalla podía ser el responsable de la desaparición. Por primera vez desde que se produjeron los hechos, la Guardia Civil tenía a un sospechoso.

Foto: Fotografía de un cartel con la imagen de la desaparecida Manuela Chavero

Tras localizar al joven, los agentes procedieron a tomarle declaración y a registrar los tres coches de los que disponía. Pero, si algo ocurrió en uno de los vehículos, desde luego las autoridades no pudieron detectarlo. No había nada en las propiedades del joven ni en su testimonio que pudiera servirles de ayuda o señalarle como el culpable. Con todo, el joven no fue el único al que investigaron, ya que los agentes rastrearon el entorno social de Chavero en busca de respuestas y se centraron especialmente en todos los hombres que, en algún momento, habían mostrado interés en Chavero.

placeholder Una de las batidas organizadas para encontrar alguna pista sobre Manoli. Efectivos rastrean un pantano. (EFE)
Una de las batidas organizadas para encontrar alguna pista sobre Manoli. Efectivos rastrean un pantano. (EFE)

Finalmente, y en vista de que la búsqueda de testigos no llevaba a buen puerto, el titular del Juzgado de Instrucción número 1 de Zafra encargado del caso al principio, Alfonso Gómez, autorizó el registro por parte de las autoridades del pantano de Tentudía, situado a solo cuatro kilómetros del domicilio de la desaparecida. Hasta en tres ocasiones llegaron a analizar esa zona los buzos del Grupo de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil.

El último empujón a la investigación

En mayo de 2017, casi un año después de la enigmática desaparición, la Guardia Civil tuvo que llamar a la familia de Chavero con malas noticias. Al parecer, los agentes habían encontrado unos huesos en una zona de caza mayor cercana al domicilio de la mujer y que no había sido peinada por los investigadores. "Nos llamaron pero no nos dijeron nada más. Ni tan siquiera la zona concreta donde los encontraron", aseguró José, cuñado de Chavero a El Confidencial. Poco después, cuando el informe de criminalística estuvo casi listo, se informó de que el 90% de los restos encontrados procedían de animal, probablemente una oveja o una cabra.

Tres años después de ese 'hallazgo' que en realidad no desveló nada nuevo, la UCO ha vuelto a registrar el domicilio de Chavero en busca de nuevas pruebas. Así lo anunciaron las autoridades este jueves.

Durante todo este tiempo, los amigos y familiares de Chavero se han mostrado siempre esperanzados de que siga con vida y, al menos hasta hace dos años, su hermana, Emilia, sostenía que "a los investigadores les falta un golpe de suerte, muy poco para tener atada al cien por cien la identidad de quien se llevó a mi hermana". "Al tercer aniversario no llegamos", declaró entonces.

"Fue un accidente"

Finalmente, el 16 de septiembre de 2020, se hizo pública la primera evidencia de lo que pudo pasar con Chavero. Los agentes de la UCO dieron a conocer esa semana el motivo por el que retomaron el registro de su casa tantos años después: ya tenían a un sospechoso. Según dio a conocer El Confidencial, la Guardia Civil llevaba semanas tratando de recopilar pruebas para demostrar que su investigado era el verdadero responsable de la desaparición.

Dos días después de informar de esta detención, los agentes dieron más detalles de su sospechoso; un hombre de 28 años que vivía cerca de Chavero. Fue durante uno de los interrogatorios con las autoridades cuando reconoció que la mujer extremeña murió en su domicilio. Sin embargo, aclaró que su muerte fue accidental, pero que, por miedo, enterró su cuerpo. Al parecer, el detenido y vecino de la víctima tenía problemas para relacionarse con las mujeres.

En su declaración ante los agentes, el detenido alegó que aquella noche Manuela y él discutieron en el domicilio de él y que, por accidente, ella resbaló y se dio un golpe en la cabeza, causándole así la muerte de forma inmediata. Sin embargo, los forenses no hallaron ninguna lesión en el cráneo de la desaparecida. Entonces, ¿qué paso la noche del crimen? Según aseguró el sospechoso, después de que Chavero falleciera — por "accidente" — él se asustó tanto que lo único que se le ocurrió fue ocultar el cuerpo de la mujer entre una sábana y una toalla y trasladarla en su coche hasta enterrarla en una finca de su propiedad y allí, ocultarla en una madriguera de zorros. Y, ¿qué hizo que Chavero abandonara su casa a esas horas? El detenido fue claro al hablar de su estrategia: "Le dije que le iba a devolverle la cuna que me había prestado".

El relato imposible del presunto asesino de Manuela Chavero

Según el testimonio que aportó el sospechoso tras un año en prisión preventiva, él acudió de madrugada a casa de la mujer para devolverle una cuna que le dejó tiempo atrás. Pero cuando ella vio que este objeto presentaba algunos desperfectos, discutió con el detenido. Pese a ello, ambos se pusieron de acuerdo para llevar juntos la cuna a casa de Chavero. Fue en ese momento, según la declaración de Eugenio, el acusado, cuando ella se tropezó y cayó al suelo. Sin embargo, la Fiscalía no cree en su palabra y encuentra incoherencias en su versión —como la forma en la que él sostiene que se cayó la víctima— y considera que la asesinó para tratar de ocultar las verdaderas intenciones del sospechoso: agredirla sexualmente.

Las claves de la autopsia

Además de lidiar con la versión que ofrece el detenido, los investigadores deben indagar en otra teoría que, al menos de momento, no pueden descartar. En medio de una de las sesiones de interrogación ante las autoridades, el sospechoso lanzó una pregunta inquietante: ¿podían desaparecer los restos de semen de un cuerpo tras cuatro años? Esta insólita cuestión que formuló el arrestado, añadido a que el cuerpo de Chavero apareció desnudo, inducen a los agentes a pensar que tal vez pudo haber un móvil sexual.

​​Eso no es todo. Ahora, los investigadores del caso también tienen que hacer frene a un importante obstáculo con el que no habían contado, ya que, tras examinar el cuerpo de Chavero, han descubierto que faltan dos huesos: una vértebra —el atlas, la que está justo debajo del cráneo y une la cabeza con la columna vertebral— y el hueso hioides. La clave ahora consiste en hallar estos restos desaparecidos para descubrir, por fin, cómo murió Manuela Chavero.

Asimismo, la autopsia de la víctima reveló que las lesiones del cuerpo no son compatibles con la versión que sostiene el presunto asesino. "El informe antropológico sitúa las lesiones de Manuela en la nariz, los dientes incisivos y las costillas, estructuras que se encuentran en el plano frontal", según el informe forense al que tuvo acceso este medio. Por ello, aseguran los expertos, "no es posible que un traumatismo en los planos dorsales craneales por caída hacia atrás ocasionen fracturas nasales ni fracturas de varios incisivos".

¿Ha habido otra víctima?

Por si la investigación del caso no era lo bastante enrevesada, ahora los agentes se han encontrado con otra sorpresa. Según las últimas indagaciones de la Guardia Civil, sobre los hombros del, hasta ahora, único sospechoso, pesaría otra muerte que lo implica: la de su madrastra seis años atrás. Al parecer, la pareja de su padre murió de un ictus provocado por un golpe en el cráneo que se dio al resbalarse en la bañera. En el momento en el que ocurrieron los hechos, el joven (entonces tenía 22 años) se encontraba solo en casa con su madrastra. Los vecinos de la familia se han apresurado a informar a los agentes de sus sospechas, que apuntan directamente a Eugenio.

El nombre de Manuela Chavero resulta ahora más familiar que nunca. Aunque su caso fue eclipsado por el asesinato de Diana Quer en el verano de 2016, Chavero desapareció en Monesterio (Badajoz) y permaneció durante mucho tiempo en la lista de las desapariciones consideradas de alto riesgo, según el Ministerio del Interior; es decir, personas víctimas de una desaparición forzosa (por asesinato o secuestro). No fue hasta el año pasado, al cumplirse el cuarto aniversario de su desaparición, cuando la Guardia Civil dio con el culpable. Con todo, el caso parece tener muchos cabos sueltos: al cuerpo de la víctima le faltan dos huesos, apareció sin ropa y la versión del sospechoso no parece ser creíble.

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