Reparar la ropa ya no es solo de pobres: "Vienen cuarentones con estudios"
No se trata solo de una cuestión de ahorro, sino de una nueva forma de vincularse con los productos que consumimos: el usar y tirar está mal visto. Los jóvenes han descubierto qué es un zapatero
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fbc5%2F9af%2Ffaa%2Fbc59affaa99c0329145379fa262c5a10.jpg)
Alrededor de Antonio García se amontonan zapatillas de correr, tacones, maletas o bolsos. Siempre lleva un pinganillo en el oído izquierdo para atender las llamadas de los clientes, y así no interrumpir la faena en el puesto de reparaciones que tiene desde hace 24 años en el madrileño mercado de La Paloma. Los objetos que arregla tienen orígenes muy diferentes, pero un denominador común: no son baratos y poseen un mínimo de calidad, algo imprescindible para que sean susceptibles de ser reparados. A lo largo de todo este tiempo, ha visto cómo cambiaba el perfil de sus clientes.
“También me dedico a hacer duplicado de llaves y afilado de cuchillos, pero el zapato representa un 60% de mi volumen de trabajo”, dice mientras le coloca broches nuevos a un abrigo. “Noto que hay mucha gente joven que empieza a defender esto, aunque proporcionalmente es poca. Es una minoría que está volviendo a los oficios del mercado y que está viendo sus ventajas”.
“Mucha gente piensa que solo vienen las abuelitas del barrio”, continúa el zapatero de 52 años que lleva 32 en el oficio. “El mayor aumento lo he notado en clientes cuarentones y padres de familia. Suele ser gente joven con estudios, que son quienes más se mueven al final”.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F3a9%2F278%2F7f7%2F3a92787f77036e8a254c04cc52428aaf.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F3a9%2F278%2F7f7%2F3a92787f77036e8a254c04cc52428aaf.jpg)
Las transformaciones económicas y sociales vividas desde la crisis de 2008, junto al cambio en la mentalidad del consumidor y a conceptos como la sostenibilidad, nos han hecho más conscientes del efecto que tenemos sobre la sociedad, señala Ana Isabel Jiménez, profesora de estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Cataluña (UOC). “Esto ha influido tanto en la forma de consumir como en el cuidado hacia los productos”, continúa. “Desde finales del siglo XX hasta principios de la segunda década del siglo XXI, éramos una sociedad muy hedonista. Ahora, de alguna forma, somos más conscientes de la necesidad de alargar la vida útil de los productos que tenemos”.
El mercado de segunda mano mantendrá un crecimiento interanual de casi el 13% hasta 2027
La explicación de la profesora describe las causas que fundamentan el auge del mercado de segunda mano. Este sector mantendrá un crecimiento interanual de casi el 13% hasta 2027, según las previsiones de GlobalData. En el caso de los zapatos, puede llamar la atención que la gente repare, porque, aunque no han dejado de aumentar los precios, la oferta de calzado ha sido una de las menos afectadas por el aumento de la inflación en las últimas décadas.
Arreglar está de moda
La investigadora cree que la tendencia de reparar cosas irá en aumento poco a poco, porque más allá de la necesidad económica que pueda suponer para la persona, también la propia concienciación medioambiental está ayudando. “Sobre todo las nuevas generaciones cada vez están más identificadas con estos problemas y más prestas a ese tipo de comportamiento”, vaticina.
Los jóvenes recurren a los reparadores como una alternativa para resolver desperfectos en prendas con las que se sienten identificados, y que no son tan fáciles de encontrar. Isabel Bandera, una joven de 25 años de la ciudad de Málaga graduada en Derecho y Administración de Empresas, cree que darle una segunda vida a los objetos es una buena costumbre: “Hacer ese tipo de cosas beneficia al medio ambiente y apoya a los pequeños comercios. Al final son profesiones que se están perdiendo. Da gusto ir al zapatero porque es superamable y te los deja perfectos. También, desde el punto de vista económico, es más rentable reparar que comprar. Arreglar unos zapatos a veces vale menos de cinco euros, y si los cuidas duran un montón de años”.
"Me gusta cuidar las cosas, incluso les cojo cariño. Hay que darle valor a lo que ya lo tiene"
Esta chica lleva desde hace más de 15 años usando unas botas, un buen ejemplo de este cambio de tendencia: “Me las dieron cuando estaba en cuarto de primaria y las sigo teniendo gracias a que las he reparado un montón de veces. Me gusta cuidar las cosas, incluso les cojo cariño. Hay que darle valor a lo que ya lo tiene”.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F8e1%2Faa1%2Fdeb%2F8e1aa1debc9fd5665e6c274a91e2cdac.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F8e1%2Faa1%2Fdeb%2F8e1aa1debc9fd5665e6c274a91e2cdac.jpg)
Jiménez señala que esta tendencia se está viendo de momento más en la moda y el calzado, un sector en el que las grandes cadenas y el abaratamiento de precios provocaron antes un consumo de usar y tirar. “Además de que es un sector muy contaminante, también influye que a los consumidores les resulta más fácil que con otros productos”, explica. “Por ejemplo, en temas de tecnología, aunque pudiéramos desear hacerlo, muchas veces es imposible encontrar piezas de repuesto para los equipos o sale más caro repararlos que adquirir uno nuevo”.
“Hemos vivido una etapa en la que parecía que arreglar zapatos era solo de pobres”, opina García. “En realidad ahora la gente también está apreciando que el zapato de calidad se puede reparar y se le puede sacar partido. Antes, si tenías un nivel económico alto, no veías la necesidad de arreglar. Y no es que eso haya cambiado completamente, pero sí ves cierta tendencia de gente que cree que es bueno hacerlo”.
"El consumismo nos ha educado mal"
Este zapatero heredó un oficio familiar. Cuando montó su propio negocio con 19 años también contaba con una buena clientela. La sociedad valoraba más sus habilidades. Ahora se ha tenido que dar a conocer ante algunas generaciones. Su propio hijo quería tirar unas zapatillas que se le habían roto hace poco. Tras impedir que se deshiciera de ellas, se las reparó y limpió, y se quedó sorprendido con el resultado.
“Ese es el daño que nos ha hecho el consumismo, nos hemos educado mal”, sentencia. “Hay mucha gente que increíblemente no sabe ni siquiera que existen los zapateros. De repente vienen y dicen que no sabían que esto se podía hacer. Hay cosas que te sorprenden porque no las has vivido. Me vienen con bolsos y deportivas. Algo que parecía que iba a ocasionar nuestra desaparición, como ahora muchos se visten con deportivas, nos da un montón de trabajo. Al final nosotros nos hemos ido adaptando”.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F0e0%2F0bc%2F5bc%2F0e00bc5bca32349beb26c00dcde809d0.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F0e0%2F0bc%2F5bc%2F0e00bc5bca32349beb26c00dcde809d0.jpg)
El desconocimiento que existe en torno a estas profesiones no solo resulta un problema para ampliar la cartera de clientes. Afecta incluso a la sustitución en los puestos de trabajo, ya que hay pocos dispuestos a ser zapateros.
Una 'startup' nacida en Londres que repara calzado y ropa amasa cientos de miles de seguidores en sus redes
Las redes sociales han jugado un papel crucial en el paulatino rejuvenecimiento de la profesión. Cada cierto tiempo se viralizan videos de cómo se reparan zapatos mordidos por un perro o de la revitalización de una prenda de cuero, por ejemplo. Esos likes han sido muy bien aprovechados por empresas como The Seam, una startup nacida en Londres que repara calzado y ropa, y ya amasa cientos de miles de seguidores en sus redes.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F8d8%2F54e%2Fa23%2F8d854ea239da3310257be879296fc044.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F8d8%2F54e%2Fa23%2F8d854ea239da3310257be879296fc044.jpg)
Este boom de las reparaciones ha sido aprovechado incluso por gigantes de la moda a escala global como Inditex o Adidas, que han lanzado sus propias líneas de restauración de ropa en países como Reino Unido o EEUU. Veja, una marca de zapatillas que defiende conceptos como la ecosostenibilidad, también brinda servicios de restauración, algo que parecía impensable tiempo atrás.
“Hace 30 o 40 años la mentalidad era mucho de consumir, de tanto tienes tanto vales”, recuerda la profesora de la UOC. “Comprar compulsivamente o de grandes marcas era un poco un sinónimo de riqueza. Por tanto, quien reparaba o reutilizaba era visto como de clase baja. El principal motor fue un poco eso, la parte económica. Entonces, lo que antes a lo mejor ni siquiera se les pasaba por la cabeza a estos consumidores, ahora lo hacen por convencimiento. Igual pueden ser personas con un nivel económico alto”.
“De hecho, hay zapateros que cobran mucha pasta por restaurar zapatos, maletas o bolsos”, coincide García. “Luego depende del barrio. Yo conozco a algunos que arreglan zapatos de 1.000 euros, muy caros”.
"A veces nos traen cojines, almohadas, cortinas o sábanas para reparar"
En ciudades como Barcelona proliferan los negocios dedicados a reparar artículos de moda. Solo en el distrito de L' Eixample, uno de los más céntricos, hay más de diez establecimientos de ese tipo. Laura, la encargada de la tienda de arreglos de ropa Just a la Mida, dice que los artículos que más recibe son pantalones, porque “son de las prendas más utilizadas en hombres y mujeres. Hacemos todo tipo de reparaciones textiles, tanto de prendas de vestir como de útiles del hogar. A veces nos traen cojines, almohadas, cortinas o sábanas”.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F8bf%2Fdff%2F008%2F8bfdff008dd9671ebf994dddcfd8cf17.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F8bf%2Fdff%2F008%2F8bfdff008dd9671ebf994dddcfd8cf17.jpg)
Ella también lleva muchos años en el sector y asegura que “ahora la gente joven arregla ropa igual que los mayores. La mayoría de los clientes vienen del barrio, ya que conocen el negocio. Si se ofrece un servicio de calidad, podríamos crecer más, pero a veces cuando un negocio crece pierde calidad en lo que hace”.
En el caso de García, sus clientes pueden arreglar con él muchas de las cosas que suelen romperse en casa. Al final su oferta es la de un manitas que puede sacarte de un aprieto a bajo costo. “Yo pienso o quiero creer que habrá un momento en el que la gente vuelva más al mercado pequeño”, dice esperanzado. “No van a volver como antes, cuando se hacía todo en sitios como este. Van a seguir comprando por internet, pero ya nos tienen también como otro recurso más en lugar de comprar”.
Alrededor de Antonio García se amontonan zapatillas de correr, tacones, maletas o bolsos. Siempre lleva un pinganillo en el oído izquierdo para atender las llamadas de los clientes, y así no interrumpir la faena en el puesto de reparaciones que tiene desde hace 24 años en el madrileño mercado de La Paloma. Los objetos que arregla tienen orígenes muy diferentes, pero un denominador común: no son baratos y poseen un mínimo de calidad, algo imprescindible para que sean susceptibles de ser reparados. A lo largo de todo este tiempo, ha visto cómo cambiaba el perfil de sus clientes.