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La escuela de moda local que reflotó tras la crisis de 2008

Romina Vallés

Sílvia Viudas acabó convirtiendo este centro de moda de Barcelona en un campus de diseño internacional con más de 1.200 alumnos

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elicidad Duce empezó de aprendiz de modista recogiendo alfileres en un taller de Barcelona y acabó fundando una escuela de diseño de moda y creando su propio método de patronaje para ayudar a las mujeres de su tiempo a ser más independientes. Corría el año 1928. Si levantara la cabeza, esta emprendedora se encontraría con que su centro es hoy un campus internacional y que la artífice de ello es otra mujer no menos perseverante, Sílvia Viudas.

Ella no venía del sector de la moda, sino de las finanzas. Primero fue la directora financiera de la escuela Felicidad Duce. Luego, la subdirectora. Después de unos años complicados tras la crisis de 2008, consiguió reflotarla. Pero "como no puedes crecer si no inviertes", hubo que salir a buscar otro socio. Y así fue como aquel centro de diseño de moda, reputado pero local, encontró a su pareja perfecta en LCI Education, un proyecto de estudios superiores canadiense con campus por todo el mundo.

El resultado de esta unión fue LCI Barcelona, nacido en 2013 y centrado en el mundo del diseño con sus cuatro especialidades principales, de las que ofrecen títulos superiores y másteres, además de formación continua y cursos de verano: producto, gráfico, interiores y moda.

"Pese a ser internacionales no quisimos que se perdiera la esencia de la escuela inicial, la manera de hacer de los profesores y por eso hemos mantenido la escuela Felicidad Duce en concepto y nombre", explica Sílvia Viudas, ya directora de LCI Barcelona.

Pero como también hay que mirar hacia el futuro, hace justo un año LCI Barcelona adquirió una escuela de videojuegos, animación y fotografía, Seeway. "El hecho de ofrecer formación superior en los cuatro diseños y ahora, además, en estas nuevas materias, hace que se generen muchas sinergias entre los alumnos: los de gráfico ayudan a los de moda, los de producto colaboran con los de gráfico, los de fotografía pueden hacer su proyecto final con los trabajos de los de moda o interiores...".

"Pese a ser internacionales no quisimos que se perdiera la esencia de la escuela inicial"

Ese es uno de los grandes valores añadidos del centro para Viudas, además de su internacionalidad: "Las empresas buscan equipos con personas especialistas, pero que sepan de todo y trabajen en equipo. Nosotros tenemos gran relación con la industria, firmas muy importantes vienen a buscar perfiles directamente a la escuela, muchas veces a través de los proyectos finales de nuestros alumnos".

La carrera de Viudas parece un ejemplo de éxito, pero no ha estado exento de dificultades. Como mujer, llegar hasta aquí no ha sido un camino de rosas, pero asegura que ha valido la pena. Retrasó su maternidad hasta los 40 "porque antepuse mi carrera de directiva. Pero a los 40 me planté y decidí tener un hijo. Es lo mejor de mi vida. Pero ni siquiera me cogí la baja tras dar a luz. Salí del hospital y volví al trabajo. Paso muchas horas fuera de casa y sin canguros no hubiera podido con todo. Las directivas hemos de sacrificar buena parte de nuestra vida para ser eso, directivas".

Y al reto personal se une el profesional. “Sobre todo de organización, por pasar de 200 a 1.200 alumnos y también de cambio de cultura, ¡porque Quebec y Barcelona son muy diferentes! Hemos tenido que ponernos las pilas con el inglés y el francés de una vez por todas, porque ahora los alumnos y profesores son de todas partes".

"Las directivas hemos de sacrificar buena parte de nuestra vida para ser eso, directivas"

Además, ha tocado adaptarse a hacer las reuniones de dirección entre las diez y las doce de la noche, por el desfase horario con Canadá. Pero dice que todo ha valido la pena. La implantación de estos grandes cambios en la escuela también ha ayudado a superar los obstáculos impuestos por el coronavirus: "Como ya estábamos muy digitalizados, cuando se decretó el estado de alarma, nos reunimos telemáticamente para estudiar qué hacíamos y al día siguiente ya estábamos trabajando y ofreciendo clases ‘online’, y creo que después de la pandemia nos quedaremos con una fórmula mixta".

En cuanto a lo financiero, también ha habido desafíos. Con la entrada de LCI, tuvieron que pedir financiación para trasladarse a una sede con más metros cuadrados. "La segunda vez que buscamos financiación, hace un año, fue con Banco Santander, a través de su Fondo Smart, cuando adquirimos Seeway y fue muy divertido porque no nos trataron como una escuela que forma parte de una multinacional, sino como una ‘startup’ barcelonesa que tuviera que salir adelante con los videojuegos y la animación... Valoraron el equipo y la propuesta financiera y el hecho de que, desde que estamos con LCI, el crecimiento de la escuela es del 25% cada año".

El Confidencial, en colaboración con Banco Santander, tiene como principal objetivo dar a conocer los proyectos de personas que transforman la sociedad e impulsan el progreso.

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