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Extractos de plantas para un biocontrol de plagas: cultivos sin químicos

Sandra Carbajo

Idai Nature elabora productos de biocontrol de enfermedades del campo basados en cebolla, ajo o cola de caballo y otros minerales

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ay quien en tiempos de crisis encuentra esa rendija de la que hablaba el maestro Leonard Cohen. Una grieta por la que, sin importar su tamaño, siempre entra la luz, consiguiendo abrir un nuevo camino, encontrando una forma diferente de hacer las cosas y transformando aquello que entendemos por convencional.

Este es precisamente el ejemplo de Carlos Ledó, CEO y fundador de Idai Nature, una empresa enfocada en la agricultura sostenible que ofrece productos de biocontrol formulados a base de extractos botánicos y minerales. Este ingeniero agrónomo valenciano decidió lanzarse, él solo y en plena crisis económica en 2009, a elaborar y vender soluciones naturales para el control de los cultivos. “Tuve la suerte de que al principio nada me fue fácil”, reconoce con ironía Ledó. Y es que tratar de convencer a un sector tradicionalmente inmovilista como es el agrícola no resulta tarea sencilla. “Siempre me daban la parte más complicada de la parcela, la más enferma, donde ellos sabían que no funcionaban ni los químicos. Cuando obtenía resultados, lo achacaban a la suerte. Desconfiaban de que una mezcla de plantas pudiera realmente funcionar”.

Los productos fungicidas, biofungicidas y bioinsecticidas de Idai Nature resultan de una mezcla de plantas, cuya base son materias primas como canela, ajo, cebolla o cola de caballo, entre otros. A partir de ahí, y gracias a una tecnología propia -HPC Nanotechnology®-, desarrollan protocolos para poder controlar las plagas y enfermedades. “Nuestros ingenierios dan servicio técnico a los agricultores, ofreciéndoles una guía de tratamientos para todo el ciclo de cultivo sin utilizar químicos. Esto implica producir la cantidad convencional con la calidad de lo ecológico y conseguir unas producciones de residuos cero, es decir, que no tengan extractos químicos”, explica el fundador.

No obstante, este proceso ahora tan integrado no fue nada fácil al comienzo. Carlos recuerda que en sus inicios, en un contexto de depresión económica, los intereses de los agricultores radicaban únicamente en el coste y la efectividad del producto, no en la sostenibilidad. “Para subsistir necesitaba competir en estos dos aspectos con los químicos. Mejoré la formulación de mis productos y me aseguré de que tenían una buena aplicación agronómica, además de optimiza los costes y procesos para que fuesen más eficientes. Gracias a ello, conseguí que, al final, mi argumento fuese: es efectivo, te entra en precio, va a mejorar tu rentabilidad y además es ecológico”.

Carlos Ledó recorrió todo España intentando demostrar la valía de sus fungicidas hasta que finalmente unas bodegas se interesaron por su mezcla de plantas. “Los enólogos advirtieron a los ingenieros de campo que dejaran de utilizar tanto químico, porque las levaduras no arrancaban la sedimentación de forma natural y la fermentación no se estaba produciendo”. Esto le dio la oportunidad de testar sus soluciones naturales con éxito. Pronto se corrió la voz de que era posible hacer un vino sin tanta carga química.

Idai Nature está presente en 35 países y tiene una plantilla de 80 empleados

En torno a los años 2012 y 2013, el boom de las ensaladas de cuarta gama —bolsas de lechuga ya troceada y lista para su consumo— fue otra oportunidad para Idai Nature y su fundador. Estos cultivos se caracterizan por tener días de corte muy bajo, entre unos 10/15. Además son brotes muy tiernos, que debido al poco tiempo que existe entre el trasplante y el corte, no aceptan químicos y, por ello, demandan soluciones naturales de biocontrol como las desarrolladas por el ingeniero valenciano.

Años más tarde, se aprobaba la nueva normativa europea de 2015 sobre seguridad alimentaria que limitaba los residuos de plaguicidas en los alimentos de origen vegetal y animal. Esta legislación junto con una mayor concienciación de la sociedad acerca de qué productos se estaban vendiendo y consumiendo, así como de los controles que se estaban aplicando, especialmente en los países nórdicos, impulsó a una tendencia hacia lo ecológico y los productos alimentarios de residuo cero. “Como ya tenía un nombre y una marca que había trabajado durante cinco años, empecé a crecer. Igual que te digo que los primeros años fueron complicados, a partir de entonces nos fue muy bien y hemos crecido mucho”, asegura el CEO. Con datos de 2018, Idai Nature está presente en 35 países, con una facturación de 12 millones de euros y una plantilla de 80 empleados.

En su laboratorio adaptan sus fórmulas a las necesidades reales de los agricultores en cualquier parte del mundo

En ese momento, Ledó se dio cuenta de que para seguir creciendo necesitaba estar acompañado. Así, incorporó la empresa al grupo internacional Rovensa, manteniendo a todo el equipo que le había acompañado durante tantos años. “En la actualidad, hemos tenido la suerte de conseguir adquisiciones y que se invierta en la unidad que yo llevo. Hemos comprado empresas de la competencia como Agrichem bio, Evenagro o grupo Agrotecnología ”, explica Carlos, quien ahora es consejero delegado de biocontrol.

La base de Idai Nature es el I+D+i agrícola (de hecho, Idai es un acrónimo). A través de su laboratorio consiguen adaptar cada producto a las necesidades del país e incluso del continente. El equipo de Idai Nature viaja por todo el mundo visitando y asesorando a los agricultores. “Nuestra venta se basa en la preinscripción y el asesoramiento. Este tipo de venta es muy próxima y nos permite conocer los problemas reales de los agricultores. En función de eso, adaptamos las fórmulas en nuestro laboratorio al área geográfica que previamente hemos visitado. Esto nos permite que el sistema se vaya retroalimentando e ir mejorando cada vez más nuestros productos”, afirma Carlos Ledó.

Ese cambio constante, la clave de su éxito, les ha valido para conseguir varios reconocimientos y premios como ser la empresa más innovadora de la Comunidad Valenciana en 2013 o la mejor pyme de España en 2016. En 2017, debido a su contribución por la sostenibilidad del planeta, acudieron al Palacio de la Zarzuela a una recepción privada con la Reina. Recientemente han obtenido el premio a la Pyme del Año en Valencia, otorgado por Banco Santander y la Cámara de Comercio de España, y se encuentran entre los finalistas para el galardón nacional 2019.

El Confidencial, en colaboración con Banco Santander, tiene como principal objetivo dar a conocer los proyectos de personas que transforman la sociedad e impulsan el progreso.

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