Cómo calentar tu casa con energía obtenida de la Tierra

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a temperatura constante a la que se mantiene el subsuelo es una fuente de energía inagotable que permite mantener nuestra casa a la temperatura ideal durante todo el año

Por Jaume Esteve

No andaba desencaminado Gandalf el Gris en ‘El Señor de los Anillos’ cuando, a medio camino en su tránsito por las minas de Moria, alertaba de los peligros de cavar demasiado hondo en la Tierra y despertar a una criatura que era fuego y sombras. No se trata de despertar a demonios pretéritos pero sí es cierto que ahondar en las profundidades del suelo puede traer beneficios a nuestro día a día gracias a la llamada geotermia, es decir, aprovecharse del calor de la Tierra para satisfacer las necesidades energéticas de nuestro hogar.

El interior de la Tierra el subsuelo se encuentra a una temperatura estable de entre 7 y 14 grados a unos 20 metros de profundidad y va aumentando a medida que cavamos más hondo. Esa temperatura, unida a una bomba de calor, te puede ahorrar un buen pico en la factura de la luz (o de gas natural o de gasoil) a la vez que contribuyes a no contaminar el medio ambiente. Además, puedes extraer el calor de tu casa en verano para ‘verterlo’ a la tierra y mantener tu hogar fresco en verano.

Una de las ventajas de la geotermia es que se trata de una fuente de energía estable que no está a merced de las variaciones que se puedan dar en el exterior de la vivienda, como sí que sucede con la aerotermia. Esta fuente, también respetuosa con el medio ambiente, tiene un problema: instalada en entornos fríos no es todo lo eficiente que podría llegar a ser por lo que los gastos derivados de su instalación no salen a cuenta.

Una de las ventajas de la geotermia es que se trata de una fuente de energía estable que no depende de las variaciones exteriores como sí ocurre en la aerotermia

Tres instalaciones diferentes

Para entender cómo funciona la geotermia hay que comenzar por diferenciar entre los diferentes tipos de instalación que se pueden llevar a cabo para convertir el calor de la Tierra en energía. Para ello, se deben colocar unos tubos por los que circula agua con anticongelante (que suele ser biodegradable para evitar contaminar el suelo en caso de fuga) que se encuentra a la temperatura señalada con anterioridad y que se pueden colocar de diferentes maneras.

  • Instalación horizontal. Los tubos se instalan a menor distancia del suelo y son más vulnerables a los cambios de temperatura del exterior. Esta alternativa suele ser más costosa, necesita de un espacio que sea el equivalente a 1,5 veces el tamaño de la casa y su eficiencia energética (20-30 W/m2) es menor que la de otras alternativas.
  • Instalación vertical. Se consigue cavando tubos a mayor profundidad (hasta unos 150 metros) que ofrecen una mayor estabilidad en términos de temperatura aunque el coste suele ser más elevado. El punto a favor es la eficiencia energética, ya que hablamos de unos 40-60 W/m2.
  • Captaciones freáticas. En el caso de llevar a cabo la instalación en una zona de acuíferos es posible utilizar el agua de un pozo en un circuito abierto que libera esa misma agua en un segundo pozo que debe estar a unos diez metros de distancia como mínimo. Con este sistema será necesario contar con una bomba de calor que tenga la potencia suficiente para bombear el agua hasta el edificio por lo que el consumo eléctrico tendrá un peaje en la factura de la luz.

Una vez finalizada la instalación, la bomba de calor es la encargada de convertir el calor almacenado en el subsuelo en energía para nuestro hogar. En el caso de las instalaciones horizontales o verticales hablamos de un circuito cerrado que funciona como el de una nevera: se utilizar el ciclo frigorífico del agua con anticongelante para absorber el calor que se encuentra bajo nuestros pies y llevarlos hasta un punto frío: nuestro hogar.

Así, durante los meses de invierno se puede utilizar la bomba para transportar el calor del subsuelo hasta nuestro hogar, que llega en forma de suelo radiante. En verano, el proceso se invierte y el ciclo trabaja de manera que ese mismo suelo absorbe el calor del hogar y lo transmite al subsuelo.

El precio de una instalación de geotermia varía en función del tipo de instalación que se lleve a cabo así como de las dimensiones de la vivienda aunque se estima que el coste suele estar entre los 20.000 y los 40.000 euros. Un coste que, a pesar de ser una inversión mayor que la que se necesita para instalar equipos que funcionan con gasoil o con gas natural, es más eficiente a largo plazo. Se estima que una vez amortizada la instalación, entre unos cinco y diez años, el ahorro se sitúa en torno al 45% respecto al gas natural y al 60% respecto al gasoil.

Popular en Escandinavia

Los países nórdicos se han situado a la vanguardia a la hora de utilizar esta fuente de energía. La ‘privilegiada’ situación de Islandia, en una zona de alta actividad volcánica, le ha permitido instalar seis centrales eléctricas. Se calcula que el 87% de las viviendas del país obtienen calefacción y agua caliente gracias a la geotermia, una fuente de energía que, junto a la hidroeléctrica, prácticamente cubre todas las necesidades del país.

El 87% de las viviendas de Islandia obtienen calefacción y agua caliente gracias a la geotermia

Otros países nórdicos, como Noruega, también han apostado por la geotermia para cubrir sus necesidades energéticas. Este artículo publicado el pasado mes de junio estima que el país cuenta actualmente con una red de 3TWh y los últimos avances tecnológicos han permitido perforar a una profundidad de entre 800 y 1.500 metros. Profundidades en las que se consigue una mayor temperatura, ya que cada cien metros se estima un aumento de tres grados, y que suponen una alternativa limpia y respetuosa con el medio ambiente.