Siete grandes innovaciones que ayudarán a combatir el cambio climático

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a próxima década será crucial para poner en marcha todas las iniciativas que permitan alcanzar los acuerdos en la reducción de emisiones

Por Jaume Esteve

El cambio climático no solo se ha convertido en una de las grandes preocupaciones de la sociedad sino que ya está permeando en otras capas. Incluso los CEO de las grandes compañías del planeta han identificado ya los efectos del calentamiento global como el mayor reto al que se enfrentan sus compañías a medio plazo. Un desafío para toda la sociedad del que saldrán compromisos concretos en la actual Cumbre del Clima de Madrid.

Tras la firma de los acuerdos de París en 2015, la década que viene va a ser la de la consolidación de esas medidas, que marcan que la subida de la temperatura a nivel global no deben superar el grado y medio. Empresas y gobiernos ya trabajan en innovaciones tecnológicas que permitan lograr esas metas. Estas son algunas de las tendencias que se potenciarán durante los años venideros.

Carne in vitro o hecha con plantas

En la reciente serie de HBO ‘Years & Years’ ya se hacía una mención a una idea que no parece muy lejana: el consumo de carne sintética. Aunque todavía nos quedan años para llegar hasta ese extremo, ya existen alternativas como Beyond Meat que son capaces de elaborar carne con ingredientes vegetales.

¿Por qué esa transformación? Porque el sector de la ganadería industrial representa el 14,5% de las emisiones de CO2 a la atmósfera, según cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, por lo que estas alternativas ganarán peso en los próximos años. También se encuentran otros proyectos que apuestan por la creación de carne en laboratorio, gracias al cultivo de células in vitro.

Biofertilizantes contra los pesticidas

Siguiendo con el tema de la alimentación, la ONU ya incluyó entre sus Objetivos de Desarrollo Sostenible el cuidado del medio ambiente mediante la protección de los ecosistemas terrestres. Los biofertilizantes, formados especialmente bacterias y hongos, viven asociados o en simbiosis con las plantas y les ayudan en su proceso de nutrición, por lo que suponen una fuente sostenible de abono para la agricultura. El uso de los biofertilizantes reducirá progresivamente la necesidad de usar pesticidas y herbicidas de origen químico, lo que se traducirá en un uso más sostenible y eficiente del (limitado) suelo agrícola.

Una empresa murciana ha lanzado un biofertilizante sostenible que reduce más de un 60% el uso de nitrógeno en los fertilizantes quiímicos

Un ejemplo de esta tendencia de la española Symborg, empresa de biotecnología agrícola murciana, que acaba de lanzar un biofertilizante sostenible capaz de reducir más de un 60% el uso de nitrógeno en el fertilizante químico gracias a una bacteria.

Enzimas que absorben el plástico

La Fundación del Español Urgente escogió microplástico como la palabra del año de 2018, una medida que refleja la creciente preocupación que estos residuos generan en la población. Según Greenpeace, cada año se vierten 12 millones de toneladas de basura al mar, con el consiguiente deterioro para la fauna marina.

La concienciación social (y empresarial) es la mejor medida actual para frenar esta sangría aunque ya existen iniciativas que pretenden acabar con este problema gracias al uso de nuevas tecnologías. Un estudio científico de 2016 modificó de manera accidental una enzima que evolucionó hasta el punto de alimentarse de los plásticos. Esta enzima es capaz de ‘comer’ este plástico en días, un tiempo que podría ser menor si se usan a gran escala. El reto de esta investigación pasa por acelerar el proceso productivo para poder convertir en viable su implantación en los mares.

Blockchain contra el cambio climático

La tecnología de cadenas de bloque que alumbró las criptomonedas también es una herramienta útil contra el cambio climático, reconocido incluso por la ONU. El uso de Blockchain ofrece la posibilidad de poner en marcha iniciativas de energía verde o transacciones de activos de carbono de manera más eficiente.

Coche

El uso de ‘smart contracts’ y la inviolabilidad de esta tecnología supone que todas estas medidas solo se ejecutan si realmente se están llevando a cabo, por lo que no existe posibilidad alguna de fraude y las partes que lo adoptan y lo utilizan en sus transacciones pueden certificar que están trabajando en proyectos para un mundo mejor.

Movilidad eléctrica

La Unión Europea ha puesto en marcha una directiva por la que los fabricantes deberán tener un 25% de vehículos eléctricos e híbridos en su flota. Las previsiones indican que, de cara a 2030, debería haber entre 125 y 220 millones de coches eléctricos circulando por el planeta.

Compañías líderes que operan en esta industria están reforzando su apuesta por la movilidad limpia y conectada. Endesa, por ejemplo, prevé instalar 8.500 puntos de recarga de vehículos eléctricos hasta 2023 alrededor de toda la geografía española y participa en otras iniciativas punteras como la instalación de pantógrafos para la carga ultrarrápida de autobuses eléctricos en ciudades como Barcelona.

Un estudio científico modificó por accidente una enzima que evolucionó hasta el punto de alimentarse de plásticos. Ahora se está trabajando para poder implantarla en los mares

Energías renovables

De cara a 2030 se espera que la UE produzca un 30% de la energía que consume de fuentes renovables. En España esa cifra no debería ser un problema si tenemos en cuenta que en 2018 ya se generó un 40% proveniente de fuentes eólicas y solares y que, unida a la nuclear, alcanzó el 62%.

La UE ha puesto en marcha medidas para que el carbón desaparezca del mix energético en 2030 y que incluso la energía nuclear tampoco sea una opción a partir de 2050. Esta medida implicará un ajuste en el sector energético en el que ya se están poniendo en marcha iniciativas (como Futur-e de Endesa) para dar una nueva vida a las antiguas centrales a la vez que se apuesta de manera creciente por la energía solar y la eólica.

Gestión de la radiación solar

Es una idea controvertida por la que se han manifestado a favor científicos de países en desarrollo. Se trata de limitar el calor proveniente del sol aumentando la masa nubosa en la atmósfera, ya sea con nubes a baja altura sobre los océanos o simulando las que producen las erupciones volcánicas a grandes altitudes.

El problema que presenta esta tecnología es que todavía se desconocen cuáles podrían ser sus efectos a largo plazo, aunque supondría un peaje para la agricultura, por ejemplo. A corto plazo, defienden los expertos, reduciría las temperaturas hasta que se encontrará una solución definitiva.