Las emisiones del transporte, el gran escollo para cumplir con los objetivos de descarbonización

spaña fue el primer país europeo que recibió el visto bueno al Plan Nacional Integrado de Energía y Clima. Una hoja de ruta para la próxima década con varios ejes de acción y un punto crítico: lograr un modelo de transporte menos contaminante

Por Àngela Zorrilla

Como miembro de la UE, España está comprometida en la lucha contra el cambio climático. En 2018 consiguió reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) un 2,2% respecto al año anterior. No obstante, queda mucho camino por recorrer en la descarbonización de la energía. Con más de 332 millones de toneladas de CO2, nuestra huella de carbono fue en 2018 un 15% más que en 1990.

En el marco de este desafío, el Gobierno ha trazado un programa que persigue la neutralidad climática para 2050. El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) establece las bases para conseguir la reducción de al menos un 90% de nuestras emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en la próxima década.

Esto supondría una disminución del 21% respecto a 1990 pasando a generar 226 millones de toneladas de CO2 en 2030. Una hoja de ruta que ha situado al plan español como el mejor calificado de Europa en el examen de European Climate Foundation, con 52 puntos sobre 100 y doblando practicamente la media del continente.

El sector que más dificulta el cumplimiento de los objetivos es el transporte, responsable de un 27% del total de GEI. Expertos y entidades coinciden que para reducir su huella de carbono, la solución pasa por la movilidad eléctrica y, en este sentido, el plan prevé que en 2030 haya cinco millones de vehículos eléctricos que no emitan GEI, aproximadamente el 16% del parque total según las estimaciones del propio PNIEC. Para 2040, además, según la iniciativa, ya no se podrán vender automóviles que emitan dióxido de carbono, siguiendo así el camino marcado por otros países como Reino Unido o Francia.

El programa también contempla el apoyo a los fabricantes. Para ello, quiere impulsar el Acuerdo Estratégico del Sector de la Automoción que dibujará las vías de colaboración y de captación de inversión. Como paso previo, la administración ya ha dotado al sector para este año y el que viene con más de 560 millones de euros. Partidas destinadas a fomentar la movilidad conectada, apoyar la innovación y lograr una mayor presencia femenina en el sector.

Un reto transversal al tejido empresarial

Además de políticas públicas por parte de los ayuntamientos o la transformación del sector de la automoción, hay otro aspecto importante en la reducción de la huella del transporte: el fomento de la movilidad limpia por parte de las empresas. Precisamente, hace unos días se presentaba la plataforma nacional ‘Empresas por la Movilidad Sostenible’, una iniciativa que quiere servir como punto de encuentro de compañías que apuestan por crecer de forma sostenible, segura e inclusiva y que actuará como aceleradora de diferentes proyectos que contribuyan a moverse de forma más respetuosa, especialmente en los entornos urbanos.

Empresas como Endesa trabajan desde hace años en este reto. Mediante su Plan de Movilidad Eléctrica para Empleados convierte a sus propios trabajadores en embajadores de la movilidad eléctrica frente a la sociedad, facilitando que estos lleguen y se marchen de sus intalaciones en medios sostenibles. Una red que se impulsa en los centros de trabajo pero que, según ha anunciado la compañía, se ampliará en los próximos cinco años en 8.500 puntos de recarga públicos distribuidos por toda nuestra geografía.

Otro caso es Irizar, que ha presentado su nuevo ‘ie truck’, un camión eléctrico destinado al transporte de mercancía. Por su parte, la española QEV ha ideado ‘kits’ para convertir en eléctricos de cero emisiones vehículos de transporte de pasajeros y los primeros autobuses transformados con esta tecnología ya están funcionando en Filipinas.

También está la española Calidad Pascual, que ha presentado su flota de medio millar de híbridos enchufables y 100% eléctricos, que supondrán una reducción de las emisiones de CO2 de más de un 25%. Ejemplos recientes de que la empresa es un agente que puede (y debe) encabezar el reto de reducir la huella emitida por el transporte.