La ‘micromovilidad’ y su impacto en el transporte urbano

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n un contexto en que el coche o la moto no son muchas veces opciones eficientes para las distancias intermedias, la micromovilidad gana protagonismo e impulsa cambios tanto en la legislación como en la configuración de las ciudades

Nacho Palou

En los últimos años han surgido en las ciudades numerosas compañías que ofrecen soluciones de movilidad personal como bicicletas y patinetes eléctricos compartidos que dan respuesta a algunos de los principales desafíos asociados al crecimiento de las ciudades: la congestión y la calidad del aire.

Estos vehículos, destinados principalmente al transporte personal, diseñados para cubrir distancias cortas y medias, y que generalmente disponen de propulsión o asistencia eléctrica, se engloban en el concepto de micromovilidad: vehículos pequeños y ligeros que permiten ir del punto A al punto B ahorrando tiempo, ocupando el mínimo espacio en la calzada y sin emisiones contaminantes.

Para muchos ciudadanos, la micromovilidad es la opción utilizada cuando la distancia es demasiado corta para conducir pero demasiado larga para caminar

Aunque en la práctica la micromovilidad la representan sobre todo las bicicletas y los patinetes eléctricos, el término micromovilidad acoge cualquier otro vehículo que encaje dentro de esa definición. Según el analista Horace Dediu, a quien se le atribuye el término, micromovilidad es cualquier solución de movilidad del tamaño adecuado.

"Hemos utilizado el coche tanto para recorrer 200 metros como para viajar cientos o miles de kilómetros”, dice Dediu. “El coche permite cubrir todo ese rango de distancias, pero no siempre de forma eficiente. Sin embargo, hasta ahora realmente no hemos tenido ninguna buena alternativa porque, aunque la bicicleta se ha mantenido a lo largo del tiempo, las infraestructuras se han diseñado para los coches y la ciudades son cada vez más grandes".

Primer y último tramo

La micromovilidad no siempre es una solución de transporte en sí misma. En cambio para muchos ciudadanos es una solución de movilidad para el primer y el último tramo, cuando la distancia es demasiado corta para conducir pero demasiado larga para caminar, como el trayecto desde casa hasta el transporte primario (como pueden ser el tren o el autobús) o el camino desde el transporte primario (que puede ser el coche particular) hasta un destino en el centro de la ciudad.

En las ciudades la mayoría de los viajes urbanos son trayectos de entre tres y cinco kilómetros. En estos casos el viaje puede completarse combinando dos o más modos de transporte, como trayectos cortos en transporte público junto con soluciones de micromovilidad —como bicicletas, patinetes o ciclomotores eléctricos de uso compartido— para cubrir el primer o el último tramo, o tramos intermedios entre paradas de transporte público.

ciudad

El éxito de la micromovilidad se basa precisamente en que es un buena alternativa para desplazamientos en los que el coches es poco eficiente. Pero no ha sido la demanda la que ha propiciado estas nuevas soluciones de movilidad sino la tecnología, en especial la coincidencia entre la popularización de los ‘smartphones’, que posibilitan la prestación de servicios de micromovilidad compartida. También el abaratamiento de las baterías recargables y de otros componentes eléctricos, como los motores.

Según Bloomberg NEF, entre 2010 y 2018 el precio de las baterías se ha reducido en un 85% a la vez que han incrementado su capacidad de carga por volumen, lo que en la práctica significa soluciones de movilidad eléctrica más asequibles y con mayor autonomía.

Además, los ‘smartphones’ posibilitan el desarrollo de soluciones de movilidad relativamente simples cuyas prestaciones más complejas —desde la navegación GPS a la gestión del vehículo, pasando por la plataforma de pago en el caso de vehículos de compartido— se resuelve a través de una ‘app’ en el móvil de usuario.

Nuevos desafíos para las ciudades

Este éxito casi instantáneo de las soluciones de micromovilidad ha supuesto en numerosas ciudades molestias e inconvenientes para los peatones, especialmente para aquellos con visión o movilidad reducida. En muchos casos el origen de los problemas asociados están en la ausencia de infraestructuras adecuadas —como suficientes carriles bici— o en la falta de normas específicas y de formación acorde a los nuevos modos de transporte.

Desde la irrupción de las compañías de micromovilidad la mayoría de las ciudades han tenido que adaptar o clarificar su legislación al respecto de estos vehículos. En general, se considera que la micromovilidad no debe ocupar ni circular en el espacio reservado para los peatones, como tampoco pueden circular por las vías rápidas reservadas para los vehículos.

Además, debe adaptarse a las normas municipales en cuanto a seguridad y con respecto al uso del casco o de elementos luminosos o reflejantes, así como a las normas de aparcamiento especialmente en el caso de vehículos sin punto de anclaje.

La micromovilidad aprovecha en muchos casos infraestructuras ya existentes pero también impulsa a cambios tanto en el diseño de las ciudades como en la planificación de las redes de transporte público

La micromovilidad aprovecha en muchos casos infraestructuras ya existentes pero también impulsa a cambios tanto en el diseño de las ciudades como en la planificación de las redes de transporte público. Esto también es aplicable a los edificios de oficinas, que deben facilitar el acceso, aparcamiento y recarga de los vehículos de micromovilidad, fomentando así el uso de estos vehículos no contaminantes y sus beneficios, personales y colectivos, entre los empleados que acuden a los centros de trabajo.

Por ejemplo, desde el pasado verano el banco gallego Abanca ofrece gratuitamente a sus empleados patinetes y bicicletas eléctricas en las sedes que el banco tiene en A Coruña, Madrid y Vigo; y Seat puso el año pasado ene marcha una estrategia de micromovilidad que incluye la comercialización del patinete eléctrico eXS de Segway que el fabricante ofreció de manera anticipada a sus empleados.

De forma parecida la inicitativa Movilidad a 2 Ruedas, impulsado por Endesa con motivo de la celebración de Semana Europea de la Movilidad, ofrece de forma gratuita a sus empleados un ‘pool’ de bicicletas con pedaleo asistido y de patinetes eléctricos disponibles en las principales sedes, para fomentar entre sus empleados ese cambio modal y esa racionalidad en el transporte urbano, además de reforzar su compromiso con la movilidad eléctrica y sin emisiones.