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De víctimas de violencia machista a supervivientes

Sara Rivas

La Fundación Ana Bella ayuda a las mujeres a salir de la espiral del maltrato de género y a insertarse laboralmente en la sociedad. Ya han ayudado a 25.000

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ada semana mueren 50 mujeres en Europa por violencia de género, según la denuncia efectuada por varias ONG ante la Eurocámara el pasado enero. En 2018, 47 mujeres fueron asesinadas por sus parejas o exparejas, según datos de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género. La mayoría de ellas no denunció previamente a su maltratador ni pidió ayuda. Hacerlo es realmente complicado si no hay una mano amiga que te acompañe en el camino.

La función de Ana Bella y de la Fundación que lleva su nombre es, precisamente, tender esa mano. Antes de crearla, fue una de las tantas mujeres encerradas en la espiral del maltrato de género. “Yo veía en la televisión que una mujer había fallecido a manos de su pareja y pensaba: ‘cómo puede haber dejado que pasara esto’. Y quizás esa misma noche mi expareja me había pegado con la correa”, rememora Ana Bella. Ella, como muchas otras, no se sentía identificada con la palabra víctima, ni con las mujeres que salían en programas de televisión con la cara distorsionada o con el ojo morado en las campañas contra el maltrato del Gobierno.

Tras 11 años, una noche consiguió reunir el valor, coger a sus cuatro hijos, el coche y marcharse de un hogar con una economía acomodada para comenzar una nueva vida. “Tenía 29 años y lo único que había conseguido ser era una mujer maltratada”. Tras pasar por dos hogares de acogida recibió una ayuda del Gobierno que nunca llegó a cobrar porque en su interior sabía que valía más que ese subsidio. “En ese papel ponía que yo era víctima de violencia de género pero yo no era una víctima. Era una superviviente”, afirma. Es en ese momento cuando decide que no puede quedarse sentada y que su misión era ayudar a más mujeres.

Con valentía y con la cara descubierta acudió a un plató de televisión para contar sus vivencias y tender la mano a las mujeres que se encontraran en la misma situación que ella. 1.000 personas respondieron a la llamada. A la primera, Ana la acoge en su casa, y desde entonces, entre todas, han creado una red de 25.0000 supervivientes que acompañan a otras mujeres para salir de esa espiral en la que todas han estado perdidas.

“Tenía 29 años y lo único que había conseguido ser era una mujer maltratada”

Hoy la Fundación, creada en 2006, trabaja en varios frentes. Desde el acompañamiento de las mujeres para dar el primer paso y denunciar y el cuidado de los hijos, hasta su formación profesional y, más recientemente, para formar a las plantillas de las empresas como agentes de cambio frente a la violencia de género.

Si dar el primer paso es complicado, aún lo es más reinsertarse laboralmente en la sociedad. “La realidad es que la mayoría se ve abocada a trabajos invisibles y poco remunerados. Parece que solo podemos aspirar a ser limpiadoras y reponedoras”, lamenta, aunque especifica que son “trabajos totalmente dignos y necesarios pero que no siempre deben recaer en mujeres maltratadas”. Es por ello por lo que la fundación buscó una necesidad que tuvieran las empresas y que, al mismo tiempo, les permitiera dejar de estar escondidas; lo encontraron junto a la agencia Momentum Task Force en el mundo comercial como embajadoras de marcas.

“La mayoría de las mujeres maltratadas no piden ayuda porque no se dan cuenta de que están siendo maltratadas”

Desde entonces son muchas las empresas que han dejado de lado a jóvenes con perfil 90-60-90 para confiar en mujeres de cualquier edad y talla. “Somos mujeres fuertes, capaces de sobreponernos rápidamente y salir de situaciones complejas. Además entendemos muy bien el lenguaje corporal y las empresas reconocen nuestra valía”, asegura Ana.

Precisamente, y a sabiendas de que una mujer maltratada puede ser cualquier mujer sin importar su nivel de estudios ni condición social, es en el mundo empresarial donde la fundación considera que pueden lograr el cambio. “No importa que sean abogadas, periodistas o psicólogas. La mayoría de las mujeres maltratadas no piden ayuda porque no se dan cuenta de que están siendo maltratadas, pero quien sí se puede dar cuenta son sus compañeras y compañeros de trabajo, ya que pasan una media de ocho horas al día junto a ellas”, explica. En este sentido, ofrecen formación a plantillas de empresas como agentes de cambio frente a la violencia de género de forma sistémica, como ya lo es la formación en prevención de riesgos laborales.

“Somos mujeres fuertes, capaces de sobreponernos rápidamente y salir de situaciones complejas”

“Valiéndonos del relato personal en positivo de una mujer superviviente se va detallando con ejemplos concretos qué es la violencia de género, cómo es ejercida y las señales de alarma para aprender a detectarla a tiempo en una misma o en una compañera”, expone. Además aconsejan cómo ayudar a una compañera o compañero si está siendo maltratado, cómo actuar si alguna persona identifica que su relación es abusiva y ofrecen pautas de cómo construir relaciones sanas. “Con esta iniciativa estamos logrando que las empresas se conviertan en aceleradoras del cambio social hacia una sociedad en igualdad”, muestra Ana.

Mientras lo consiguen, la red de la Fundación no para de aumentar. En octubre de 2017, Ana contó su historia en un vídeo de PlayGroun. Con el título ‘Amor o muerte’, recibió 80 millones de visitas que se convirtieron en tres millones de peticiones de ayuda. Ahora la familia Ana Bella llega a rincones de Canadá, Rumanía, Guinea Bisáu o Estados Unidos, entre otros países. Y lo hacen sin apenas recursos. “Estamos desbordadas. Nosotras usamos nuestro amor, nuestro tiempo y nuestra empatía para acompañar a las mujeres maltratadas hasta los recursos pero una vez que salen de las casas de acogida necesitamos medios económicos para que recuperen su vida no como víctimas dependientes de un subsidio, sino como mujeres supervivientes y felices, capaces de actuar como agentes de cambio social ayudando a otras mujeres”, concluye Ana.

En 2019 la fundación contará con esos recursos económicos, concretamente 40.000 euros, gracias al programa ‘Euros de tu nómina’, de Banco Santander, donde los empleados del banco donan dinero para proyectos sociales y la entidad aporta la misma cantidad.

El Confidencial, en colaboración con Banco Santander, tiene como principal objetivo dar a conocer los proyectos de personas que transforman la sociedad e impulsan el progreso.

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