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Cuando el alumno marca su propio camino de aprendizaje

Tomás Muñoz M.

El Sistema EBI -desarrollado en un colegio de Montecarmelo- permite a los alumnos decidir qué quieren aprender, con quién, dónde y cómo quieren hacerlo

E

l norte de Madrid tiene el privilegio de contar con uno de los colegios más innovadores del mundo. Santa María La Blanca, ubicado en el tranquilo y apacible barrio de Montecarmelo, es uno de los cuatro centros educativos españoles recogidos en ‘Viaje a la escuela del siglo XXI’, obra del psicólogo e investigador Alfredo Hernando, quien recorrió durante años diferentes países para conocer los métodos utilizados en los colegios más punteros del planeta.

Santa María La Blanca también puede presumir de haber recibido uno de los galardones Madrid Excelente, en la categoría de sector educativo. Este reconocimiento, otorgado anualmente por la Comunidad de Madrid, quizá haya contribuido tanto a su creciente prestigio como al hecho de que preste servicio cada día a cerca de 2.200 estudiantes de diferentes etapas educativas. Al centro acuden a diario chicos y chicas con edades comprendidas entre los cero y los 18 años.

No obstante, para que un simple colegio se convierta en un referente indiscutible, debe existir detrás un fuerte equipo directivo y docente. Una de las personas responsables en este éxito es Arantxa Garay, psicopedagoga y directora de Innovación de la Fundación Iruaritz-Lezama, quien explica que el principal motivo de sus logros educativos es el Sistema EBI: “Se trata de un modelo pedagógico propio, desarrollado en Santa María La Blanca durante los últimos diez años y basado principalmente en la personalización de la enseñanza”.

El objetivo fundamental de este método es “empoderar” al alumnado para que su proceso de aprendizaje sea cada vez “más autónomo”. Garay subraya la importancia de que los alumnos y alumnas “puedan tomar cada vez más decisiones respecto a lo que quieren aprender, con quién, dónde y cómo lo quieren hacer”.

A partir de cuarto de la ESO los alumnos trazan su camino de aprendizaje y el docente adopta un papel de guía

Su punto de partida es la Teoría de las Inteligencias Múltiples, desarrollada en la década de 1980 por Howard Gardner, profesor de la Universidad de Hardvard. La premisa es que cualquier persona cuenta con talentos, capacidades e inteligencias diferentes. “Todos nuestros estudiantes son únicos y distintos porque mientras unos demuestran habilidades musicales o cinestésico-corporales, otros destacan en los ámbitos emocional, lingüístico, naturalista o lógico-matemático”, matiza.

El otro gran elemento a partir del que se construye el proyecto EBI es el espacio privilegiado que supone la escuela para establecer relaciones. “Aquí los jóvenes aprenden de sus compañeros y profesores, pero además —aclara Garay— el centro educativo sirve de puente hacia otros entornos, como son las empresas, las entidades sin ánimo de lucro, el barrio o las familias”. En Santa María La Blanca permeabilizan las paredes del aula para impulsar al alumnado a crear relaciones con el mundo exterior.

Por otra parte, la cara visible del Sistema EBI son las guías de aprendizaje. Garay apunta que estas herramientas “suponen un camino de pensamiento para los alumnos y alumnas”. Estos itinerarios parten de la vinculación emocional hacia el contenido, continúan con la exploración e investigación por parte del estudiante, prosiguen con un desarrollo más práctico y activo, para concluir marcando la relación entre lo aprendido y otras asignaturas o la propia realidad diaria. “Después llega el turno de la evaluación: primero del docente, después, la que realiza cada estudiante y, finalmente, la coevaluación efectuada entre compañeros al mismo nivel”, describe la pedagoga.

“El alumnado es nativo digital y necesita entender por qué y para qué va al colegio o al instituto”

La transferencia de responsabilidades es otro de los aspectos ciertamente innovadores. Hasta cuarto de primaria, estas guías son elaboradas principalmente por los docentes. Sin embargo, después pasan a manos de los propios estudiantes, “quienes comienzan a trazar su camino de aprendizaje de una forma más autónoma, a la par que el docente adopta un papel de guía”. Garay aclara que a partir de esta etapa del desarrollo educativo, los alumnos y alumnas trabajan en equipo o de forma individual, pero siempre con la supervisión del profesor: “Este resuelve sus dudas, explica los puntos más complicados del contenido y les ayuda a planificarse”. Todo ello enriquecido con los programas y aplicaciones informáticas que proporciona Google for Education, entidad que colabora estrechamente con el colegio.

Santa María La Blanca se sitúa a la cabeza de la innovación educativa, pero existen numerosos centros en España que también están apostando por la originalidad y la renovación. La directora de Innovación de la Fundación Iruaritz-Lezama tiene claro que el impulso y la reforma de la educación deben aflorar desde la base y sus elementos indispensables son la innovación, el uso de la tecnología y la personalización de la enseñanza. “Hay que tener presente que el alumnado es nativo digital y necesita entender por qué y para qué va al colegio o al instituto”.

Garay explica que las generaciones anteriores no se cuestionaban estos aspectos “porque los centros educativos suponían la única oportunidad para desarrollar determinados procesos de aprendizaje”. Hoy no es así, “por esta razón es vital que los estudiantes den sentido a todo lo que hacen en la escuela y el mejor camino es la personalización de la enseñanza”. Añade que “se trata, sin duda, del denominador común a todos los centros innovadores” y confía en que “la administración pueda estar a la altura y recoger la ingente cantidad de experiencia y conocimientos que se están desarrollando”.

El Confidencial, en colaboración con Banco Santander, tiene como principal objetivo dar a conocer los proyectos de personas que transforman la sociedad e impulsan el progreso.

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