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Una lección, seis asignaturas: un método educativo dispara la tasa de aprobados
Los alumnos de un instituto de Leganés estudian un momento histórico concreto a través de las explicaciones de profesores de asignaturas distintas en una clase simultánea
a fortuna quiso que se colara una frase en mitad de un breve silencio. Era una mañana cualquiera en un instituto de Leganés (Madrid) y Ana Hernández, profesora de Plástica y jefa de estudios del IES Julio Verne, había detenido su explicación durante un segundo. Ese tiempo fue suficiente para escuchar en el aula contigua como una compañera abordaba el mismo período histórico que ella, pero desde el punto de vista de otra asignatura. El paso siguiente fue proponer —en tono divertido al principio— dar la clase juntas, pero no se trataba de una idea peregrina, acababa de nacer un novedoso concepto docente que, en menos de dos años, se ha asentado y tiene visos de extenderse y revolucionar la forma de dar clase en nuestro país.
La situación de partida era muy delicada. “Los alumnos de algunos grupos de 4º de la ESO presentaban unos índices muy bajos de aprobado y había que hacer algo, era una cuestión de responsabilidad”. Ana propuso su nueva idea al claustro de profesores y la dirección del centro. Varios docentes se sumaron de forma voluntaria a su propuesta y comenzaron a dar clases colectivas juntando varios grupos. El número de estudiantes aprobados se disparó del 20%, que indicaban las previsiones más optimistas, a un 90%, en tan solo ocho meses.
Sabedora de que cuenta con el apoyo de la administración educativa, así como de los padres y madres de los alumnos, esta bilbaína licenciada en Psicología y doctora en Bellas Artes ha vuelto a la carga durante el presente curso. “Este año hemos ampliado la iniciativa a cuatro clases de 3º de la ESO, divididas en dos grandes grupos de 60 estudiantes, e impartimos la lección de forma simultánea hasta cinco y seis profesores en cada sesión”. El objetivo es que los chicos y chicas relacionen los conocimientos de las diferentes asignaturas, a la par que aumentan su motivación. Para ello, “al final de cada bloque juntamos a todos los grupos y les pedimos que realicen lluvias de ideas y mapas conceptuales de forma colaborativa”, apunta Ana.
Aunque cuentan con cierta flexibilidad, las clases están muy estructuradas y requieren muchas horas de preparación. “El esfuerzo para nosotros es mayor —reconoce— pero tenemos la confianza de que es un proyecto que funciona. Además, hemos descubierto que nos encanta trabajar en equipo”. El eje vertebrador es la asignatura de historia, “que sirve para ordenar cronológicamente todo aquello que les queremos explicar a los alumnos”. Y los espacios utilizados van desde el salón de actos del centro, que cuenta con pantalla de proyección gigante, hasta las aulas de dibujo que permiten la movilidad de las mesas para desarrollar el trabajo colaborativo.
El objetivo es que los chicos y chicas relacionen los conocimientos de las diferentes asignaturas a la par que aumentan su motivación
A la hora de evaluar, Ana es clara y destaca la necesidad de ser coherentes: “Si los conocimientos se imparten de forma global, la evaluación no puede realizarse de forma individual para cada asignatura”. La solución ha sido preparar pruebas estandarizadas con preguntas abiertas que son corregidas por todos los profesores implicados. Asimismo, el equipo docente también se ha visto obligado a modificar la planificación de sus programaciones didácticas para conseguir que coincidan cronológica e históricamente los contenidos curriculares de todas las materias.
Uno de los mayores logros conseguidos con el concepto de ‘Profesores y aulas de puertas abiertas’ es la implicación de los propios alumnos. Ana admite que “lo más bonito” que le ha dicho un estudiante en su amplia experiencia docente ha sido “de tu clase salgo con intriga”. Y es que no solo aprueban los estudiantes a priori más preparados, sino que los beneficios también afectan a aquellos que parecían predestinados a suspender. “Los roles han cambiado y hemos descubierto nuevas capacidades y habilidades en los chicos y chicas”, señala.
Los aprobados se dipararon del 20%, que indicaban las previsiones más optimistas, al 90% en ocho meses
Sin embargo, no se trata únicamente de inventar y descubrir nuevos métodos. “Para que la innovación sea realmente útil debe nacer de una necesidad”. Ana confiesa que es cierto que tradicionalmente se ha relacionado más la originalidad educativa con la escuela privada, pero “en el sector público tenemos mucho que decir porque la educación está en un momento precioso y es necesario abrir las puertas para que entre aire fresco”. Desde su punto de vista, lo que ocurre en un centro educativo puede no coincidir con la problemática de otro, pero el intercambio de experiencias puede ayudar mucho. “Cuéntame cómo lo haces tú y compartiré contigo qué es lo que hago yo”. Esta profesora de plástica predica con el ejemplo y siempre imparte sus clases con las puertas abiertas. “Puede entrar y salir quien lo desee porque se trata de conocimiento y este debe estar al alcance de cualquiera”.
El año pasado se interesaron por el proyecto tres institutos de secundaria de distintas comunidades autónomas. “Abramos las puertas y contémoslo”, insiste. “En la educación española abundan los profesionales excelentes, hay docentes haciendo cosas interesantes en numerosos colegios e institutos de toda España y el objetivo que nos une siempre es el mismo: buscamos el mejor futuro para nuestros alumnos y alumnas”. Ana y sus compañeros son de esos profesores que marcan a los estudiantes para toda la vida. Es evidente que la mañana en que nació el proyecto no solo desapareció el tabique que separaba su clase de la de su colega, también se inició una batalla contra los muros mentales.
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