Ni toallitas ni comida: la basura en el WC nos cuesta dos millones al año

Un proyecto de ECBRANDS para
Desperdicios en el WC

Subsuelo

Aravaca, Madrid / Colector de Valdemarín

Subsuelo de Madrid
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l inodoro no es la basura. Lo has escuchado más de una vez pero cuando abres la tapa del WC y tiras toallitas biodegradables, bastoncillos o las lentejas que se te han puesto malas tiendes a olvidar esa frase tan rápido como el agua se lleva tu basura. Total, por una vez, no pasa nada, ¿no?

Canal de Isabel II, que gestiona el agua en Madrid, comienza desde ese mismo momento un proceso para depurar el agua y retirar tu basura que les cuesta más dinero del que debería: invierten, de media, unos dos millones de euros anuales para hacer frente a unos residuos sólidos que no deberían estar ahí. Te invitamos al viaje de tus desechos.

Subsuelo de Madrid Subsuelo de Madrid

La red de alcantarillado también recoge el agua de lluvia. Los primeros 30 minutos son los más contaminantes

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l año pasado llegaron hasta las depuradoras de Madrid 28.433 toneladas de residuos sólidos, unos 4,4 kilos por madrileño. Hablamos no solo de lo que tú viertes por el inodoro, también de lo que llega de las industrias, cocinas de los colegios, la bolsa de patatas que tiras al suelo y arrastra la lluvia... Hace unos años aparecían en las depuradoras la sangre de los mataderos o incluso escombros de obra. Un taller ilegal de ropa llegó a tirar los retales por el WC para evitar que la policía sospechara de su operación.

La red de alcantarillado -que tiene 14.956 km- también recoge el agua de lluvia. Los primeros 30 minutos, que arrastran bolsas, latas y colillas, son los más contaminantes, por eso desde 2004 en la Comunidad de Madrid se empezaron a construir tanques de tormenta. Hoy cuenta con 65 y su función es almacenar ese agua llena de residuos y aceites de coche para ir transportándola, poco a poco, a la depuradora, que se encargará de limpiarla y devolverla al río.

Pasa por encima para encender la linterna

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La red de alcantarillado de Madrid tiene 14.956 kilómetros, la distancia entre Madrid y Papúa Nueva Guinea

Kilos de residuos sólidos recogidos por Canal de Isabel II. En 2016 comenzó una campaña de concienciación y las cifras se redujeron en un 12%

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2017
2016
2015
2014
2013

La retirada de estos residuos de las depuradoras le cuesta a Canal de Isabel II una media dos millones de euros anuales

Depuradora

Depuradora

Instalaciones de Arroyo Culebro Cuenca Media-Alta

“T

rabajamos con una materia prima que no elegimos”. Es el resumen que hace Miguel Ángel Gálvez, subdirector de Depuración y Medio Ambiente de Canal de Isabel II. Parte de esa materia prima la conforman las toallitas, que empezaron a aparecer en 2005 y son el residuo sólido más importante -y costoso- al que se enfrentan. Las toallitas se enredan, forman una masa compacta y se atascan en las tuberías y sistemas de cribado. Eso implica que las máquinas se rompen y que los trabajadores tienen que quitarlas a mano, con el consiguiente riesgo para ellos.

¿Pero no son biodegradables? “Un tomate también es biodegradable y aquí llega entero. Los restos de los platos de comida de los colegios que no se limpian bien y acaban en el lavavajillas, también acaban aquí. Hay que tener claro que la toallita tarda meses en desaparecer y el agua residual, entre seis y ocho horas en llegar a la depuradora. Es imposible que desaparezca en ese tiempo”, cuenta Gálvez. “Además, las que más se consumen son las de marca blanca, que tienen fibra sintética y eso no se biodegrada nunca”. Las fibras se van tejiendo solas, se quedan pegadas en las paredes y al final acaban formando ‘un monstruo’ como el que se encontró en Londres de 130 toneladas.

"La toallita tarda meses en desaparecer y el agua residual ocho horas en llegar a la depuradora"

2017 ha sido el primer año que Canal de Isabel II ha notado una ligera bajada del 12% respecto a 2016 en la recogida de residuos sólidos, el año que comenzaron las campañas para alertar del peligro de las toallitas. Su intención es concienciar a los madrileños -como una vez lo hicieron con el ahorro de agua-, e inculcar esa idea en los más pequeños, principales destinatarios de las toallitas húmedas y encargados de cuidar el agua como parte de las futuras generaciones.

¿Qué pasa cuando tiramos de la cadena en casa? Esa agua llega a una profunda piscina que tiene como principal enemigo una gran pala excavadora. Los operarios recogen con ella los primeros residuos. En la Estación Depuradora de Aguas Residuales de Arroyo Culebro Cuenca Media-Alta, por ejemplo, recogen cada día unos dos toneladas de basura. Hasta aquí llegan también lo que arrastra la lluvia -botellas, escombros...-. Es el primer cribado.

Depuradora Depuradora Depuradora

El primer cribado lo hace una gran pala excavadora que recoge los residuos de mayor tamaño

De aquí pasa a lo que llaman ‘peines’, unas rejas en movimiento, que van cerrando sus dientes, para seguir atrapando residuos y que la pala excavadora no ha podido atrapar. Desde salvaslips, condones, bastoncillos de los oídos, tampones, discos desmaquillantes, hilo dental... En esta depuradora van a tener que invertir 750.000 euros para mejorar esta parte de la limpieza; demasiados residuos, las máquinas no dan abasto.

“Al final los residuos pasan por aquí para acabar donde debían, en el vertedero. Es un paso intermedio que no tiene sentido”, apuntan desde el Canal de Isabel II. Los trabajadores han visto llegar aquí de todo: “Ahora ya se ve menos pero hace años era común que la gente vaciara el cenicero del coche en la calle y eso nos llegaba aquí en días de lluvia”, explica José Suárez es jefe del Área de Depuración de las cuencas Tajo – Tajuña.

Bacterias Bacterias

Son las encargadas de hacer desaparecer la contaminación del agua. Para ello solo necesitan una cosa, oxígeno

Una vez eliminado lo sólido, hay que hacer desaparecer la contaminación del agua y ese es trabajo de las bacterias, que se comen lo que no queremos. Para eso solo necesitan una cosa, oxígeno. Este proceso permite que el agua quede libre de suciedad, una vez se separan esas bacterias, y, a la vez, se pueda crear un subproducto, el fango.

La Comunidad de Madrid genera cada año 410.000 toneladas de fango que, una vez secado, se convierte en compost, en abono que Canal facilita a los agricultores que lo pidan para mejorar sus cosechas. También es usado para jardinería y recuperación paisajística. Antes de ser parte de los cultivos, se realizan unos test para comprobar su composición. Si contienen elementos peligrosos como el zinc, se desechan automáticamente. “Nos hemos dado cuenta de cada vez se utilizan más champús anticaspa, que llevan zinc, y ese zinc acaba aquí, en esta agua. Si el abono tiene zinc no se puede usar”, alerta el subdirector de Depuración y Medio Ambiente.

Por otro lado, el fango libera biogás, un gas combustible que genera electricidad y calor. “Se puede almacenar y se produce 24 horas al día. Si hay vida en la ciudad, hay fango y si hay fango hay electricidad”, resumen desde Canal. La electricidad alimenta las depuradoras -genera cerca de 80.000 megavatios hora- y el calor ayuda al secado del fango.

Una vez separado el fango para su uso y eliminadas las bacterias, tenemos el agua residual depurada, pero no potable. Esta agua está lista para volver al río. Si se va a utilizar en el riego de parques y jardines, deberán pasar por un proceso de desinfección para evitar problemas si los ciudadanos entran en contacto con esa agua. Para que fuera potable debería pasar por más procesos. Esta agua regenerada también se utiliza para la industria, que no necesita que sea potable para sus procesos.

“Llevamos cinco años sin subir las tarifas del agua en Madrid y nos gustaría que siguiera así pero los costes de depuración del agua cada vez son más costosos. Hay que concienciar a la población de que el WC no es la basura”, apunta Gálvez.

En 2017 Canal de Isabel II devolvió a los ríos madrileños 443,54 hectómetros de agua y reutilizó otros 16

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