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Fundaciones empresariales o cómo romper moldes en la ayuda al desarrollo
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Fundaciones empresariales o cómo romper moldes en la ayuda al desarrollo

La colaboración público-privada es un valor en alza en la cooperación al desarrollo y es clave para el acceso a servicios básicos como la luz o el agua en poblaciones remotas

El modelo tradicional de cooperación al desarrollo con las ONG a la cabeza está cambiando. Las empresas están irrumpiendo en esta cooperación como parte de su política de responsabilidad social corporativa colaborando con las entidades públicas y las administraciones. Para conocer cómo se está desarrollando ese cambio de modelo, el impulso de la colaboración de las empresas con las entidades públicas y cómo esa colaboración puede ayudar a los más desfavorecidos, El Confidencial ha invitado a que se reúnan en la misma mesa a varios actores implicados.

"Hay un consenso internacional que reconoce la empresa como un actor más en la cooperación, aunque no el único", afirma Rodrigo Tilve, jefe adjunto al Fondo para la Promoción al Desarrollo (Fonprode) de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid). Además del rol que juegan estos dos agentes —empresa y ONG—, la Administración es una pieza clave para fomentar la comunicación y el diálogo entre todas las partes, incluidas las comunidades beneficiadas de la ayuda al desarrollo y otras instituciones públicas.

placeholder Rodrigo Tilve. (Aecid)
Rodrigo Tilve. (Aecid)

Desde la Fundación Acciona.org, reconocen que todavía se está en ese proceso de ir adaptándose a los nuevos modelos. Su director, José Gabriel Martín Fernández, defiende que han llegado para quedarse porque, con el tiempo, se lograrán “romper los procedimientos” actuales y se llegará a una colaboración plena.

“Por primera vez, hay un lenguaje común en el sector empresarial en cuanto a su contribución al desarrollo”, añade María Jesús Pérez, subdirectora general de la ONG Fundación Codespa, quien considera que ese punto de encuentro es un paso adelante “para encontrar esos espacios de trabajo conjunto que antes costaba más identificar, una colaboración por parte de la empresa que no siempre había sido bien vista dentro del sector de la cooperación”. A su modo de ver, las alianzas público-privadas son muy beneficiosas, al sumar recursos financieros, conocimiento y acceso a la tecnología.

Por primera vez, hay un lenguaje común en el sector empresarial en cuanto a su contribución al desarrollo

Todas las partes implicadas destacan que la participación de las fundaciones empresariales es complementaria y no sustitutiva. "Estamos al mismo nivel de participación que todos, y este es uno de los grandes retos que tienen las alianzas público-privadas en cooperación al desarrollo”, dice Acciona.org.

Bajando al terreno y a ejemplos prácticos, la fundación de la empresa presidida por José Manuel Entrecanales coopera para llevar servicios básicos como luz o agua a poblaciones remotas, de difícil acceso, en zonas donde la compañía de infraestructuras, energía y servicios tiene actividad, como México y Perú, y también donde no opera como empresa, como Etiopía.

La ayuda al desarrollo como vía de expansión

A diferencia de España, en otros vecinos europeos la cooperación es vista, además, como un instrumento para apoyar a las empresas en su internacionalización. Algo que en nuestro país “se empieza a introducir en el debate”, apunta Tilde. Así, desde la Comisión Europea se destinan recursos presupuestarios para apoyar financieramente proyectos empresariales que, de este modo, reducen los riesgos que las propias compañías van a asumir a la hora de implantarse en esas zonas. A cambio, se favorece la atracción de inversiones, generando desarrollo y riqueza en las comunidades.

Hay cinco sectores prioritarios con el foco puesto en la sostenibilidad: cultura, energía, digitalización, financiación y ciudades. Son las distintas agencias nacionales las que juegan un papel importante para la gestión de esos recursos. “Apoyamos a una empresa a implantarse en la zona, pero sin olvidarnos de que esto es cooperación al desarrollo”, insiste la Aecid. Y para llevar a buen puerto este mecanismo, empresas y ONG tienen que entenderse, sumando fuerzas.

De izda. a dcha.: José Gabriel Fernández (Fundación Acciona.org), Rodrigo Tilve (Aecid), María Jesús Pérez (Fundación Codespa) y Ángel Villarino. (El Confidencial)

En este sentido, la Fundación Codespa pidemás espacios de diálogo” para fomentar este tipo de iniciativas público-privadas entre las fundaciones empresariales que, por desconocimiento, en muchos casos tienden a trabajar de forma independiente. “En ocasiones, cuando las organizaciones impulsan actuaciones a largo plazo es cuando tratan de profesionalizarse y buscan alianzas”, comenta Pérez.

Ejemplo de cooperación público-privada

En 500 poblaciones dispersas de Oaxaca, al sur de México, en las que viven 30.000 personas, las velas han sido sustituidas por bombillas. Las placas solares salpican los tejados de las modestas viviendas, convirtiendo la luz del sol en electricidad. El programa Luz en Casa Oaxaca ha sido posible gracias a la colaboración entre el Gobierno estatal, las agencias mexicana y española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, Amexcid y Aecid, y la Fundación Acciona.org. Se trata de una colaboración indispensable para llegar a esa última milla, a ese último tramo al que no llegan las empresas por ser zonas dispersas de difícil y costoso acceso.

“Como fundación empresarial, aportamos conocimiento —que es lo más valioso que tiene una empresa— y capacidad de gestión al ámbito de la cooperación”, apunta Martín Fernández. En paralelo, es una forma de desarrollar negocios inclusivos. “Sabemos hacer negocios, así que tratamos de desarrollarlos en estas zonas y darles sostenibilidad, crecimiento, que el beneficio se quede en estas poblaciones”, añade. Algo que supone “un reto mayor, pues los entornos son complejos: poblaciones vulnerables, sin información, sin recursos, etc.”, explica.

José Gabriel Fernández, director de la Fundación Acciona.org.

Negocios como los que ha facilitado crear la Fundación Codespa en Colombia, donde comercializadoras españolas de café enseñan a mujeres a producirlo, mientras que la Administración ayuda a democratizar el acceso a esa innovación; o en Bolivia, donde operadores turísticos comparten su experiencia en localidades remotas de Machupichu y la Administración lleva la infraestructura para que las mismas puedan integrarse en el circuito turístico.

Este tipo de asociaciones está al alza tras la aprobación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) incorporados en la Agenda 2030, que contemplan una serie de acciones sostenibles en el ámbito económico, social y ambiental.

El modelo tradicional de cooperación al desarrollo con las ONG a la cabeza está cambiando. Las empresas están irrumpiendo en esta cooperación como parte de su política de responsabilidad social corporativa colaborando con las entidades públicas y las administraciones. Para conocer cómo se está desarrollando ese cambio de modelo, el impulso de la colaboración de las empresas con las entidades públicas y cómo esa colaboración puede ayudar a los más desfavorecidos, El Confidencial ha invitado a que se reúnan en la misma mesa a varios actores implicados.

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