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Reforestando las ciudades para combatir el cambio climático

Natalia Lázaro Prevost

Esta es la historia de Shubhendu Sharma, un ingeniero industrial de la India, que en 2011 empezó enseñando a la gente cómo hacer bosques en sus casas. Ahora está reforestando ciudades de todo el mundo.

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odo empezó en 2009 cuando Shubhendu Sharma conoció por primera vez al botánico japonés Akira Miyawaki, experto en la restauración de bosques naturales en tierras degradadas. El científico visitó la fábrica de Toyota donde Sharma trabajaba. Quería hacer un pequeño bosque en las instalaciones con un método que él mismo había diseñado. Sharma no había visto nada igual antes. Quedó tan impresionado que, en poco tiempo, ya había creado su propio bosque en el patio trasero de casa. La calidad del aire mejoró. Entonces decidió perfeccionar el método Miyawaki y emprendió su propio proyecto llamado Afforestt

En la actualidad, ya han plantado más de 400.000 árboles en 38 ciudades de países como Holanda, Francia, Irán, India, Paquistán, Singapur, Estados Unidos o Nicaragua, entre otros. En parques, empresas, aparcamientos, hoteles e incluso en un zoológico. España está entre sus próximos objetivos. De hecho, llegó a visitar el Matadero de Madrid para hacer crecer su primer bosque en nuestro país. “El primer bosque en un país es siempre el más importante”, asegura para El Confidencial. Su propuesta es prometedora: “Usando solo materiales locales en un espacio equivalente a seis plazas de parking y por el precio de un iPhone es posible crear un pequeño bosque salvaje de 300 árboles”.

Shubhendu Sharma en un bosque de siete meses en Chennai

Los bosques naturales suelen tener tierra fértil, con nutrientes y humedad para crecer. “Si queremos utilizar la tierra estéril de la ciudad –sugiere Sharma- primero tendremos que ir al bosque natural para tomar una muestra de la tierra e identificar qué tipo de microorganismos y propiedades contiene. Así podremos mejorar su capacidad de perforación, conseguir que esté más blanda y fortalecer las raíces”. El método Miyawaki empieza por la identificación de la vegetación local. “Es muy importante elaborar un listado de especies autóctonas que existan en los bosques naturales de alrededor”, subraya el fundador de Afforestt.

“En Australia se plantan árboles procedentes de India y en India originarios de China. Todo el mundo quiere lo que no tiene. Eligen las plantaciones con criterios ornamentales perdiendo el rastro de la vegetación local”, lamenta. Además, la experiencia le permite afirmar que en la mayoría de las ciudades, las plantaciones no se proyectan con criterios de sostenibilidad. “En el Retiro, por ejemplo, apenas hay más de dos variedades de árboles y mucho espacio perdido.

Con el método Miyawaki plantamos entre 50 y 100 especies de alturas diferentes en un mismo bosque. En consecuencia, el oxígeno y la absorción de la contaminación son 30 veces mayores que en un monocultivo. Los bosques atraen nubes cargadas de lluvia y, al mismo tiempo, la humedad que emiten favorece la creación de nubes”.

En una década, estos bosques equivalen a un ecosistema salvaje que tenga 100 años

Obtener las especies autóctonas es precisamente el mayor desafío que afrontan: ”No suelen existir bancos de semillas y perdemos mucho tiempo que podríamos ahorrar. En India estamos elaborando un banco de semillas propio. Nuestro propósito es conseguir que cada país haga el suyo, por eso necesitamos un enfoque científico sobre la reforestación”. La metodología de Afforestt está disponible en open source en cuatro idiomas, incluido en español.

Elegidas las semillas y preparado el suelo con la mezcla de biomasa local, llega el momento de clasificar las especies en cuatro capas según su altura. “Plantamos variedades pequeñas y grandes una al lado de la otra para que crezcan juntas. Haciendo esto estamos creando un bosque con distintos niveles que, al subir, será completamente verde y denso en todos sus estratos”. Shubhendu Sharma avala que las raíces de las especies plantadas de esta forma se desarrollan hasta diez veces más rápido que las de un bosque tradicional. Los árboles crecen al menos un metro cada año y, en una década, estos bosques equivalen a un ecosistema salvaje que tenga 100 años.

Los bosques de Sharma generan una importante biodiversidad

“Si los mismos árboles se hubiesen plantado por separado nunca hubiesen crecido tan rápido”, celebra el emprendedor. Con este método, los bosques siguen vivos sin la intervención humana. Lo importante es que “nunca podamos ni cortamos los árboles. Las raíces de unos árboles y otros se entremezclan, se ayudan mutuamente y crecen como si fuesen un solo organismo”. En dos años, se vuelven tan densos que bloquean los rayos del sol impidiendo que penetren hasta el suelo manteniéndolo siempre fresco. Además, las hojas secas que van cayendo se convierten en fertilizante natural para la tierra. No necesitan fertilizantes químicos porque se mantienen de forma autosuficiente favoreciendo la biodiversidad local.

“Para mantener la humedad de la tierra, la superficie se cubre con una gruesa capa de césped. Así, cuando hace calor el agua no se evapora y cuando hace frío solo se hielan las hierbas dejando intactas las semillas”, explica. Naturaleza salvaje donde antes había asfalto. ¿Cómo es posible controlar su expansión? Sharma lo resume así: “Nosotros introducimos la mezcla de biomasa local para que el suelo empiece a respirar de nuevo pero las semillas solo pueden crecer donde hay tierra. Si cae una fuera del perímetro cultivado no podrá germinar”.

Los beneficios de la reforestación son tantos como valiosos. “La gente que vive en las ciudades no se siente conectada con la naturaleza, se ha roto esa relación. Las ciudades se calientan tanto que nunca llueve y hace demasiado calor. También surgen problemas de salud como la depresión o enfermedades respiratorias. Esta no es una buena forma de vivir. Nuestra metodología permite ahorrar millones de euros porque los bosques se mantienen solos usando y aprovechar espacios perdidos para generar un impacto positivo sobre el microclima”, destaca Sharma.

Usando solo materiales locales en un espacio equivalente a seis plazas de parking y por el precio de un iPhone es posible crear un pequeño bosque salvaje de 300 árboles

Sobre su contribución al cambio climático, anima a abordar el tema desde una perspectiva local: “Todo el mundo habla del cambio climático a escala global. Sin embargo, creo que si no somos capaces de solucionar el calentamiento local nunca vamos a poder pensar en términos globales. Convirtamos las tierras en bosques. Los espacios públicos, las empresas y nuestras casas en zonas verdes. Estamos gastando tantos fertilizantes, agua, recursos humanos y dinero en tierras estériles sin ninguna utilidad. En solo tres años podemos generar un gran impacto. Reducir los gases de efecto invernadero y el calentamiento de las ciudades”.

Los bosques plantados con Afforestt alrededor del mundo han desencadenado una recuperación de la calidad de vida y el medio ambiente de manera natural. Llueve más, hace menos calor, el aire es mejor... En palabras de Akira Miyawaki, el bosque es un lugar tan lleno de árboles que apenas puedes caminar por su interior. No importa cómo de grande o pequeño sea porque puede crecer hasta en el patio de una casa. Desde que Sharma se acercó a él, difunde su mensaje y aspira a que el resto lo hagamos también: “Acercándonos a nuestros bosques abandonados, con este nuevo pensamiento podemos mejorar el planeta y nuestras vidas”.

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