Una niña muere en quirófano porque el anestesista "estaba en el bar"

Hace ya casi dos años desde que Giovanna Fatello perdió la vida, pero una nueva línea de investigación ha devuelto el caso de su muerte a la actualidad. Tal y como apunta 'Il Messaggero', la niña habría fallecido por un paro cardíaco al no encontrarse el anestesista en quirófano cuando se sometió a una operación de tímpano. Según el diario italiano, el especialista no habría acudido a la sala de cirugía al encontrarse “en el bar”.

“Estaba en el bar”, afirma Maria Rollo, hermana de la dueña del bar del centro sanitarioVilla Mafalda donde se intervino a Giovanna en Roma. El resto de las investigaciones han apuntado, además, a los graves errores que se cometieron durante la operación de la pequeña: al parecer, la válvula que le permitía respirar no estaba accionada e impedía el suministro de oxígeno.

“La muerte se produjo durante la ausencia injustificada del anestesista y en presencia de otro anestesista que no formaba parte del equipo que operaba”, asegura Mario Ardigò, fiscal que lleva el caso de Giovanna Fatello. Según las palabras de este fiscal recogidas en el citado medio de comunicación italiano, este segundo especialista no habría “tratado bien las vías respiratorias de la paciente y no habría supervisado la eficacia de la ventilación mecánica”.

El principal acusado, el anestesista Pierfrancesco Dauri, se defendió ante el fiscal alegando que “ni siquiera sabíamos qué oído teníamos que operar”. Esta consecución de negligencias condujo a la muerte de la niña, de por entonces diez años, cuarenta minutos después de que entrara en quirófano el pasado 29 de marzo de 2009.

Los padres de la menor, Matteo y Valentina, han puesto en marcha una iniciativa en Change.org para que se aclaren las causas del fallecimiento de su hija y publican novedades del caso en una página de Facebook titulada 'Proceso por la verdad'. En ella, la madre de Giovanna escribió una carta el pasado mes de junio donde exponía abiertamente su dolor y su deseo de “venganza”.

“El año pasado conllevó, además de un dolor que parece no desaparecer, el recuerdo de una larga cadena de saqueadores conspirativos, egoístas y oportunistas que desató en mí un deseo de venganza que nunca había sentido antes. Un sentimiento hasta hace poco desconocido que trato de reprimir todos los días porque no me va a llevar a nada. El dolor no mata, pero puede hacer enfermar”, redactó Valentina en un post hecho público el 29 de junio de 2015.