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La conciliación no existe. Son los padres
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PRESAS DE LOS ESTEREOTIPOS

La conciliación no existe. Son los padres

Mentira: no son los padres. Las más sometidas al dedo acusador de la sociedad siguen siendo ellas, que ahora soportan críticas por dedicar “demasiado tiempo” a su trabajo

Foto: A la hora de cuestionar a una persona porque dedique “demasiadas horas” a su trabajo y no tantas a la crianza de la prole, son ellas las que tienen todas las de perder. (iStock)
A la hora de cuestionar a una persona porque dedique “demasiadas horas” a su trabajo y no tantas a la crianza de la prole, son ellas las que tienen todas las de perder. (iStock)

“Fíjate, se queda hasta las tantas en la oficina todos los días, incluso se lleva trabajo a casa. Pobres hijos, seguro que los tiene abandonados…A mí ni se me ocurriría”. Oído en una conversación entre chicas de no más de 25 años. ¿Hablan de un hombre? Por supuesto que no. A la hora de cuestionar a una persona porque dedique “demasiadas horas” a su trabajo y no tantas como le gustaría a la crianza de la prole, son ellas las que tienen todas las de perder.

De hecho, es raro escuchar la misma crítica cuando es él quien sale de casa a las siete de la mañana y vuelve cuando sus hijos están metidos en la cama. Un padre al que sus hijos sólo pueden ver los domingos. Pero en ese caso nadie dice ni mu. Lo ven “normal”, puesto que ya está su mujer para ocuparse de las tareas del hogar y de los críos. Pero, ¿qué pasa si damos la vuelta a la tortilla?

División sexual del trabajo

Ahí entran en juego “las percepciones sobre lo que es correcto o no es correcto”, explica la subdirectora del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad de Navarra, Carolina Montoro. “La madre que llega tan tarde al hogar suele tener sentimiento de culpa, pero ellos no”, añade la presidenta de Mujeres Progresistas, Yolanda Besteiro. Que la mujer trabaje fuera de casa tantas horas como el hombre todavía chirría en la sociedad del siglo XXI, y es algo que no cambiará mientras ellos no sustituyan la expresión “ayudar en casa” por la de “hacerse cargo” de los hijos tanto como su mujer.

La presión social es muy fuerte y es una forma de coartar la libertad de las mujeres. “Si el niño va sucio al colegio no es culpa del padre sino de la progenitora, si la mujer se queda hasta las tantas en la oficina es una mala madre...”. Estos estereotipos nacen de la división sexual del empleo, por la que “la mayoría del trabajo no remunerado recae en las espaldas de las mujeres”, explica Mariano Nieto, portavoz de la asociación de hombres contra la desigualdad de género Stop Machismo.

La única manera de conseguir un cambio de mentalidad es considerar las dificultades de conciliación “no como un problema privado, sino como un problema público en el que toda la sociedad debe implicarse”. Es algo que no cambiará hasta que “se deje de atribuirnos a nosotras en exclusiva el cuidado de los hijos”, matiza Besteiro. Flaco favor hacen los que defienden que “una mujer sólo puede sentirse realizada si es madre”. Por desgracia, los estereotipos de género no tienen fin.

Cambio de roles, ¿mito o realidad?

“Es un tema de justicia. Hay que favorecer que los hombres se impliquen más porque la familia es cosa de todos”, insiste Montoro. Pero la realidad es que todavía existe un desfase muy importante. Si los hombres dedican a las tareas del hogar y el cuidado de la familia una media de una hora y 54 minutos al día, ¿cuánto tiempo invierten las mujeres? Exacto, más del doble (cuatro horas y siete minutos). Son datos de la última encuesta de empleo del tiempo del INE.

Tampoco sorprende que sean ellas las que a menudo renuncien a trabajar a tiempo completo. “Normalmente el que gana menos es el que trabaja a media jornada, y ese alguien suele ser la mujer”, señala Montoro. En efecto, el 74,11% de las personas ocupadas a tiempo parcial en el último trimestre de 2014 fueron mujeres. La inmensa mayoría de ellas (95,97%) se decantó por esta opción para poder cuidar “niños o adultos enfermos, incapacitados o mayores”.

Rompetechos (de cristal)

“Son ellas las que se siguen quedando en casa para cuidar a los niños. Son ellas las que reducen su actividad profesional”, señala Nieto. Es una de las múltiples razones por las que hay tan pocas mujeres en cargos directivos. En el nivel más bajo hay tantas mujeres como hombres, pero conforme van pasando los años muchas de ellas se apartan de la promoción laboral porque han sido madres, argumenta este experto. Eso sin contar con el corporativismo masculino. “La verdadera igualdad se conseguirá cuando haya el mismo número de incompetentes al mando, tanto hombres como mujeres”, zanja.

Ya desde la universidad, las propias chicas -que además son mayoría en las aulas- ven poco probable llegar alto a nivel profesional, y no porque les nieguen la posibilidad de ascender. Como profesora en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra, Montoro lo sabe bien: "Los chicos se muestran mucho más ambiciosos, sin ninguna cortapisa. Pero las aspiraciones de las chicas están limitadas por la idea de la familia"

Los chicos se muestran mucho más ambiciosos. Pero las aspiraciones de las chicas están limitadas por la idea de la familia

Racionalizar horarios para equilibrar la balanza

Una de las propuestas para que los hombres dediquen más horas al cuidado de los hijos pasa por reducir la jornada laboral. Trabajar menos y pasar más tiempo con la familia es una fórmula que funciona en países como Suecia, donde se están desarrollando experimentos para probar que una jornada laboral reducida y más respetuosa con la conciliación familiar aumenta la productividad.

Suecia es precisamente uno de los países donde menos horas al año se trabaja según la OCDE. En otros como Francia, Dinamarca, Noruega, Holanda y Alemania no llegan a las 1.500 horas de media pero se caracterizan por su alta productividad. En resumen, trabajan menos, cobran más y tienen más tiempo para ocuparse de sus hijos. ¿Modelo a seguir? “Si los hombres siguen teniendo jornadas partidas, salen a las ocho de la tarde de las reuniones y aparecen por casa a las diez, es muy difícil que se ocupen de los niños”, plantea Nieto.

Semejante panorama explica por qué la tasa de fertilidad está por los suelos en España: 1,27 hijos por mujersegún la OCDE, lejos de la media de 1,67. Pero la realidad es que esta tasa “está por debajo de los deseos de las mujeres”, recuerda Montoro.

Ampliar el permiso de paternidad, tarea pendiente

Ya van seis años consecutivos sin que el Gobierno cumpla una promesa que ayudaría a “aumentar la corresponsabilidad de los hombres desde el momento del nacimiento”: ampliar el permiso de paternidad de 13 días a un mes. Esto fomentaría la implicación de los padres en el cuidado de los hijos, argumenta Yolanda Besteiro, quien propone ir más allá y copiar el modelo islandés, en el que los permisos para madres y padres son de igual duración, retribuidos y obligatorios.

Así muchas compañías dejarían de ver a las mujeres como más “indisponibles” por existir la posibilidad de que se queden embarazadas, un tipo de discriminación que a ellos no les afecta. Basta con recordar las inolvidables declaraciones de Mónica Oriol, expresidenta del Círculo de Empresarios: “Prefiero contratar a una mujer de menos de 25 años o más de 45” porque podría quedarse embarazada y eso sería un “problema”. Nieto considera que igualar los permisos de paternidad es imprescindible para cambiar la mentalidad de buena parte de los empresarios.

Equiparar los permisos es un primer paso para que las empresas vean que te vas a ausentar el mismo tiempo cuando nazca tu hijo, seas hombre o mujer

Precisamente son los funcionarios los que más se acogen a los permisos de paternidad porque tienen la seguridad de que no van a ser despedidos. No tienen miedo a represalias por parte de la empresa, explica Montoro. Los expertos consultados por este periódico proponen subvencionar comedores, transporte o actividades extraescolares y establecer escuelas gratuitas de cero a tres años para favorecer una conciliación que a día de hoy parece imposible sin la red de los abuelos.

Política se queda embarazada: preparen sus lupas

Susana Díazya es madre. ¡Todos a debatir! ¿Debería disfrutar de su baja maternal completa? ¿No es más conveniente que renuncie a ese derecho? ¿Puede una presidenta de la Junta de Andalucía permitirse tantas semanas de parón? ¿Cuál es la mejor fórmula para dar ejemplo? “Es caricaturesco que siempre se ponga el foco en lo que hacen las mujeres con sus hijos. Es un tipo de discriminación más”, opina Nieto.

Político se queda 'embarazado'. Cri cri, cri cri. Con toda probabilidad, lo único que escucharemos tanto en la prensa como en el corrillo del bar es “Ah, ¿va a ser papá? No tenía ni idea”. Otros como Esperanza Aguirre elogiarán en público que un político no renuncie al permiso de paternidad. Así lo hizo con el que fuera consejero de Sanidad, Juan José Güemes, al que calificó como “su ídolo” porque se tomase diez días. Su derecho. Pero algo excepcional para la presidenta del PP en Madrid, visto lo visto.

También la vicepresidenta del Gobierno fue señalada. En junio de 2013, Soraya Sáenz de Santamaría empieza a ganar responsabilidades: vicepresidenta de la Comisión Delegada de Asuntos Económicos, ministra de la Presidencia, portavoz y vicepresidenta del Gobierno… Y ahí estaba Iñaki Gabilondopara meter la coletilla: “Que no se nos olvide que, naturalmente, Soraya a su vez querrá cuidar su relación con su marido y por supuesto querrá cuidar muchísimo la tutela de su hijo. ¿Podrá con todo esto?”. La pregunta es: ¿Habría dicho lo mismo si hablase de un hombre? “Rajoy querrá cuidar la relación con su mujer y sus hijos”. Suena raro, ¿verdad?

“Fíjate, se queda hasta las tantas en la oficina todos los días, incluso se lleva trabajo a casa. Pobres hijos, seguro que los tiene abandonados…A mí ni se me ocurriría”. Oído en una conversación entre chicas de no más de 25 años. ¿Hablan de un hombre? Por supuesto que no. A la hora de cuestionar a una persona porque dedique “demasiadas horas” a su trabajo y no tantas como le gustaría a la crianza de la prole, son ellas las que tienen todas las de perder.

Hombre Machismo
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