El sastre y el torero

"Es un mundo tradicional; y esto que no suene a político, esto es, simplemente, historia". Antonio López regenta la Sastrería Fermín, que lleva el nombre de su hermano, quien la fundara en 1963.

En un añejo piso de la calle Aduana de Madrid, entre las de Montera y Virgen de los Peligros, el tiempo se ha detenido entre agujas y bordados, entre taleguillas y capotes. Y quizás por ello, los más afamados toreros desfilan en la sombra, para que la sastrería de más solera les vista las luces con que buscarán brillar en los ruedos: José Tomás, El Juli, Morante, Talavante...

"Esta es una artesanía clásica", cuenta Mari Carmen, con 32 años a sus espaldas como bordadora en la casa. Una artesanía que, aunque transita momentos de menos gloria que antaño, aguanta el tipo con dignidad y dedicación toreras, en esta era donde la tecnología arrasa lo que se resiste a incluirla.

En días de feria el taller funciona a pleno rendimiento. Bordadoras y sastre casi no dan abasto. La música de la radio armoniza los sonidos antiguos de planchas, máquinas de coser, tijeras y agujas. "El futuro se hace a base de pasado y presente. Lo que me da pie a pensar que (esta artesanía) se continuará", augura Antonio López.