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Chinos en Salamanca: "Es más fácil hallar trabajo en China si estudias español"
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Chinos en Salamanca: "Es más fácil hallar trabajo en China si estudias español"

¿Qué lleva a estos jóvenes a mudarse a más de 10.000 kilómetros de su casa para dominar un idioma que ni siquiera es especialmente popular en su país?

Foto: Shuo, Rong y Zehao en Salamanca. (B.J.)
Shuo, Rong y Zehao en Salamanca. (B.J.)

Tienen veinte años, son chinos y el español es su carrera profesional. ¿Qué lleva a estos jóvenes a mudarse a más de 10.000 kilómetros de su casa para dominar un idioma que ni siquiera es especialmente popular en su país? La respuesta está en la ambición por un buen empleo, seguro y con un sueldo generoso. Y es que el desarrollo del comercio entre China y Latinoamérica es un filón de salidas profesionales que los jóvenes chinos no están dispuestos a desaprovechar.

"Hace pocos años casi nadie estudiaba español en China, pero cada vez es más importante como requisito para encontrar un trabajo" reflexiona Sung Rong, o Patricia -el nombre occidental que le han asignado-. Como casi todos sus compañeros, lleva sólo dos años estudiando el idioma. Procede de la Universidad de Lenguas Extranjeras de Dalian, en el noreste del país, en un territorio próximo a la frontera con Corea del Norte. Se expresa empleando palabras de la jerga juvenil del hijo de la familia con la que vive y afirma sentirse cómoda en esta ciudad pequeña, provinciana, a la que quiere volver el próximo septiembre.

La motivación de Wang Shuo o Filomena, (como la llaman aquí) la compañera de universidad de Sung Rong, es algo más poética: "La pronunciación del español es bonita". Cuando acabe, quiere estudiar Derecho en China y en España. Whan Zehao (Jaime) se lanzó a la aventura del español sin conocer nada de la carrera, que estudia en Changchung, también en el noreste del país. "Es más fácil colocarse si estudias español, italiano o árabe. El francés o el inglés son idiomas más populares".

Estos veinteañeros se pronostican un futuro sin límites y ajenos al ambiente pesimista del país que les acoge. Rong quiere ser intérprete en Latinoamérica, aunque sus padres prefieren que sea profesora. "Es seguro y ganaría mucho dinero en China". Shuo quiere ser abogada y Zehao, relaciones públicas o traductor.

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Entre tanto, profesores como Dolores Egido, de la Universidad Pontificia de Salamanca, se encargan de que aprendan el idioma. Enseña español desde hace dieciséis años, los dos últimos a grupos de estudiantes chinos. "En gramática son muy buenos, la parte difícil para ellos es la comunicativa. No por su pronunciación, sino porque no se expresan, es su carácter. Les cuesta muchísimo decir que no o dar su opinión delante de otros compañeros porque entre ellos no se cuentan las cosas". En China utilizan un método educativo más árido llamado El español moderno, que Dolores compara con nuestros manuales de los años 60.

La Pontificia de Salamanca es una de las universidades privadas con más alumnos de esta nacionalidad -este curso, 104- que viajan a España para aprender el idioma y entre los que se encuentran Shuo, Rong y Zehao. Desde 2011 imparte cursos de gramática, cultura y comunicación a estudiantes que provienen de varios centros en China como Harbin, Dalian o Changchun, con los que mantiene acuerdos educativos para que estos jóvenes cursen su tercer año de carrera en Salamanca.

La convivencia con la familia

"Mi familia de España" es la expresión más repetida para designar su opción de alojamiento. Algunos de estos chicos viven con familias en régimen de pensión completa. "Tengo muy buena relación con ellos, nos tratan como a sus hijas", afirma Rong para referirse a Teresa y a Jon. El matrimonio vive con su hijo en Salamanca desde hace dos años, en los que han acogido a estudiantes de varias nacionalidades. Teresa asegura que las chinas destacan por su educación: "Son más tranquilas, más suaves, más silenciosas, más ordenadas". La opinión de Dolores desde las aulas dista un poco de la experiencia de Teresa y Jon: "Lo que más me sorprende de ellos es que no son nada organizados, son muy vagos. Les encanta dormir y comer".

placeholder Rong con Jon y Teresa, la familia con la que vive en Salamanca. (B. J.)

Con su verdadera familia a miles de kilómetros, Teresa y Jon son un gran apoyo, "sus padres españoles". Ellos son sus principales interlocutores en el idioma, ya que apenas establecen relación con otros estudiantes. "En mi tiempo libre veo la televisión en español y escucho música española. Soy muy tímida, me gustaría relacionarme más y hacer más amigos", reconoce Shuo. Zehao es el único que practica otras actividades después de clase: "Voy al gimnasio y a la piscina. Quería ser voluntario de Cruz Roja, pero casi no tengo tiempo porque tengo que estudiar mucho".

Entrar en contacto con estos chicos rompe estereotipos. Fascinados por la cultura consumista occidental, viven pendientes de la moda y de las marcas. "Son muy materialistas y nada creativos", reconoce Dolores. Sin embargo, cuando llega junio se da cuenta del cariño que han despertado en ellos. "Al final te quieren como a una amiga. Todavía estoy en contacto con todos los alumnos del año pasado." Hay quien piensa que su paso por España es algo que merece ser llevado en la piel, como Rong, que planea hacerse un tatuaje. "Aunque aún no sé de qué".­­

Nota de redacción

LaUniversidad Pontificia de Salamanca se ha puesto en contacto con El Confidencial para matizar lo siguiente:"Ninguna de las declaraciones vertidas por la profesora Dolores Egido representan en ningún modo la visión de la UPSA acerca de sus alumnos de China. Estas declaraciones son únicamente opiniones personales que no son compartidas por los departamentos de Lengua y Cultura Españolas y Relaciones Internacionales".

Tienen veinte años, son chinos y el español es su carrera profesional. ¿Qué lleva a estos jóvenes a mudarse a más de 10.000 kilómetros de su casa para dominar un idioma que ni siquiera es especialmente popular en su país? La respuesta está en la ambición por un buen empleo, seguro y con un sueldo generoso. Y es que el desarrollo del comercio entre China y Latinoamérica es un filón de salidas profesionales que los jóvenes chinos no están dispuestos a desaprovechar.

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