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El doctor Rath, un charlatán que se está metiendo a Europa en el bolsillo
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LA ASPIRINA, ARMA DE DESTRUCCIÓN MASIVA

El doctor Rath, un charlatán que se está metiendo a Europa en el bolsillo

Las dos guerras mundiales surgieron por los intereses ocultos de la industria química. El euro no es más que la soga con la que Merkel y

Foto: El doctor Rath, un charlatán que se está metiendo a Europa en el bolsillo
El doctor Rath, un charlatán que se está metiendo a Europa en el bolsillo

Las dos guerras mundiales surgieron por los intereses ocultos de la industria química. El euro no es más que la soga con la que Merkel y Sarkozy doman al resto de europeos.  El 'lobby' farmacéutico impide la erradicación de las enfermedades endémicas. La Aspirina es el mayor arma de destrucción masiva jamás creada.


Estas, entre otras, son las ideas que se perfilan en el último vídeo de moda en las redes sociales, el "llamamiento del Dr. Rath a la población de Alemania, Europa y el mundo". Un discurso articulado en menos de veinte minutos que está calando hondo en Europa, alimentado quizá por la sensación general de descontento con los poderes fácticos. Su asociación 'Alianza para la Salud' gana adeptos cada día y está presente en todos los países del Viejo Continente, además de Estados Unidos, Sudáfrica y Australia.

Pero, ¿quién es el doctor Rath?

  

Nacido en Sttutgart y licenciado en Medicina por la Universidad de Hamburgo, Rath es un científico cuyo trabajo está más cercano a los programas de misterio que a las publicaciones de prestigio. Ganó fama a lo largo de la década de los 80 al convertirse en el discípulo aventajado del doble premio Nobel Linus Pauling. Junto a él trabajó en el Linus Pauling Science Center y, tras su deceso, adoptó su tesis más controvertida: la medicina ortomolecular. La base de esta rama de investigación radica en el papel crucial que altas dosis de vitamina C tendrían en el organismo humano. 

Según lo bosquejado por Pauling y más tarde desarrollado por Rath, gracias a ella se pueden prevenir la mayor parte de las afecciones coronarias, además de curar enfermedades tan graves como el SIDA o el cáncer. Estas afirmaciones le pusieron de espaldas a la comunidad científica, que  durante años ha venido refutando uno a uno todos sus supuestos hallazgos. La investigación ortodoxa considera que Rath le atribuye un "halo casi mágico" a las vitaminas, en concreto a la C, "cuando ni siquiera sirve para proteger contra los catarros, como siempre se suele creer. Es cierto que algunos tipos de infarto pueden tener relación con la ausencia de la vitamina, lo que no significa que una alta dosis los prevenga. Necesitamos esta vitamina como necesitamos otras muchas, y su exceso en sangre se elimina por la orina, no se acumula produciendo ningún beneficio concreto", explica a El Confidencial un químico biólogo clínico. 

Las críticas, no obstante, no le han impedido comercializar una amplia gama de preparados vitamínicos con su efigie en el envase, como el polémico Vitacor. Y, aunque no están clasificados como medicamentos en ningún país de Europa, miles de personas en todo el mundo confían en estas terapias en sustitución de los clásicos -y demostrables- protocolos médicos. Al respecto, Rath sostiene la existencia de un pacto global entre grandes farmacéuticas para vetar cualquier medicamento que realmente cure: "Su obsesión es cronificar el mayor número de enfermedades, no de curarlas, porque los que pagan son los pacientes", explica.

Atraer la atención

De entre sus excentricidades por atraer la atención pública destaca la demanda que le interpuso contra Bayer en 2007 por genocidio contra la Humanidad. Para Rath, la famosa Aspirina es un veneno que produce sangrado estomacal y su presencia en el mercado solo respondería a un interés oculto por mantener enfermos a los ciudadanos. El caso se saldó a favor de la multinacional alemana dado que Rath fue incapaz de presentar pruebas concluyentes.

Más triste fue el caso de Dominik Field. A principios de 2004 Rath, a través de su propia editorial científica, aireó a los cuatro vientos el caso de Dominik Field, un niño de 9 años con cáncer óseo al que habrían curado sus vitaminas. Durante unas semanas, el doctor exhibió a su paciente por todas las televisiones de Alemania proclamando su victoria sobre la medicina tradicional. Finalmente, cuatro meses después, Field sufrió metástasis en el cerebro y los pulmones y murió. El doctor Rath acusó al hospital de realizar tratamientos incorrectos que terminaron por agravar la enfermedad del niño, pero la fiscalía resolvió de nuevo en su contra.

Ninguno de los contratiempos legales fueron definitivos y los escándalos terminaron por disparar su popularidad en Alemania y los países del entorno. El alemán abrió centros en Holanda, Alemania, Francia, Estados Unidos, España y Sudáfrica, llegando a distribuir gratuitamente preparados por toda África que supuestamente curaban el SIDA. Fue demandado por activistas africanos y la Corte Suprema de Sudáfrica resolvió que el doctor incurrió en un delito de estafa por vender sus vitaminas como cura al SIDA... con el visto bueno del propio Gobierno.

Pero su carisma sigue intacto, de modo que Rath ha ido aparcando su faceta investigadora en pos de una nueva en la que luce como un profeta iracundo de las ondas. Y su mensaje de la conspiración está calando fuerte en una Europa que adolece de un grave trastorno de identidad, de esos que no se curan con vitamina C.

Las dos guerras mundiales surgieron por los intereses ocultos de la industria química. El euro no es más que la soga con la que Merkel y Sarkozy doman al resto de europeos.  El 'lobby' farmacéutico impide la erradicación de las enfermedades endémicas. La Aspirina es el mayor arma de destrucción masiva jamás creada.