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Prostituta ¿y sumisa?
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EL DEBATE SOBRE LOS ANUNCIOS NO SE EXPORTA A RESOLVER SU SITUACIÓN LEGAL

Prostituta ¿y sumisa?

Desde hace más de un año, España vive un debate continuamente silenciado. Por aquel entonces, el Gobierno insuflaba la necesidad de prohibir los anuncios de contactos

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Prostituta ¿y sumisa?

Desde hace más de un año, España vive un debate continuamente silenciado. Por aquel entonces, el Gobierno insuflaba la necesidad de prohibir los anuncios de contactos en la prensa y, a partir de ese momento, la discusión se ha centrado más en los perjuicios que genera a los periódicos a la hora de hacer caja que sobre la posibilidad de la prohibición o la legalización del oficio más antiguo del mundo.

El impulso a esta prohibición ha sido irregular pero incluso pese a la metamorfosis de Igualdad de Ministerio a Secretaría de Estado, éste sigue adelante. De esta manera, la ex ministra y ahora secretaria de Estado Bibiana Aído indicaba a finales de junio que existía un consenso en los grupos parlamentarios para la prohibición de estos anuncios, con los que se debía de acabar “cuanto antes”.

Por su parte, a principios de julio, la directora del Instituto de la Mujer, Laura Seara Sobrado, insistía en que el Gobierno legislará en breve sobre este asunto, haciéndose eco del informe del Consejo del Estado “que avala la necesidad de eliminar esos contactos”.

Muchas asociaciones de mujeres avalan la prohibición de estos anuncios como un paso en la definitiva abolición de la prostitución, sin embargo a este nivel es donde el debate está más vivo, ya que la postura legalizacionista se mantiene minoritaria pero constante. Este es el caso del colectivo Hetaira, que desde hace 15 años trabaja por los derechos de las trabajadoras del sexo, que lamenta la prohibición de los anuncios: “Tras los anuncios también hay chicas que trabajan de manera independiente. Si se prohíben, se las fuerza a trabajar para terceros”, explica a este diario Elisa, una trabajadora social de dicho colectivo. “La prostitución siempre se suele enfocar desde el punto de vista de que todo es trata, por lo que cuando es voluntaria está invisibilizado”.

Las posiciones quedan tan alejadas que, desde APRAMP (Asociación para la Prevención, Reinserción y Ayuda a la Mujer Prostituida), opinan justamente lo contrario: “Normalmente no los ponen ellas, sino que los hacen redes de trata. Además, el contenido también es grave porque es vejatorio para la mujer”, explica para este diario Rocío Nieto. La directora de APRAMP cree que esto es un paso, “ya que no se puede prohibir la prostitución de la noche a la mañana. El camino que se ha emprendido es bueno”. Preguntada por una posible autorización del oficio, se muestra implacable: “¿Cómo vas a legalizar a un proxeneta que está trayendo mujeres y niños?”.

Más allá de la trata

Así, mientras desde APRAMP se ve la prostitución desde la óptica de la trata, en Hetaira se cree que “la realidad de la prostitución es muy heterogénea”. “La prostitución funciona en todos los lados [calle, pisos, clubes…]. Cada sitio tiene su tipología de trabajadoras y su tipología de clientes. Hay a quien le gusta la calle, que es más explícito y a quien le gusta el club porque le gusta el alterne, las copas y las chicas”, explica Elisa que nos cuenta como algunas prostitutas se turnan para utilizar un piso a medias, en una especie de arrebato emprendedor. Sin embargo, aunque “la autogestión en España sería lo ideal, en la práctica es un objetivo”.

Además, también reconocen la existencia de trata, “pero no el 90%, como se dice desde algunos lados. Los estudios más recientes de la ONU explican que una de cada siete mujeres que ejercen la prostitución son víctimas de la explotación”.

Esa es la cifra que se baraja precisamente desde APRAMP, que en su página web se hace eco de los datos de países donde la prostitución está legalizada: según informes realizados por las ONG, un año después de que se levantase la prohibición de la prostitución en los Países Bajos hubo “un aumento de las víctimas del tráfico o que, en el mejor de los casos, el número de víctimas procedentes de otros países” no varió. “En Holanda, las mujeres que están en la prostitución señalan que la legalización y despenalización de la industria del sexo no acaba con el estigma, sino que, al contrario, hace a las mujeres más vulnerables frente al abuso”.

En lo que sí coinciden ambos extremos es en la procedencia de las prostitutas que ejercen en España: la inmensa mayoría son extranjeras. De hecho, desde APRAMP nos explican que abogan por llegar a un acuerdo de cooperación con los países de origen: “Hay que frenar que vengan en esas circunstancias. Hay veces que [las prostitutas] no saben ni a dónde vienen. No tienen libertad, las llevan a pisos donde una líder domina al resto”

El modelo sueco

Otro punto abordado en esta particular batalla es el llamado modelo sueco. Desde 1999 en ese país del norte de Europa se puede vender sexo, aunque no comprarlo. “Prohibiendo la compra de los servicios sexuales, la prostitución y sus efectos perjudiciales pueden contrarrestarse de una manera más efectiva que la que ha existido hasta ahora. Y lo que es más importante, esta ley claramente afirma que la prostitución es un fenómeno social no deseable”, explica APRAMP a través de un artículo publicado en su página web.

Una solución que no se ve tan clara desde Hetaira “El problema de perseguir al cliente es que estás condenando a la prostituta a más clandestinidad. Todo se tiene que hacer rápido y le quita posibilidades en la negociación. El cliente tiene miedo de que le detengan o le multen. Incluso, en Suecia hay problemas con el VIH porque hay clientes que tienen miedo de hacerse las pruebas para que no se les culpe de nada”. Y, según Hetaira, la clandestinidad sí que empuja a que las prostitutas dependan de terceros y de clubes.

Colgar las botas

Como en todos los subpuntos del debate, la retirada de  la prostitución también es vista de manera diversa desde los dos bandos. APRAMP se encarga de acoger en pisos a las prostitutas víctimas de la trata, facilitándoles la formación. También hay alguna que va a pedirles ayuda por cuenta propia, pero desde la asociación reconocen que son las que menos.

Por su parte, desde Hetaira también se les facilita la posibilidad de una pequeña formación si las trabajadoras están dispuestas a dejar la prostitución, pero lamentan que ante la falta de legislación “si no te administras tú el dinero, cuando llegas a la jubilación no tienes nada”. No hay que olvidar las estampas de algunas calles de la gran ciudad donde todavía se pueden encontrar prostitutas y clientes de avanzada edad.

En cualquier caso, ante la falta de legislación legal, prohibidas o permitidas, “cuando alguien está obligado a trabajar en la marginalidad todo se convierte en la ley de la selva”.

Desde hace más de un año, España vive un debate continuamente silenciado. Por aquel entonces, el Gobierno insuflaba la necesidad de prohibir los anuncios de contactos en la prensa y, a partir de ese momento, la discusión se ha centrado más en los perjuicios que genera a los periódicos a la hora de hacer caja que sobre la posibilidad de la prohibición o la legalización del oficio más antiguo del mundo.

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