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Hasta los médicos han dejado ya de creer en la OMS
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LA OMS, SUS FRACASOS Y LA FÁBULA DE PEDRO Y EL LOBO

Hasta los médicos han dejado ya de creer en la OMS

Uno, las vacas locas; dos, la gripe aviar; tres la de porcino; cuatro ¿ahora el pepino?… No crean que se trata de la última canción del

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Hasta los médicos han dejado ya de creer en la OMS

Uno, las vacas locas; dos, la gripe aviar; tres la de porcino; cuatro ¿ahora el pepino?… No crean que se trata de la última canción del Chikilicuatre para el próximo festival de  Eurovisión,  suenan también a chanza, pero son las alertas con las que la Organización Mundial de la Salud ha mantenido durante meses al mundo en vilo. Si se hace balance, son ya tantos los pronósticos sobredimensionados y erróneos que, cual si un valor en bolsa, la credibilidad de la OMS se desploma. Hasta los propios médicos han dejado de creer en esta institución y no se andan con disimulos al reconocer públicamente que “sus alertas las cogemos ya con pinzas”.

Horacio Albertini, es médico de atención primaria, “nosotros – reconoce Albertini – somos los primeros descreídos, no negamos ni mucho menos que existan motivos para la alarma, pero los últimos pronósticos que se han dado desde la OMS no se han ajustado a lo que ha pasado en realidad”. El más claro ejemplo se ha vivido recientemente con la gripe A. El colectivo de médicos y enfermeros cree que esta alerta mundial ha marcado un antes y un después. Se gastaron millones de euros en vacunas, mascarillas, desinfectantes y se produjo un dato muy significativo que sirvió para medir la confianza del colectivo sanitario en este organismo internacional. Ese dato fue que la mayoría de los profesionales decidieron no vacunarse pese a las recomendaciones de la OMS. “Aquí venían a la consulta –apunta Albertini - y los pacientes nos preguntaban: ¿pero usted qué va a hacer, va a vacunar a sus hijos? y nuestra respuesta era no, sinceramente no”.

Se buscan culpables: ¿La OMS o los medios de comunicación?

Tras tanto desatino la pregunta que surge ahora es si algún día acabará sucediendo lo que en la fábula del pastor y el lobo ¿cuando se produzca una alerta realmente grave acabaremos todos restándole importancia? María José García Alumbreros, secretaria general de comunicación del Sindicato de Enfermería SATSE, no cree que lleguemos a ese extremo, es más defiende a la OMS porque “gracias a esos avisos, aunque los efectos no hayan sido luego como se preveían, sí que se ha logrado minimizar las consecuencias”. Para García Alumbreros, la culpable no es tanto la OMS como  los medios de comunicación y matiza al explicarlo: “es que a veces se da más credibilidad a una Belén Esteban o a gente con mucho poder mediático, que a un periodista profesional. Ahora mismo en los medios cualquiera habla ya de cualquier tema, lo hacen además sin documentarse, como si fuesen expertos y sentando cátedra y lo tremendo es que el mensaje a veces se acepta y cala”. 

Entre los profesionales médicos existe la sensación de que los medios forman parte del “negocio y cuanto más alarmante es el titular más periódicos se venden”. Esta misma semana conocíamos que el impacto mediático de la crisis del pepino ha sido un 60% más alto que la victoria del Barcelona en la Champions y hasta un 7% superior al triunfo de Nadal con su sexto Roland Garros. Las noticias relacionadas con la salud cuando la vida puede estar en juego dispara el número de ventas, los  periódicos llegan a duplicar sus ingresos y en internet el número de lectores puede hasta quintuplicarse. Si vemos, por ejemplo, la palabra E.coli, al cierre de esta edición en google salían más 47.900.000 resultados y se puede hacer la misma prueba con cualquiera del resto de alertas sanitarias, la gripe aviar 1.200.000 o la porcina 4.100.000.

A cada santo su vela

Pero a cada santo su vela, es lo que defiende Antonio Naranjo, director del Diario Alcalá, reconoce que “puede existir cierta confusión informativa porque los contenedores de hoy no eran como los de hace unos años. Antes este tipo de informaciones se daban en los espacios informativos y ahora en cualquier programa friki te hablan del e.coli”. Eso no justifica para Naranjo que la OMS se libre de sus responsabilidades, “debería empezar siendo valiente – argumenta Naranjo - porque primero ven a quiénes van a dañar con sus alertas, luego a quienes van a beneficiar y en medio se olvidan de a quiénes se deben, que son los ciudadanos. Yo sólo digo una cosa y es que hasta el peor de los informativos es mucho mejor que cualquiera de este tipo de organismos internacionales. La OMS no se va a quitar el estigma de encima hasta que no demuestre lo contrario, hemos sufrido cinco grandes alarmas y su mensaje ni ha valido para calmar, ni ha dejado de asustar. Deberían hacérselo mirar”.

El miedo es libre

El miedo es libre pero el termómetro que dispara o rebaja esa temperatura del pánico depende de los medios según Victoria Noguerol, psicóloga y directora del Centro Psicológico Noguerol, “su papel es determinante y hay una correlación absoluta del tono con el que se dan las noticias con la forma de reacción de la población”. Aún así desde el punto de vista psicológico siempre habrá escépticos o paranoicos. Se calcula que cerca del 5% de la población será fanática tanto a un lado como a otro. “Es – explica Noguerol – la campana de Gauss, los dos extremos de la curva, son minoritarios pero a un lado estarán los que no harán caso alguno de las recomendaciones, pues yo como pepino por más que me digan o me meto un chuletón porque me dan igual los consejos, y también los habrá que todo lo contrario, por más que les digan que ya se puede comer huevo o pollo se pasarán a lo mejor cinco años sin probarlos por si acaso, yo llevo tres años sin probar el huevo por si las moscas, porque a saber qué nos estarán metiendo ahí”.

Lo más lógico, recomienda la psicóloga, es aplicar el sentido común y, en general, así como la gente intuye cuando podemos estar ante un riesgo real, si estamos en el caso contrario y detectamos que la alerta es puro humo volveremos a consumir enseguida los productos cuestionados.

La OMS se delata

La propia realidad es la que ha delatado a la OMS y al margen de las valoraciones subjetivas que puedan darse, las cifras dejan en evidencia absoluta a los responsables de la salud mundial. Repasemos algunas de sus alertas y sus consecuencias reales a largo plazo.

La encefalopatía Espongiforme Bovina o mal de las vacas locas: murieron en todo el mundo al menos 171 personas, 5 de ellas en España. Los ganaderos perdieron más de 140.000 millones de pérdidas. El mal hirió de muerte al sector; La Gripe Aviar: en diez años y según la OMS han fallecido 250 personas. El mismo organismo informa que una gripe común mata anualmente a 500.000. No existe aún evidencia científica de que la enfermedad esté relacionada con el consumo de aves y aún así se han exterminado millones de aves, sólo en Vietnam llegaron a sacrificarse 1.400.000; La Gripe A: en México murieron una veintena de personas cuando su población ronda los 100 millones de habitantes. La OMS dio la alerta máxima en grado seis y la pandemia acabó cobrándose la vida de 19.000 personas en todo el mundo –muy por debajo aún de las enfermedades comunes-. Contaminación por dioxinas: En Bélgica la contaminación por dioxinas afectó a 14.000 explotaciones ganaderas, 1.511 de pollos, 4.891 de porcino y 7.523 de ganado bovino. Y entre las últimas los teléfonos móviles  y el cáncer: La OMS lanzaba una alerta confusa sobre la relación del cáncer con el uso de los teléfonos móviles comparable a quien se toma una taza de café o respira el aire del tráfico en un paseo matutino por una gran ciudad como Madrid o Barcelona. “Que los consumidores decidan lo que quieran hacer nosotros no damos recomendación alguna” fue la gran conclusión del informe.

Si se analizan las alertas en todas existen dos elementos comunes, las muertes, que en ningún caso superan a las que producen las enfermedades comunes  y el dinero, con sus perdedores –agricultores, ganaderos… y sus beneficiados laboratorios, farmacias e industrias químicas-. La OMS cuenta con más de 150 oficinas en el mundo y dispone de hasta 8.000 profesionales a  su servicio. Al ciudadano siempre le quedará como último recurso y ante una nueva alerta consultar a su médico o enfermero más cercanos. Eso sí, si la OMS no empieza a reflexionar ya, empezábamos con Chikiliquatre pero de seguir así quién sabe si acabaremos escuchando la música de  “Desconcierto”, “Kaótico” o “Siniestro total”.

Uno, las vacas locas; dos, la gripe aviar; tres la de porcino; cuatro ¿ahora el pepino?… No crean que se trata de la última canción del Chikilicuatre para el próximo festival de  Eurovisión,  suenan también a chanza, pero son las alertas con las que la Organización Mundial de la Salud ha mantenido durante meses al mundo en vilo. Si se hace balance, son ya tantos los pronósticos sobredimensionados y erróneos que, cual si un valor en bolsa, la credibilidad de la OMS se desploma. Hasta los propios médicos han dejado de creer en esta institución y no se andan con disimulos al reconocer públicamente que “sus alertas las cogemos ya con pinzas”.

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