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El frío invierno de los anti-nucleares
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LOS VERDES CREEN QUE LO MEJOR DE SU MOVIMIENTO TODAVÍA ESTÁ POR LLEGAR

El frío invierno de los anti-nucleares

Un mes después del gran terremoto y del tsunami que golpeó Japón, y que elevó al máximo la alerta nuclear, Tokio acogía una manifestación contra el

Foto: El frío invierno de los anti-nucleares
El frío invierno de los anti-nucleares

Un mes después del gran terremoto y del tsunami que golpeó Japón, y que elevó al máximo la alerta nuclear, Tokio acogía una manifestación contra el uso de este tipo de energía. En una ciudad habitada por 35 millones de personas, sólo 15.000 salieron a las calles, algo lejos de las decenas de miles que se manifestaron en Berlín pocas semanas antes, en vísperas de la derrota electoral de Angela Merkel y que supuso el despegue de los Verdes. ¿Se está deshinchando el movimiento antinuclear o está ante un lento renacer?

Tras una catástrofe equiparable a Chernóbil, muchas voces esperaban un revival de este movimiento, dormido estos años por la resurrección del lobby pronuclear, y hay quien ve en estos datos en descenso, como una señal de decadencia de los verdes, algo que ellos no terminan de creerse. “Las cifras de la manifestación en Japón son una barbaridad. Son las más altas de una manifestación allí desde el No a la guerra, indica el portavoz de la campaña antinuclear de Greenpeace, Carlos Bravo, a El Confidencial, quien considera que unas cifras como las de Japón en Alemania sí que hubiesen sido un resultado “decepcionante”.

En esta línea también opina el sociólogo Jorge Moruno: “Hay que tener en cuenta la nomenclatura de la cultura japonesa, donde hay cierta frialdad que a los latinos nos sorprende un poco”, opina. Además, habría que tener en cuenta “el estado de shock en el que está la sociedad nipona”, explica, por su parte, el jefe de prensa de Ecologistas en Acción, Jorge Barcia.

Por otro lado, Carlos Bravo, cree que el revival pronuclear experimentado en los años previos al accidente de Fukushima ha sido mucho ruido y pocas nueces. “En 2002 se tocó techó con 444 reactores nucleares activos en todo el mundo, a partir de entonces el número ha ido en descenso. A día de hoy estamos con 439, sin contar con Fukushima, mientras que los proyectos que hay se están plegando con Finlandia como paradigma del fracaso”.

España, pocos, pero constantes

En España, el movimiento late entre la esperanza y la dificultad. El pasado fin de semana, 19 ciudades españolas acogieron manifestaciones contra la energía nuclear. La más numerosa tuvo lugar en Barcelona, pero sólo congregó a unos pocos centenares de personas. Algo muy distante de lo que ocurre en Alemania. “En España no se ha dado un movimiento tan fuerte como para que los partidos políticos recojan el testigo”, explica Moruno.

La energía nuclear “no ha levantado más ampollas porque el arco institucional está sellado. Los dos grandes partidos no han abierto el debate. Además, los sindicatos también tienen una posición ambigua sobre este tema que se basa en los trabajadores de las propias centrales”, añade Moruno.

Sin embargo, a pesar de los pocos seguidores, se puede decir que son muy constantes. “El día después del accidente de Fukushima – explica Barcia – hubo 32 concentraciones espontáneas”. Bravo coincide con Barcia en este extremo y cree que la corriente está despertando después de unos años en la que estaba “adormecida”. “El movimiento antinuclear en España es potente. Sólo hay que ver las 18.000 personas que se manifestaron en Guadalajara en su momento contra el ATC”, explica.

Alemania, el objetivo de los ecologistas

Sin duda, el movimiento antinuclear español está lejos de su equivalente alemán. La propia canciller, Angela Merkel, admitió que la derrota de su partido en detrimento de los Verdes en uno de sus bastiones históricos, Baden-Württemberg, se debió al “efecto Fukushima”. El día antes de estos comicios, 250.000 personas (120.000 de ellas en Berlín) se manifestaron para reclamar el cierre de los 17 reactores nucleares activos en el país.

“La sociedad alemana ha sido muy beligerante con la energía nuclear”, y debido al accidente de Fukushima “hubo una reacción que se trasladó a las urnas”, explica Barcia.

Tal es la fuerza de lo que ha ocurrido, que recientemente la propia canciller admitió que “ha cambiado” su opinión sobre las nucleares y que es “necesario” repensar el modelo energético del país. "Siempre fui una defensora de la energía atómica", señaló Merkel, aunque añadió que su opinión "ha cambiado mucho" después de ver que los planes de seguridad de un país tan desarrollado como Japón "no han sido suficientes".

Este punto es otro de los puntos defendidos por los ecologistas. “Han caído muchos tópicos por Fukushima, como el de la obsolescencia de las centrales soviéticas”, explica Bravo que sabe que lo que pase en Berlín marcará el futuro de la energía nuclear en Europa: “Lo que pase en Alemania será decisivo”.

Un mes después del gran terremoto y del tsunami que golpeó Japón, y que elevó al máximo la alerta nuclear, Tokio acogía una manifestación contra el uso de este tipo de energía. En una ciudad habitada por 35 millones de personas, sólo 15.000 salieron a las calles, algo lejos de las decenas de miles que se manifestaron en Berlín pocas semanas antes, en vísperas de la derrota electoral de Angela Merkel y que supuso el despegue de los Verdes. ¿Se está deshinchando el movimiento antinuclear o está ante un lento renacer?

Fukushima Marcelino Fernández Verdes