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Jugar a derribar el sistema cuando se cobra del ‘establishment’
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LOS NUEVOS LIBROS QUE INVITAN A LA REVOLUCIÓN

Jugar a derribar el sistema cuando se cobra del ‘establishment’

Adoptan una retórica combativa y un lenguaje belicoso que encaja mal con unas reclamaciones mucho menos revolucionarias de lo que su envoltorio sugiere. Son obras que

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Jugar a derribar el sistema cuando se cobra del ‘establishment’

Adoptan una retórica combativa y un lenguaje belicoso que encaja mal con unas reclamaciones mucho menos revolucionarias de lo que su envoltorio sugiere. Son obras que incitan a la acción, pero que están escritas por gente del sistema que aboga por su preservación. El mejor ejemplo es ¡Indignaos!, de Stéphane Hessel, pero ocurre con otros libros, como ¡Rebélate!, (Ed. Chronica) de Federico Quevedo. Asimismo, se acaba de anunciar la salida de una obra de Ignacio Escolar y Baltasar Garzón sobre el capitalismo. ¡Indignaos! ha vendido hasta la fecha 205.000 ejemplares en castellano y 20.000 más en catalán a pesar de sus reducidas dimensiones, convirtiéndose en el éxito editorial del año en España.

Como afirma  Ramón Perelló, editor de no ficción de Destino, la marca de Planeta que lo ha puesto en el mercado, la gran popularidad del libro se explica por la autoridad de su autor, miembro de la Resistencia, superviviente de Buchenwald, redactor de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, ex embajador francés en las Naciones Unidas y candidato propuesto al Nobel de la Paz del próximo año. Pero también porque su mensaje breve y contundente; su llamada a desperezar las conciencias ha calado en una sociedad que lo necesitaba. “El secreto del éxito de este libro es que es oportuno, que encaja con lo que demanda mucha gente. No hay motivos para seguir siendo abúlicos, para permanecer eternamente pasivos, y necesitábamos que alguien nos lo dijera y trajera esperanza.”

Lo llamativo del texto es que formula una invocación a la acción, pero sin proponer soluciones. Como asegura Perelló, “Hessel no hace política en el sentido de aportar un contenido ideológico concreto, sino que hace una llamada al compromiso ético de cada lector”. Hessel  muestra su pasión por la política y trata de contagiarla al lector, “llamando a una insurrección pacífica e incitando a participar en ella. Es un mensaje positivo y necesario, toda vez que combate esa demagogia según la cual tenemos que apartarnos de la política porque se trata de algo que no va con nuestras aspiraciones y nuestros intereses”. Hessel, que está triunfando nuevamente en Francia con su última obra, ¡Comprometeos! (que verá próximamente la luz en España, como el resto de su producción, de la mano de Destino), “reivindica la acción política y lo hace sin dictar ningún manifiesto: su referencia central  es la Declaración Universal de los Derechos del Hombre”.

Jóvenes consumistas y apáticos… pero rebeldes

Precisamente por utilizar esta perspectiva entiende Juan Carlos Jiménez, profesor de sociología y miembro del Instituto de Estudios de la Democracia de la Universidad CEU- San Pablo, que “estas obras encajan muy bien en una sociedad que busca ante todo un envoltorio rupturista, incluso cuando el mensaje resulte insustancial. Hay un libro muy interesante Rebelarse vende (Joseph Heath y Andrew Potter, Ed. Taurus), que sirve para comprender por qué este tipo de cosas aparentemente rebeldes gustan tanto”. Según Jiménez, las generaciones jóvenes están muy integradas y son consumistas y apáticas, pero siguen teniendo en alta consideración el factor rebeldía. “Son generaciones muy conservadoras, pero sin embargo tienen un deseo de individualización, de salirse de lo normal, muy elevado, que es fácilmente absorbido por un sistema que lo hace parte fundamental del mismo. La portada del libro, una taza con un retrato del Che Guevara es plenamente representativa de esta tendencia”.

Este deseo de significarse entroncaría con la creciente insatisfacción de los ciudadanos hacia las expresiones actuales la democracia y con el descontento generalizado que provoca la crisis. “Tendemos a vernos como marionetas movidas por hilos invisibles frente a los cuales tenemos que rebelarnos. No decimos he perdido mi casa, sino los bancos me quitaron mi casa. Son otros malvados los que tienen la culpa y actúan contra mí, y contra ellos tengo que rebelarme”. Pero con esa actitud sólo se consigue fabricar “un elemento de irresponsabilidad individual frente a un elemento colectivo que todo lo absorbe”.

Estamos en un contexto donde lo anímico predomina, asegura Jiménez, y por eso esta clase de argumentos funcionan tan bien en la industria editorial. Y en la electoral, afirma José Luis Dader, catedrático de Periodismo de la Universidad Complutense, quien subraya cómo “numerosos estudios contemporáneos han reparado en la sentimentalización de la política como una forma de neopopulismo. La política contemporánea sabe que los  ciudadanos están menos interesados en la política, y en los elementos de análisis y de debate de ideas que le eran propios, y tratan de estimular la participación mediante elementos anímicos y emocionales que la convierten en un espectáculo comercial mediante el cual tratan de captar la atención del votante”.

La revolución 2.0

En este entorno, asegura Dader, están triunfando nuevas formas de comunicación, como las que tienen lugar a través de internet, “precisamente porque pueden aparecer como novedosas y rompedoras respecto de los procedimientos institucionales de participación política, muy rígidos y burocratizados, y ello sin necesidad de hacer una referencia a los contenidos”. El hecho de que exista una comunicación más fluida y espontánea, y que se pueda convocar a mucha gente a través de sms, blogs, twitter o facebook, “se convierte en una revolución en sí misma, a pesar de que los contenidos que se pretenden movilizar son tan tradicionales como siempre”. Tenemos así una doble tendencia, la innovadora en las formas de captar la atención y de promover la participación de los ciudadanos y la conservadora respecto de las cosas que se proponen.

Este envoltorio rupturista y a veces revolucionario, suele estar presente en el suelo político, generalmente “traído a escena por los partidos de oposición. En 2007, se produjo una movilización enorme a favor de Obama y contra quien entonces gobernaba; pero cuando los demócratas llegaron al poder, surgió el Tea Party”. En ese sentido, Dader prevé que cuando el PP llegue al poder, “los militantes y cargos que han adoptado formas más radicales, regresarán a cauces más institucionales, del mismo modo que otros actores, como los sindicatos, que han tenido una actitud muy moderada durante la crisis adoptarán posturas más beligerantes. Cuando se está en el poder o cerca de él se moderan estas apelaciones revolucionarias, mientras que cuando se está en la oposición se intensifican”.

Sin embargo, Jiménez encuentra algunas novedades en ese esquema, toda vez que ese lenguaje radical es una novedad para los conservadores. “En el discurso político de los partidos de la derecha se están incorporando elementos que eran propios de la izquierda, utilizando recursos retóricos y de praxis política que durante décadas pudimos ver en manos de socialdemócratas y comunistas. Y de pronto, estos se quedan sin sitio porque no saben qué hacer cuando sus elementos articuladores y dogmáticos son retomados desde el espectro ideológico opuesto”. Para Jiménez, cuando Hessel habla de rebelarse, lo hace en sentido marxista clásico, “lo que puede ser bien entendido por gente de 40 y 50 años, pero no por los jóvenes, que tienen un pulso distinto”. En todo caso, señala Jiménez, este lenguaje combativo puede ser especialmente útil, como lo ha sido para el Tea Party, y “posee una gran capacidad de movilización, por lo que resulta más que probable que la derecha lo continúe acogiendo. “¡Rebélate! Sería un buen eslogan para la campaña del PP andaluz…”

Adoptan una retórica combativa y un lenguaje belicoso que encaja mal con unas reclamaciones mucho menos revolucionarias de lo que su envoltorio sugiere. Son obras que incitan a la acción, pero que están escritas por gente del sistema que aboga por su preservación. El mejor ejemplo es ¡Indignaos!, de Stéphane Hessel, pero ocurre con otros libros, como ¡Rebélate!, (Ed. Chronica) de Federico Quevedo. Asimismo, se acaba de anunciar la salida de una obra de Ignacio Escolar y Baltasar Garzón sobre el capitalismo. ¡Indignaos! ha vendido hasta la fecha 205.000 ejemplares en castellano y 20.000 más en catalán a pesar de sus reducidas dimensiones, convirtiéndose en el éxito editorial del año en España.

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