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¿Qué pasaría si cerrásemos las nucleares como propone Merkel?
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NO SE PODRÍA SUSTITUIR CON RAPIDEZ

¿Qué pasaría si cerrásemos las nucleares como propone Merkel?

Si las consecuencias de Fukushima a nivel global fueran tan dañinas como algunos expertos aseguran, es más que probable que los gobiernos, presionados por la opinión

Si las consecuencias de Fukushima a nivel global fueran tan dañinas como algunos expertos aseguran, es más que probable que los gobiernos, presionados por la opinión pública, se vieran en la necesidad de cerrar centrales. Las afirmaciones de Merkel, quien abogaba por un abandono medido de la energía nuclear, son buena muestra de que no se trata de un escenario improbable.

Para José Luis Canga, experto en Análisis de Riesgos Ambientales y profesor del máster de Gestión Ambiental de la  Universidad Nebrija, “las centrales nucleares suministran un porcentaje apreciable de la energía eléctrica que se usa en Europa y algunos países tienen una dependencia muy fuerte de este tipo de energía, lo que no les permitiría tomar la decisión de cerrar ese tipo de centrales. Por tanto, no es realista plantear con generalidad un cierre inmediato de todas las centrales nucleares”. Hay que subrayar, señala Canga, que en enero de 2011 había 195 grupos en centrales nucleares en toda Europa con una capacidad neta instalada de 170 Gigawatios, además de otras 19 unidades en construcción en seis países con 16,9 Gigawatios de potencia.

Según Canga, una hipotética decisión de abandono de la energía de origen nuclear “requeriría un plan a medio y largo plazo de sustitución paulatina de toda la electricidad que genera. No es posible sustituirla con rapidez y no parece razonable, ni creo que la sociedad aceptar los sacrificios e incomodidades que supondría prescindir de la energía nuclear de golpe”.

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También cree Carlos Encabo Terry, Presidente del Instituto Superior del Medio Ambiente, que la reducción drástica de este tipo de energía en estos momentos “es impensable, pues provocaría que la crisis económica en la que estamos inmersos y que algunos países empiezan a superar ligeramente sería frenada de forma radical”. En los países más desarrollados, subraya, la contribución de este tipo de energía supera los dos dígitos en su consumo global, y en algunos de estos sobrepasa el 25%. Por lo tanto, las consecuencias de la catástrofe de Fukushima se van a notar, pero de forma escalonada, “con la sustitución de esta energía. En esta década y en las siguientes se van a realizar importantes inversiones en ese sentido”.

El ciclo combinado español

En el caso español, asegura Rodrigo Morell, director General de Creara Consultores, ha habido en los últimos años “un exceso de capacidad instalada debido al crecimiento de la capacidad de generación mediante ciclos combinados y renovables, por lo que en parte se podría asumir el vacío que supondría la pérdida de centrales nucleares. Las centrales de ciclo combinado tienen tiempos de construcción mucho más cortos que las nucleares, por tanto podrían sustituir el parque nuclear en unos pocos años”. Otra cosa es el coste, “en este caso la electricidad tendrá una mayor dependencia del coste del gas natural y el petróleo, lo cual genera incertidumbre e incrementaría los costes del sistema. La electricidad procedente de las nucleares españolas es ahora muy barata porque las plantas ya están amortizadas”.

Sin embargo, también hemos de tener en cuenta que “mientras los costes de la energía nuclear van a subir (mayores medidas de seguridad, mayor coste del uranio), los de las energías renovables se reducen conforme mejora la tecnología”. Por eso señala Morell, es más que probable que “Europa se encamine hacia una matriz energética muy diversificada, con un mayor peso de las renovables, que irán siendo más y más competitivas”.

No está de acuerdo Canga en la posibilidad de asumir parcialmente la pérdida de la energía nuclear, ya que ésta no tiene en nuestro país una fácil sustitución, ya que “provee el 25% de la electricidad que consumimos anualmente, y lo hace de forma muy estable, convirtiéndose en la base de todo el sistema eléctrico nacional”. Para Canga, no podemos comparar la energía nuclear con las renovables, ya que  la disponibilidad y la capacidad de suministro son muy diferentes. En efecto, un parque eólico sólo puede generar electricidad cuando hay viento, y no con cualquier velocidad del viento, sino tan sólo dentro de ciertos intervalos. Las energías solares, fotovoltaica y termosolar, necesitan luz solar; por la noche no son operativas”.

En todo caso, concluye Canga, lo deseable sería que “estuviéramos ante un momento global de profunda y serena reflexión, en el que recabásemos la máxima cantidad de información y analizásemos en profundidad las causas, las consecuencias y las posibles soluciones”. Es también una gran oportunidad “para que los políticos escucharan a los técnicos y tomaran decisiones responsables, con una visión sostenible y a largo plazo, que es aquella que toma en consideración, al mismo tiempo y sin sesgos, las cuestiones técnicas, ambientales, económicas y sociales”.

Si las consecuencias de Fukushima a nivel global fueran tan dañinas como algunos expertos aseguran, es más que probable que los gobiernos, presionados por la opinión pública, se vieran en la necesidad de cerrar centrales. Las afirmaciones de Merkel, quien abogaba por un abandono medido de la energía nuclear, son buena muestra de que no se trata de un escenario improbable.

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